LA SOLEDAD, UN ESTADO
CIVIL
María Arrabal
A
los estados civiles existentes, casado, viudo, divorciado, etc., creo que,
ahora, deberemos sumarle el “viejo estado” de “SOLO”.
¡Me encanta
pensar! Hoy todo el mundo se preocupa por cuidar su físico, machaca su cuerpo
hasta la extenuación, pero ¿Qué pasa con nuestro cerebro? Pareciese que a muy
pocas personas le importa. Personalmente, me esfuerzo en crear un mundo interior
cálido, por ello, mis pensamientos tratan de mantenerme con el interés que
merecen. Es muy posible que a nuestra sociedad actual le falte oxígeno, está
enferma, triste y asustada.
La
mayoría piensa que evolucionamos a gran velocidad, que la tecnología avanza a
un ritmo vertiginoso, sin embargo, en mi opinión lo que realmente estamos
viviendo es una involución del ser humano terrible.
Observar
el entorno es un ejercicio ineludible. La observación te permite percibir una
realidad invisible a los ojos de la mayoría. ¿Qué es lo que caracteriza a los
países desarrollados en nuestra sociedad accidental actual? Evidente: LA
SOLEDAD. Soledad, en mayúsculas, independientemente de la edad, sexo, condición
social y estado civil. Hoy las personas
se sienten solas entre la multitud. ¿Dónde está esa amistad entre vecinos, ese
amor incondicional en las familias, ese posible altruismo hacia los demás?
Sin
embargo, se debe tener en cuenta que la soledad, si es elegida, es maravillosa.
Todos deberíamos pasar temporadas solos. Tratar de conocer nuestra mente y cuerpo, saber
lo que se busca, lo que gusta, lo que se quiere, debido a que nuestras necesidades
son fundamentales para poder ser honestos con nosotros mismos. Es vital conocerse y
quererse, ¿Cómo pretendemos entender a los demás, querer a los demás, si el ser interior que debe conformar nuestra persona, el más importante para nosotros, es
desconocido íntimamente? Imposible tener en cuenta a los otros si no somos capaces de cuidarnos y nos abandonamos, ¡triste, pero cierto!
Las
nuevas tecnologías nos alejan cada vez más del calor humano, todo es irreal,
superficial, vivimos en un mundo en el que lo material nos arrastra
irremediablemente hacia un precipicio sin fondo y lo peor es que lo sabemos pero
nos ponemos una venda oscura en los ojos para no verlo.
Deberíamos
tendernos una mano solidaria, cálida, de complicidad con mente y corazón,
quitémonos la venda para poder percibir que la vida merece ser vivida con
intensidad, desde la alegría, desde la pasión hacia lo definido como nuestro ser personal y hacia los
demás. No hay nada más gratificante que quererse, conocerse, elevar y ofrecer
todo lo que eres y tienes a los demás. ¡Uno debería estar solo porque quiere y
no porque no le queda más remedio, porque lo obligan o le abandonan!
Pensemos,
no dejemos de pensar. Heme aquí una vez más pensando en lo increíble y,
posiblemente, satisfactorio que sería vivir sin teléfonos móviles, sin redes
sociales que “nos pescan”. ¿Os habéis detenido a pensar por qué se les llaman
redes? Pues pensadlo. Hay personas que
mueven hilos, nos atrapan y nos mueven guiados por intereses económicos y a
veces hasta perversos, para hacer lo que ellos quieren sin permitirnos pensar
de manera individual. ¡Luchar contra lo que estamos viviendo es imprescindible!
¡Todo un desafío!
La
vida es maravillosa merece ser vivida con alegría, pasión, entregando lo mejor
de nosotros a los demás, compartiéndolo y disfrutándolo, porque todo lo que uno
tiene no sirve para nada si no es compartido.
Leer
y respetar estas reflexiones es el inicio de esa introspección que, espero, nos
haga saltar hacia un compromiso con nuestro propio ser: vamos a conocernos y a
salir de la pasividad ante los demás.
María Arrabal
Estoy contigo Antonio en lo que dices de que estamos involucionando interiormente
ResponderEliminarUn abrazo