EPITAFIO DE UNA PERRA DE CAZA
Antonio Campillo Ruiz
Mujer con perro blanco, Lucian Freud
EPITAFIO DE UNA PERRA DE CAZA
La Galia me vio nacer, la Conca me dio el nombre de su fecundo manantial, nombre que yo merecía por mi belleza. Sabía correr sin ningún temor a través de los más espesos bosques y perseguir por las colinas al erizado jabalí. Nunca las sólidas ataduras cautivaron mi libertad; nunca mi cuerpo, blanco como la nieve, fue marcado por la huella de los golpes. Descansaba cómodamente en el regazo de mi dueño o de mi dueña y mi cuerpo fatigado dormía en un lecho que me habían preparado amorosamente. Aunque sin el don de la palabra, sabía hacerme comprender mejor que ningún otro de mis semejantes y, sin embargo, ninguna persona temió mis ladridos. ¡Madre desdichada! La muerte me alcanzó al dar a luz a mis hijos. Y, ahora, un estrecho mármol cubre la tierra donde yo descanso.
Petronio
Yo y la Conca nos parecemos en que "Nunca las sólidas ataduras cautivaron mi libertad", pero no en que "nunca mi cuerpo, blanco como la nieve, fue marcado por la huella de los golpes". Ya ves. Un abrazo.
ResponderEliminarGenial, hermoso, y creo que muy metafórico, al menos así lo vi yo.
ResponderEliminarAntonio eliges unos textos magnificos que personalmente, a mí, me hacen cavilar.
Saludos.
Así les gusta descansar a mis perros, Tiza y Thornton, con su cabecica en mi pierna. Tal cual lo pintó Freud.
ResponderEliminarOtro acierto de texto y cuadro.
Un abrazo.
Me ha encantado, Antonio, este texto que has elegido.
ResponderEliminarNo perder la libertad bajo ningún concepto, ni siquiera sobre las ataduras de nuestros propios miedos, y seguir caminando desde nuestra libertad sin barrotes que nos aten.
Un beso.
Si sabes ladrar sin molestar, es que mucho sabes silenciar.
ResponderEliminarAntonio, mi enhorabuena por estas palabras.
Un fuerte abrazo.
"Nunca las solidas ataduras cautivaron mi libertad"
ResponderEliminar¿Cómo se puede ser libre estando preso en alguien?
Quizás la verdadera libertad la encontró al lado de ese estrecho mármol...
Excelentes siempre las selecciones de tus fragmentos, Antonio.
Un abrazo.
Mariano me alegro de tu afecto a Conca. Creo que ella será tu amiga infinitamente, como lo son todos los animales con sus compañeros, los humanos.
ResponderEliminarDomar o maltratar a un animal es tan brutal como irracional.
Un fuerte abrazo, Mariano.
Maribel, me alegro mucho de que te atraigan las selecciones de lecturas. Me pasa como a ti, me gustan por diversos motivos.
ResponderEliminarEn este caso, el sutil amor que salta el texto, la pureza de la amistad y, como dices, La inmensa metáfora que nos puede llevar hasta caminos insospechados.
Un fuerte abrazo, Maribel.
Thornton, el calor de un amigo en el cuerpo posee más valor que todas las palabras que pueda decir. Su sueño plácido y seguro le produce un bienestar que se solicita con mucha frecuencia.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, Manri.
Cuando a un amigo se le priva de libertad se atenta contra él. Los amigos animales de otros animales, nosotros, nunca debemos, desde nuestra incapaz superioridad, atenazar a nadie, privar de sus instintos a nadie.
ResponderEliminarCuando los amigos son los dos humanos esta privación de libertad de uno sobre el otro es humillante, irrespetuosa y maldita.
Un fuerte abrazo, María.
Excelente refrán, Eva.
ResponderEliminarComo en todos ellos, fruto del saber popular, su moraleja es muy aleccionadora.
Recoger el pensamiento popular es importante, seguirlo es de sabios.
Un fuerte abrazo, Eva.
Marisa, estar preso "en" alguien, que no "de" alguien, querido y correspondido, creo que es un placer y no un castigo.
ResponderEliminarLa cuestión, con la que estoy de acuerdo contigo, es que ser preso sin buscarlo, sin quererlo, sólo posee un medio de liberación, la losa de blanco mármol.
Un fuerte abrazo. Marisa.
Sencilla y resumida historia de eso tan bello que es ser madre. Valores irrenunciables que se adquieren en ese estado hacen bella hasta la muerte.
ResponderEliminarBN, Antonio. Me encantan tus contenidos, arrastrados desde la imaginación, la sencillez y la brevedad. Ya sabes .... dos veces bueno.
ResponderEliminarEntrañable texto de Petronio y, como siempre, una hermosa imagen para acompañarlo.
ResponderEliminarMe trajo recuerdos de mi perrita, una que murió hace cinco años. La echo de menos, aunque no quiero más, no lo soportaría.
Un beso, querido Antonio.
Belo texto.
ResponderEliminarUm grande bj
Vengo por aquí como un "divertimento"
ResponderEliminarme voy impregnada de belleza y sabiduría...
Me encantó conocerte y volver hablar con Marisa.
Besicos para los dos.
Sí, Enrique, hasta el horror es posible suavizarlo con la belleza de las palabras que estimulan la imaginación.
ResponderEliminarUn abrazo, amigo Enrique.
Es un estímulo que personas como tú, Enrique, con un bagage tan importante como interesante, exprese estas hermosas palabras.
ResponderEliminarMuchas gracias.
Un abrazo.
Sí, Isabel, Petronio fue un maestro de sabios. Su sencilla prosa, en este caso, es tan bella que si exprimiésemos todas las palabras obtendríamos el néctar de los dioses.
ResponderEliminarSiento la muerte de tu amiga. Sospecho que el dolor que te produjo su muerte fue tan profundo que no quieres pasar por el mismo trance.
Un inmenso abrazo, querida Isabel.
Gisa, siempre me agrada que te gusten las selecciones de textos o las publicaciones propias. Eres muy amable.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, Gisa.
¡Huy, Cabopá! Cómo me agrada que hayas visitado este rincón y que te vayas de él con buen sabor de boca.
ResponderEliminarMe encantó conocerte y a Marisa recordar cercanas anécdotas comunes.
Un fuerte abrazo, Carmen.