EL
ENIGMA DE LAS CIUDADES PERDIDAS
Atonio Campillo Ruiz
La
historia de la creación de los mayas ha llegado hasta nosotros a través del Popol Vuh, un libro del siglo
XVI: “En el origen no
había nada más que silencio y vacío. No había humanos, ni animales, ni tan
siquiera luz ni sonido. Los Dioses, ocultos, habitaban en un profundo océano.
Un día se reunieron para llenar la inmensa Nada. “Tierra”, dijeron los Dioses y
la superficie de la Tierra se materializó de inmediato. “Montañas y valles,
ríos y lagos”. Los creadores no tenían más que pronunciar las palabras para que
todo se convirtiera en realidad. Satisfechos, cubrieron el nuevo paisaje de
árboles y arbustos”.
El mundo estaba compuesto por tres partes: el cielo, el mundo medio y el
inframundo. Xibalba, el inframundo, era el reino de la muerte y las
enfermedades. El mundo medio, el terrestre, era donde vivían los humanos. En
las esquinas del mundo se hallaban los Bacabs, deidades que sostenían el
firmamento. El cielo era el dominio de los cuerpos celestes y el lugar donde
habitaban los dioses. En el centro del mundo medio se alzaba el árbol del
mundo, cuyas ramas se extendían hasta el cielo, mientras las raíces se hundían
hasta las profundidades de Xibalba, donde se podía llegar desde cuevas, lagos y
ríos. El mundo medio semejaba una tortuga o un cocodrilo que flotaban sobre las
aguas que cubrían el inframundo y las montañas y los valles de la Tierra eran la
grupa de los animales.
El
mundo sobrenatural de los mayas estaba poblado por arquetipos que provenían del entorno natural
de la selva tropical: los dioses y los antepasados. Una manera de acercarse a ellos
era a través de la intoxicación con sustancias psicotrópicas en combinación con
ayunos extensivos, música monótona y bailes estáticos que facilitaban el
ingreso a un mundo alternativo. Para alcanzar este estado, los mayas utilizaron
bebidas alcohólicas como el Bolché, alcaloides alucinógenos extraídos de los
hongos o sustancias tóxicas procedentes de los sapos como el “Bufo marinus”.
Las cuevas eran los lugares elegidos para la celebración de dichos rituales, ya
que eran consideradas como los umbrales del inframundo. En conexión con el
conjuro ritual de dioses y antepasados, también se realizaban ofrendas en forma
de sacrificios de animales e incluso humanos, entre los que destacaban los
autosacrificios de sangre de los gobernantes, como parte importante de los
rituales para rogar por cosechas abundantes o campañas militares exitosas. Los
dioses de la lluvia, el comercio, la guerra, la fertilidad, etc., son alguno de
los muchos que poseían. Cada uno de ellos contaba con sus cualidades y
atributos propios. Una de las deidades supremas era Itzamna, dios de la agricultura,
la escritura y la medicina. Chaac era el dios de las guerras y la lluvia. En
general, portaban símbolos que los definían por sus cualidades.
El dios
del Maíz asciende al mundo bailando desde el inframundo sobre los brotes más
tiernos de la planta. Crece con mayor velocidad cuando este baile tiene lugar
sobre el agua que, en las mañanas húmedas, queda atrapada en las ásperas hojas
de las plantas altas, cimbreantes y delgadas, como su dios, que buscan la luz y
favorecen el crecimiento de las semillas. El ciclo de la vida y la muerte posee
una simbología que es paralela al ciclo biológico de la planta sagrada:
nacimiento, crecimiento y desvanecimiento. La mazorca, fruto esperado y
alimento del ser vivo, posee mil por una semilla y, al morir, como el Dios,
vuelve al inframundo y espera el momento para renacer cuando se vuelven a
sembrar los granos que fructificarán para alimentar y cuidar de los hombres,
mujeres y niños, tal y como fueron creados en un principio. El Dios del Maíz
posee un cuerpo delgado, un rostro joven y una frente alargada, como la mazorca
de maíz y de ella, molida, conformó la figura de todos los seres vivos con sus
propias manos.
