FEDERICO
LUPPI
Antonio Campillo Ruiz
La Dama
Negra ha vuelto a utilizar la sinrazón de una banalidad, un mínimo hecho
fortuito, para arrebatar a un gigante humano que exportaba vida, ilusiones y
continuo perfeccionismo en todo lo que hacía. En principio, atraído por los
cómic para inmediatamente, el teatro y el cine fueron la ilusión y profesión de un ser humano inmenso y en continuo
cambio, adelantado en todo y contumaz defensor de la justicia y la paz. Nos lo ha arrebatado cor un zarpazo La Dama. Ha muerto Fedrico
Luppi . La casual
coincidencia con publicaciones y hechos de importancia relevante nos aparta,
por unos instantes, de la luctuosa noticia humana y descansado e inmenso viaje feliz hacia la Pléyades, a las que ya habrá alcanzado y, posiblemente pasee, en este
momento, con algún colega que, como él, se esforzó por ser un hombre de bien dónde y cuándo estuvo con nosotros.
No,
no existe biografía si no es la narrada por él mismo. Sería impropio de
cualquier amanuense escamotear a un gran erudito y orador la particular forma con
la que ha entendido y apreciado la vida y, a la vez, todo lo que de ella ha recibido.
Si, en este caso, su centro de equilibrio ha
sido el teatro, con el cine, tecnológicamente más incorrecto, donde la frescura
de un vis a vis con el espectador, un mano a mano con la realidad que se debe
crear y que, día a día cambia porque los cambios se producen con el paso mínimo
del tiempo, facilita que los tic, los gestos minúsculos, la expresión en
primerísimo primer plano, posean la inmensidad de una caracterización aparecida
desde el interior de la persona que se transforma en un personaje al que no
representa, lo asume, lo absorbe, lo duplica y el espectador lo puede leer sin
escuchar absolutamente nada de sus pensamientos, jamás descritos narrativamente
sino interpretados.
Aderezados el cinematógrafo y el teatro, interpretados por Fedrico
Luppi, con los excelentes
directores y personas que intervienen en cada una de las manifestaciones de estos
dos aspectos de la transformación, la realidad imaginada, el sueño fantástico
que conlleva las vicisitudes propias de textos, imágenes, música, etc., la imaginación del espectador circundan al actor y lo elevan, como lo han hecho con Fedrico
Luppi al enorme
pedestal de los genios interpretativos.
Un gran regalo, amigo Antonio. Bonito homenaje a ese personaje de los que, quizás, más me ha gustado siempre del cine contemporáneo, nuestro.
ResponderEliminarMe voy a ver esos vídeos y esa película. Gracias, amigo
Feliz sábado
Triste pero, sí, un regalo poder escuchar de los labios del propio Federico Luppi esa especial forma de entender la interpretación y la vida, la reimpresión de vidas paralelas que representan en el teatro y el cine historias que han tenido una importancia crucial en la historia de una sociedad que ha admirado el bien hacer de una profesión que ha modelado etapas y ha influido en pensamientos y emociones. "Lugares comunes" es un ejemplo de diversas formas de entender la educación, el trato con los hijos, la soledad, la vuelta a empezar en un lugar y empleo diferente pero prolífico... Federico ha sido un ejemplo a seguir para los humanos de buena voluntad. Un abrazo, querido amigo.
EliminarGran actor, Antonio, siempre creíble en la pantalla: en el «enorme pedestal de los genios interpretativos», como tú bien dices. Entre sus muchos papeles, a mi mente siempre viene el de «Lugares comunes».
ResponderEliminarUn abrazo.
Así es, Pepe. Un ACTOR con mayúsculas un hombre cuya entereza y vida es un ejemplo de naturalidad y bellos, rectos y fortalecedores sentimientos a seguir. Jamás me dejaron indiferente sus interpretaciones y me enseñaron el valor de la sabiduría. Me alegro de que coincidamos. Un abrazo, querido amigo.
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