EL PRÍNCIPE
Antonio Campillo Ruiz
Autorretrato, Aleksandr Deineka
EL PRÍNCIPE
Cierta princesa Radziwill, con la que pasé varias tardes a orillas del Vístula junto a Varsovia, me habló de un tío suyo que, al cumplir los cincuenta años, se retiró a su castillo cerca de Radom porque, al cumplir los veintiuno, juró hacerlo. Los amigos que habían creído que, después de treinta años, no se acordaría ya de ese juramento o, sencillamente, lo pasaría por alto, se quedaron muy asombrados de que, al día siguiente de cumplir los cincuenta años, pasara la noche en Radom y jurara no abandonarlo. Como, aparentemente, el tiempo hacia su muerte se le hacía en Radom demasiado largo, se dio un tiro el día en que cumplió cincuenta y un años. Cuando le pregunté a la princesa por qué había actuado su tío de la forma que me había contado, me dijo que su tío le había dicho una vez que, en su opinión, tener que vivir cincuenta años en este mundo, sin haber sido consultado al respecto, era más que suficiente para un ser pensante. Quien seguía vegetando después, era débil de espíritu o de carácter.
Thomas Bernhard
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Lo siento amigo, tengo que volver a robarte que no es otra cosa que llevármelo al Google+
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Ser amigo, Enrique, es no tener que decir nunca lo siento...! ¡Toma peliculón que abrió los setenta... del siglo pasado! Hay que ver lo bien que queda esto "del siglo pasado". Parecemos decimonónicos personajes vestidos con frac y sobrero de copa...
ResponderEliminar¡La de lágrimas que llegaron a derramar las jovencitas que vieron a la famosa pareja de enamorados...!
Bien, Enrique, me alegro que te haga tilín este relato que es un poco duro, ¿para qué lo vamos a negar...?
A mí también me gustó. ¡Que haya suerte en G+! El tiempo, ¡Ah!, el tiempo que no se puede dedicar a los amigos en otros foros...
Casi llego ya... y con las vacaciones mejoraremos.
Un fuerte abrazo, Enrique.