Entre
los meses de febrero a mayo el clima del espacio que ocupó la civilización maya
es extremadamente seco. Tras ellos, las lluvias lloran sobre el terreno para
dulcificarlo y proporcionar el alimento a través de mazorcas y frutos. Las
precipitaciones llegan a ser seis veces mayores que las que se producen en
Europa durante todo el año. El terreno cárstico de la península de Yucatán y
zonas limítrofes absorbe el agua con gran rapidez alcanzando zonas de lixiviado
profundas. Para evitar su desaparición, todos los reyes mayas invirtieron
grandes esfuerzos en proyectos muy avanzados y se preocuparon de su racional consumo.
Así, durante la temporada de lluvias el agua se almacenaba en grandes cisternas
excavadas en la roca viva y se distribuía para el consumo de los habitantes
humanos, animales, construcción y zonas de cultivo, mediante canales e
infraestructuras complejas. Con ellas, era frecuente que los reyes se dejasen
retratar en altorrelieves y pinturas, orgullosos de ayudar al Dios de la Lluvia
con sus obras.
Para
los mayas, la ubicación espaciotemporal poseía una importancia fundamental.
Dependían de la exactitud de sus cálculos para conocer los ciclos solares,
ritmos naturales e, incluso, predecir sucesos de diversa consideración. El calendario Tzolk’in, un calendario ritual
de 260 días, el calendario Haab, con el que calculaban el año solar de 365 días
y la llamada “Cuenta Larga”, eran los medios que poseían para registrar un
evento de diferentes formas y con una exactitud muy precisa. Su conocimiento
matemático y astronómico fue excepcional. Como base de cálculos utilizaban un
sistema vigesimal modificado con cifras del 0 al 19 de forma eficaz y compleja.
Un gran paso para el conocimiento y estudio de la antigua civilización maya se
produjo cuando, a finales del siglo XIX, Ernst Wilhelm Förstemann estudió
meticulosamente el código Dresde
y logró esclarecer el código numérico y calendárico utilizado, continuamente
reformado por los avances y estudios que realizaban de forma sistemática.
La
sociedad de los mayas estaba organizada jerárquicamente. La cima la ocupaban
los reyes divinos que se rodeaban de la nobleza, los escribanos, los músicos y
los sirvientes. Esta corte se encargaba de importantes funciones
administrativas, del bienestar y del entretenimiento. El rey y su corte vivían
en el palacio en el centro de la ciudad y la nobleza más alta en conjuntos
residenciales en una vecindad inmediata. La realeza no solamente habitaba las
viviendas más ricas, sino que también se vestía de manera más lujosa y con joyería
abundante. Como anécdota podemos señalar que las personas con enanismo y los
jorobados tenían en la sociedad maya un estatus especial. Su complexión
corporal los distinguía y los situaba siempre cerca de los Dioses, una
proximidad que era muy apreciada por los reyes. La corte real y la nobleza
solamente representaban una minoría de la sociedad maya. La mayoría de los
habitantes de las ciudades estado se dedicaban a la agricultura y la ganadería.
Las
alianzas eran fundamentales para la supervivencia de las ciudades mayas. Sin ellas,
las ciudades más pequeñas podían caer bajo el dominio de reyes poderosos. El
imperio maya no tuvo jamás un gobernante único que controlara la totalidad del
territorio, sino que cada ciudad era regida por su propio rey. Poseían el mismo
idioma, religión y costumbres pero eran independientes y con frecuencia los
reyes se encontraban enfrentados entre sí. Su similitud con las ciudades-estado
de la antigua Grecia fue muy significativa y curiosa. El comercio, las alianzas
políticas y las obligaciones fiscales eran su medio de conexión. Las mujeres
desempeñaban un papel relevante a la hora de forjar alianzas y era habitual que
los reyes entregaran a sus hijas en matrimonio a hombres destacados de otras
ciudades para así poder aliarse con familias de diferentes caracteres
consanguíneos y distintas de las que habitaban su propia ciudad. Algunas
ciudades poseían más superficie e influencia que otras. Las más débiles,
sometidas por guerras o no, debían tributar con impuestos a las más poderosas.
