SALOMÓN Y LA REINA DE SABA

SABIDURÍA, AMOR, TRAICIÓN

Antonio Campillo Ruiz

   “¡Oh, Señor, mi Dios! Tú tuviste a bien hacerme rey en lugar de David, mi padre, y yo no soy más que un ignorante. Concede, pués, a tu siervo un corazón comprensivo que sepa juzgar a tu pueblo, que sepa discernir entre el bien y el mal porque ¿quién es capaz de juzgar a este, tu grande pueblo?”. Así habla Salomón ante sacerdotes y representantes de las doce tribus cuando es coronado rey de todo Israel en “Salomon and Sheba”, “Salomón y la Reina de Saba” de King Vidor, 1959.

Lucas Heere

   El reino de Saba, Shebá en árabe سبأ y en hebreo שבא, estaba gobernado por Makeda, una reina sin nombre en la Biblia que visitó a Salomón (970-931 a.n.e.), y era un extenso territorio cuyos límites alcanzaban el sur de Egipto (Etiopía) y Yemen (País del Sur), del que Plinio el Viejo contó: “los sabeos son riquísimos por la fertilidad de sus bosques olorosos (probablemente incienso), además de por sus minas de oro, por el regadío de sus campos y por su producción de miel y cera”. 

   El rodaje fue trágico: las interpretaciones de Tyrone Power (Salomón) y George Sanders (Adonías) eran magistrales y existía una seriedad en las mismas más allá de la propia actuación, pero hubo ciertos malentendidos  que enfrentaron al director con el protagonista, así como una dura intervención de los censores franquistas por la fidelidad de los hechos religiosos y muy especialmente por las escenas de amor que protagonizaba Gina Lollobrigida (La Reina de Saba). El nefasto 15 de noviembre de 1958, poco antes de finalizar la película, Tyrone Power murió en el mismo plató de rodaje en Madrid. La productora, que ya había anunciado su interpretación como protagonista, al conocer el suceso y no haber rodado los primeros planos del actor, admitió la imposibilidad del montaje. Se contrató a Yul Brynner como nuevo protagonista y se volvieron a rodar todas las escenas en las que aparecía Power. Sin embargo, como un homenaje al actor por el que miles de espectadores verían posteriormente la película, las tomas en las que no se distinguía la cara de Tyrone, o bien se le veía de espaldas, permanecieron en el filme.

   Grandes movimientos de extras, a veces bien dispuestos en planos generales y a veces algo embarullados, caracterizan las secuencias que pivotan reiteradamente sobre sus tres protagonistas principales. Las prisas por acabar la producción fueron la causa probable de escenas demasiado largas y pobres efectos especiales, que sólo presentaban el mal de los idólatras y que eran aplaudidas efusivamente por la sociedad de la época. Fotografía y planos correctos pero sin buscar efectos fílmicos en el espectador y un montaje clásico, en el que el tiempo de la acción se pierde en días o meses, arropan las largas frases de sabiduría sin faltar su famoso juicio.

   Conviene señalar algunas máximas elocuentes de la película, “Nada hay más peligroso que un hombre con ideas” o “La sabiduría consiste en ser hábil para distinguir lo verdadero de lo falso”, que contrastan con otras de guardarropía, “Si no puedo vivir como un rey con honor, al menos moriré con el honor de un rey”, que van debilitando a los ojos del espectador la suerte del monarca por el simple hecho de haber sentido amor carnal, por disfrutar de algo que la domesticada sociedad reprochaba. 

   La película fue rodada en España y actores conocidos de nuestro cine intervinieron en ella, entre otros Maruchi Fresno en el papel de Bethsheba, en tanto que Eduardo García Maroto realizó las labores de jefe de producción. Fue el último largometraje que rodó King Vidor, un cineasta inolvidable en la historia del cine, nominado cinco veces a los Óscar y premiado honoríficamente por el conjunto de su obra en 1979.  

NOTA: Se recuerda a los lectores que pueden encontrar a María Luisa en FULVA LUX, blog asociado a la URL:   http://mlarnaiz13.blogspot.com.es