Woman at a Window
La censura
victoriana del XIX se cebó en esta provocativa joven desconfiada para
transformarla en una dulcificada morena angelical. El resultado salta a la
vista: contemplamos a la inocente muchacha sin percibir su generoso escote.
Falsificación
victoriana del anónimo italiano
PUBLICACIÓN PROGRAMADA
Antonio Campillo Ruiz
Woman at a Window, anónimo italiano, c.1510-3
National Gallery
La moral victoriana y sus costumbres, comprimieron a esta bella pintura de su verdadero sentido estético. Una delicia descubrirla.
ResponderEliminarUn abrazo Antonio.
Qué largos de vista eran los censores para loa asuntos cortos.
ResponderEliminarSupongo que, en estos tiempos, se escandalizarían de los desnudos y no de la corrupción cotidiana. Las varas de medir que tuvieron eran muy peculiares.
Un abrazo, querido Antonio.
La doble moral, aún hoy, sigue en pleno apogeo, amigo Antonio.
ResponderEliminarConciso, concreto y brillante. MB
Amiga Taty, ¡cuanto me alegra tu comentario!
ResponderEliminarMe ha agradado mucho compartir contigo, una gran maestra en arte, esta excepcional pintura y que tu agudo sentido profesional mejore mi breve comentario. Es cierto, el sentido estético se anula con la censura.
Un abrazo, amiga Taty.
Creo, querida Isabel, que su propia represión, no sé muy bien por qué siempre asociada al sexo, anula la belleza de un cuerpo, femenino o masculino.
ResponderEliminarEsta es la cuestión: personajillos con tres añitos de tranquilidad y bien alimentados en la cárcel pagada con nuestro dinero, salen a buscar los miles de millones que robaron, comensal y asiduo cliente de hoteles y restaurantes pagados con nuestro dinero, ostentan jerarquías a máximo nivel, y los estúpidos censores, ya en aquellos tiempos, dándose palitos con el cilicio. Esa vara de la que hablas se tendría que romper en las costillas de muchos...
Un fuerte abrazo, querida Isabel.
Así es, amigo Enrique. Debemos aguantar tantas "anomalías", tantas estupideces, que la doble moral es consecuencia y resultado de ellas.
ResponderEliminarAmenazo con escribir mucho pero mucho texto... como la consecuencia de ello sería que no leyeses nada... me has convencido, Enrique, siempre trataré de ser conciso..., bueno un poco solo ¿vale?
Ahora, sin bromas, es cierto amigo, creo como tú que es suficiente explicación para ver muerta la belleza, la estética, como dice Taty.
Un fuerte abrazo, Enrique.
En modo alguno, crítica alguna a tu inexistente falta de concresión y/o de concisión, amigo Antonio. Son valores loables, eso si, que admiro porque no los tengo, pero hay veces, muchas veces, que hacerlo de modo muy compilado como quisiera siempre el "nervioso" lector de páginas en internet, que es imposible hacerlo sin pérdida de contenido, "maromenos" como se hacía con las películas del franquismo.
ResponderEliminarUn abrazo muy fuerte y muy electrónico, amigo.
Enrique, ¡que es broma! mi querido amigo.
ResponderEliminarSé del nerviosismo de algunos lectores/as. lo siento, lectoras/es, en este ciberespacio de nuestros amores. Pero, ¡era una broma, Enrique!
Soy consciente de mi deformación profesional porque son muchos años explicando meticulosamente hechos o teorías complejas que necesitan meticulosidad. Y, ¡tan feliz! Los amigos sé que comprenden estos aspectos de mis, a veces, largos textos.
Ahora te toca a ti. Trataré de ponerme al día de tus publicaciones tan reales, pensadas, vividas, discutidas, oídas serenamente como siempre haces y compartidas con nosotros que sabemos de tu buen hacer.
¡Que es un orgullo para mí que amplíes a todos tus amigos y lectores en general cualquier mínima publicación que te guste!
Muchas gracias por tus comentarios.
Un inmenso abrazo electrónico para ver si nos "da la corriente" y quedamos "pegados", Enrique
P.D.: No tengo remedio: ¡fíjate la perorata que te he echado...!