UNA
MIRADA FUGAZ - I
Antonio Campillo Ruiz
A ti, mujer, que viste y supiste apreciar.
A ti, hombre, que miraste y quedaste
atrapado en una luz
destellante.
Mihail – Miho - Korubin
Sus
ojos no dejaron de mirarse durante el tiempo que tardaron en caminar un metro,
cuando se cruzaron en direcciones contrarias. Dos, tres segundos…, un
instante…, un día… Nunca supieron calcular el tiempo puesto que era imposible
poder contar la inmensa conversación que mantuvieron durante aquella mirada.
Cinco días después, mientras hablaban, no supieron valorar ni explicar, uno al
otro, qué había sucedido para que en ese infinitesimal momento estuviesen tan juntos.
Mihail – Miho - Korubin
Fue
tan ocasional como cuando se miraron. El tiempo era espléndido aquella mañana
de asueto en la que terrazas de restaurantes al aire libre se encontraban
completas de comensales. La luz del sol era tan intensa que deslumbraba y, en
la mesa vecina, aquella chica le pareció que era la misma con la que había
intercambiado una mirada como jamás soñó poder mantener. Se fijó detenida y
descaradamente en ella al igual que soportaba la inquietante mirada de ella sobre
él. Se levantaron a la vez pero fue ella la que alcanzó primero su mesa. Quedó
quieta, sin pronunciar palabra y al tratar de volver a su mesa, escuchó una voz
que le solicitaba sentase en la mesa ocupada y hablasen, a la vez que
degustaban sus respectivos platos. Tras un ligero cabeceo, la chica alzó el
brazo solicitando del camarero que cambiase su cubierto a su nueva ubicación en
la terraza y se sentó saludando cortés pero seriamente. Se miraron durante un
corto tiempo sin la intensidad de aquel, casi olvidado día, a pesar de su
cercanía, en el que se cruzaron caminando por la calle. Se interrumpieron
mutuamente al empezar a hablar uno con el otro a la vez y volvieron a callar
sonriendo. Por fin, sin interrupciones, el chico empezó a relatar que creía que
se conocían y ella explicó que se habían visto hacía pocos días. Ninguno supo
por qué pero en poco tiempo identificaron el lugar y el motivo de su mutua
sorpresa al encontrarse.
Mihail – Miho - Korubin
Para
ella la mirada que cruzó con él fue tan intensa que pareciese que le había
trasladado en aquellos pocos instantes a un mundo de vivencias entre las que se
encontraba la percepción de una inmensa soledad, que le pareció no buscada. Supo,
no entendía cómo, que él amaba leer y trasladarse a un mundo imaginario en el
que se gestaban los sueños y creaban historias que siempre eran vividas por más
de una persona. Un mundo en el que la soledad no existía y podía sentir de
cerca el calor de otros seres que siempre le emocionaban cuando relataban
alguna de sus experiencias. Un mundo sin principio ni fin en el que, al igual
que en el mar, se encontraba nadando sin posibilidad de poder volver a la
orilla. Un mundo gris y sin posibilidad de que su color cambiase sin destruir
parte del mismo y rehacerla.
Mihail – Miho - Korubin
Para
él, la cantidad de información intercambiada era tan enorme que quedó
sorprendido y fascinado por todo lo que percibió a través de aquellos ojos
grandes y claros. Viveza, ansiedad, esperanza y desasosiego, un inmenso
desasosiego hacia todo el entorno que existía en su derredor. A la vez, una
gran angustia, una desazón inquietante lanzaba rayos iridiscentes que chocaban
directamente en su iris maltratándolo y solicitando, a la vez, un espejo oscuro
que pudiese recibir toda la información que transmitían sin rechazar ni una
sola de sus solicitudes, ni uno solo de sus rayos.
