María Luisa Arnaiz Sánchez
La pastoral, Matisse
Al principio la fe movía montañas solo cuando era absolutamente necesario, con lo que el paisaje permanecía igual a sí mismo durante milenios.
Pero cuando la fe comenzó a propagarse y a la gente le pareció divertida la idea de mover montañas, estas no hacían sino cambiar de sitio, y cada vez era más difícil encontrarlas en el lugar en que uno las había dejado la noche anterior; cosa que por supuesto creaba más dificultades que las que resolvía.
La buena gente prefirió entonces abandonar la fe y ahora las montañas permanecen por lo general en su sitio.
Cuando en la carretera se produce un derrumbe bajo el cual mueren varios viajeros, es que alguien, muy lejano o inmediato, tuvo un ligerísimo atisbo de fe.
Augusto Monterroso
Entonces, ¿es cierto que las podemos mover? ¡Lástima que la condición sea creer en lo increíble...! Monterroso es genial. Besos, querido amigo.
ResponderEliminarLeí en las Antimemorias de B.Echenique que el escritor guatemalteco Augusto Monterroso es tan chiquito pero tan chiquito, que de él dicen sus amigos, en México, que no le cabe la menor duda.
ResponderEliminarUn beso MªLuisa. Te leo siempre.
Cáustico y severa foto sobre la realidad de la Fe. MB
ResponderEliminarIsabel, yo creo que sí se pueden mover las montañas sin necesidad de creer en lo imposible. ¿No ves cosas cada día que nunca creerías que pudieran ocurrir? No es cuestión de fe sino de ...
ResponderEliminarSi el dicho es de Brice como si no, resulta pintiparado para Monterroso. Voy a memorizarlo. Gracias, Thornton. ¡Por todo!
ResponderEliminarMe interrogo acerca de tu comentario, Enrique, pues, aunque a las imágenes les demos cada cual un sentido, se me escapa la severidad a la que aludes.
ResponderEliminarHa sido un placer volver y leer todas las entradas que tenía pendiente de este verano. Un abrazo.
ResponderEliminarPues, Pilar, ¡cómo te echábamos de menos tanto Antonio como yo! Nos agrada que retomes las tuyas. Muchos besos de los dos.
ResponderEliminarNada serio, Maria Luisa, me resulta, siempre, complicado meterme a opinar sobre cuestiones de fe. Es un gran relato y muy terrenal, quizás muy crudo, eso quería decir.
ResponderEliminarYo "creo" que opinar sobre la fe en esas montañas es cuestión de convencidos, en todo lo demás es cuestión de intereses.
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