Las estelas han dejado el rastro de las diferentes dependencias y cambios de
una ciudad con otra.
El
conflicto entre Tikal y Calakmul dominó el paisaje político de las
ciudades-estado durante el período Clásico Tardío. Las dos potencias lograron
establecer una vasta esfera de influencia con una gran cantidad de estados-vasallos
vinculados. Tikal, sin duda, fue la ciudad más poderosa del Clásico Temprano en
las Tierras Bajas mayas, donde la influencia de la metrópoli de Teotihuacán era
muy evidente. A partir del siglo VI d.n.e. se iniciaron los conflictos con
Calakmul, aunque generalmente, no fueron confrontaciones directas, siendo
guerras entre los aliados y apoyadas por los reyes de Tikal y Calakmul. A pesar
de ello, cada una de estas guerras tuvo impactos dramáticos. A mediados del
siglo VI, Tikal fue vencida por Calakmul y tuvo que entronizar a un gobernante
títere, iniciando un período de debilidad que duró más de cien años.
Posteriormente Tikal logro recuperarse y restablecerse de nuevo como una ciudad
hegemónica en las Tierras Bajas mayas.
Hacia
el año 1000 todas las ciudades mayas estaban despobladas y toda su civilización
había desaparecido. No hay una explicación sencilla para este fenómeno, las
razones son múltiples y el colapso fue un proceso muy largo. Uno de los motivos
parece encontrarse en la desestabilización producida por la victoria de Tikal
sobre Calakmul. En sucesivas guerras, las ciudades anteriormente aliadas a
estas potencias lucharon por la supremacía, extinguiéndose sus dinastías.
Ninguna ciudad logró imponerse en este conflicto y el precio fue muy alto. La
organización interna de las ciudades falló, el poder y el carácter divino de
los reyes fue puesto en duda y el sistema político cayo hecho pedazos. Ya no
existía una élite capaz de superar la crisis. A su vez, un cambio climático agravó
mortalmente la situación con sequías prolongadas y hambrunas. El apogeo de la
cultura maya, basado en el crecimiento exagerado de las ciudades agotó las
reservas de suelo agrícola, lo que obligó a los campesinos a abandonar sus
tierras mientras la selva húmeda recuperaba su espacio y ya no pudieron ni
supieron adaptarse nuevamente.
Antonio Campillo Ruiz
Los Mayas y su mundo, cuanto misterio por conocer, cuanto y cuanto deseo por saber de ellos que se quedó, como muchas otras cosas, en la cola de los "asuntos que estudiaré mañana" ... desde hace 50 años.
ResponderEliminarUn gran artículo, Antonio.
Como siempre, te robo el vídeo, como debe ser así con todo lo que se expone a ser robado.
muy interesante todo esto que cuentas sobre los enigmas, por lo que he leído supongo que estaremos de acuerdo en que todas la civilizaciones se han basado en creencias similares de dioses inventados, chamanes curanderos, reyes, y una continua lucha para poder sobrevivir a través de la catástrofes naturales y las guerras. Muy interesante el saber de esas civilizaciones y sobre todo es todo un reto el que a estas alturas, el hombre de hoy aun no haya descubierto muchos de los secretos que no siendo ocultos, es como si lo fueran
ResponderEliminarUn abrazo ANtonio
Excelente artículo ! Gracias por compartirlo.
ResponderEliminarLa maya es una civilización muy interesante. Cuando estuve todo un mes en México hace 4 años, pude embeberla tanto en sitios arqueologicos del país, como en el Museo Nacional de Atropología en MX, DF que conserva una magnífica colección de piezas.
ResponderEliminarUn abrazo