Antonio Campillo Ruiz
La
renovación del retrato oficial, lejano para el admirador de una técnica tan
compleja como abstracta y personal, sufre con Hernán Cortés, Cádiz, 1953, una transformación
cuando, la seriedad de las personas que han sido pilares de una transición
política tan compleja como única, dejan su papel y se convierten en humanos que
poseen los rasgos que Cortés
plasma con delicadeza pero seguridad en el trazo. De igual forma, poetas de la
generación del 27 y personas de notable
influencia social han dejado atrás su halo de admirados cuando los trazos
seguros del material que los traslada a
dos dimensiones espaciales, les convierte en muestra de la perfecta
perspectiva y expresividad.
El
aspecto visual, en retratos de personas de su entorno, queridas y conocidas, es
más importante para Cortés
que la descripción de rostros sin vida. Trasladar al lienzo una visión
personal, basada, como no, en la experiencia y evolución pictórica que ha
sufrido en su largo caminar por formas abstractas, confiere al retrato una
serenidad y laxitud que no es fácil encontrar en serios y anacrónicos retratos
que pretender ser más importantes que el propio pintor. Cortés intima, de forma
personal, con la relación entre el aspecto físico y el psicológico de la
persona retratada. Esta es una característica que pocas veces apreciamos en la
contemplación de retratos que, en esta etapa histórica, se han realizado para
“la posteridad”.
Los
espacios vacíos en los que coloca a sus personajes,
en obras trazadas como dibujos en papel o pinturas en lienzos, crean un
ambiente inexistente pero absorbido de la abstracción culta de su formación y
evolución. He aquí, posiblemente, la explicación de la expresividad de los
modelos que no destacan sino por su peculiaridad personal, por su pose habitual
y por la inmaterial apreciación del espectador para verles y comprenderles.
Antonio Campillo Ruiz
Muy interesante, Antonio, y qué difícil y meritorio veo yo esto del retrato, del buen retrato, el que, como los que nos muestras, refleja, con extraordinaria técnica, aspectos peculiares de la persona retratada.
ResponderEliminarUn abrazo.
No lo conocía así que gracias por traerlo. A juzgar por la obra y tu reseña,
ResponderEliminarme alegro de que hubiera abandonado la medicina por las Bellas Artes.
Un abrazo