Mihail – Miho - Korubin
Ambos
llegaron a la conclusión, al intercambiar estas sensaciones percibidas durante
aquella primera mirada ocasional y fugaz, que nunca serían capaces de explicar
ni a predecir en qué momento se podrían haber encontrado con anterioridad. Era
muy probable que se hubiesen encontrado en otra dimensión y no lo recordasen
pero también constataron la casi imposibilidad de que hubiese sucedido tal
cosa, al menos en un pasado cercano y, además, a los dos a la vez. Mientras,
bocado a bocado, fueron acabando lo solicitado de comida y se interrumpían para
tratar de explicar, una tras otra vez, el uno al otro lo que habían captado e interpretado de aquella furtiva mirada que
les preocupó desde que se produjo tan accidental como inesperadamente.
Mihail – Miho - Korubin
Cuando
acabaron de no aclarar ni de ponerse de acuerdo con los sentimientos del otro,
inesperadamente, sin cambio aparente en el tema que trataban, se sorprendieron
hablando de sí mismos y de sus necesidades, objetivos, gustos y mil temas más.
Durante una larga sobremesa los lazos que les unían parecían indisolubles a
pesar del mínimo tiempo que tuvieron para establecerlos. Y así, después de
citarse para el día siguiente a la misma hora y lugar, no dejaron de estar en
desacuerdo en establecer que aquella mirada fue como si sus vidas se hubiesen trasladado de uno al
otro sin que mediase ni un mínimo aspecto en común entre ellas.
Antonio Campillo Ruiz
Mihail – Miho - Korubin
Es importante visionar el vídeo a plena pantalla.
Muy lindo el vídeo, Antonio.
ResponderEliminarAsí es, a veces pasa que hay conexión inmediata
entre dos seres. Y quien sabes, quizás, quizás la historia
venga de antaño y de otros lares. Quién sabe.
Un abrazo.
Pues sí, Myriam, puede suceder. La realidad supera la ficción. Sin embargo, en este caso, el producto de la imaginación establece una situación posible pero poco probable. Las relaciones humanas directas son muy escasas y están retrocediendo a gran velocidad. Una desgracia de la atropellada “vida moderna” que soportamos y deberíamos desechar. Un abrazo, querida amiga Myriam.
EliminarEstas desaparecido la vida es muy corta pora ofenderse por cosa tontas
ResponderEliminarte deseo lo mejor un abrazo
Querida Recomenzar, no comprendo a qué ofensas supones que me he/estoy sometido. No estoy ofendido por nada y tu lectura es siempre gratificante. Hace un año y medio, más otro horroroso, los acontecimientos que padecí han sido mucho más importantes que tu leve pensamiento acerca de un enfado. No escribo comentarios. Si te ofende, es un problema que debes resolver tú. Un abrazo.
EliminarPrecioso relato de todo lo que encierra una mirada, unas miradas. Se ha escrito mucha poesía, muchas canciones, leyendas, sobre la magia del lenguaje de los ojos. A mí me gustaría tener una explicación, digamos científica, de cómo pueden expresar un iris y una pupila tantas emociones. Dolor, miedo, odio, sorpresa, amor, tristeza, angustia, impaciencia, indiferencia...
ResponderEliminarEspero, Antonio, que la historia acabara bien. Vamos, un final de "película". Que en los ojos de ninguno de ellos se reflejara el desengaño.
Tía Conchi, creo que explicar la fisiología del iris a través de los sentimientos que provoca una mirada es tan difícil como descubrir por qué el proceso de pensar supone una gran cantidad de reacciones químicas y, de ellas, se pueden derivar estados emocionales. La Química y los Sentimientos parece ser que no están muy unidos materialmente, sin embargo, unos son consecuencia de la otra. Cada persona posee un ciclo de procesos por los que gran cantidad de elementos de su entorno generan esa mirada, ese mínimo retazo de atención, ese instante, que es capaz de subvertir el orden constituido fisiológica y mentalmente. Un gran abrazo, querida Tía Conchi.
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