martes, 15 de noviembre de 2011

DESAMBIGUACIÓN

MASCULINO Y FEMENINO

María Luisa Arnaiz Sánchez

Loulou, Gauguin

   La sociedad está estructurada bajo los modelos de masculinidad y feminidad que deben aprender los futuros ciudadanos para no ser excluidos de ella o motejados infamemente de por vida. ¡Hasta los colores, azul y rosa en la mayor parte de objetos infantiles, siguen constituyendo la paleta cromática con que se identifica a los niños! Sin embargo, el género es una categoría convencional cuyo ámbito no pertenece a lo privado sino a la esfera pública y desde la infancia los pasos están marcados para que los niños perciban y aprendan a diferenciarse de las niñas y a aceptar que, como individuos, no son libres para modificar las categorías establecidas por la sociedad. En “Sapos y culebras y cuentos feministas”, 1994, Bronwyn Davies llevó a cabo un estudio sobre los patrones sexistas en determinados cuentos feministas y con el de “La princesa y el dragón” comprobó que los niños, en lugar de intuir que lo mejor es que las personas sean lo que quieran ser, llegaron a la conclusión de que los adultos premian a los “buenos” y castigan a los “malos”.

Dos bretonas a la orilla del mar, Gauguin

   El relato en cuestión tiene como protagonistas a una princesa maleducada que hace la vida imposible a cuantos la rodean y a un dragón al que le gustaría aprender ballet y “tocar el violín con los ojos cerrados”. La princesa se dirige a la cueva del monstruo para que la capture y así tenga que rescatarla el viejo caballero del lugar, pero el dragón está tocando el piano y no se ocupa de esas cosas. Al poco, intercambian los papeles, transformándose cada uno en lo que quería ser y, a partir de ese momento, la princesa es el colmo de la educación y el dragón es tolerado socialmente. ¿Por qué los niños captaron que los adultos esperan que se produzca un cambio que propicie una situación segura y feliz y no percibieron el mensaje preestablecido de elegir lo que se quiere ser? Es evidente que la organización del mundo no lo permite.

Jóvenes bañistas bretones, Gauguin

   La investigadora australiana verificó también que, aunque a veces los niños adoptan imaginariamente el papel de niñas y estas el de niños, los juegos asumen el género como algo que no puede ser alterado por la fantasía. A esta conclusión llegó tras examinar entre niños de preescolar “The Paper Bag Princess”, “La princesa vestida con una bolsa de papel”, de Robert Munsch, cuento donde la mujer protagoniza el papel tradicional del héroe masculino. En tal relato la princesa Elizabeth, que encarna al héroe que debe enfrentarse con el dragón para salvar a su amada, entra en la cueva para rescatar a Ronald. Ante las diferencias morfológicas entre bestia y mujer, la princesa se vale de todas las argucias para engañar al monstruo y dejarlo indefenso y, cuando se dirige a Ronald, se lleva la sorpresa de que no quiere ser liberado. Él le dice: “Elizabeth, estás hecha un desastre. Hueles a cenizas, estás toda despeinada y estás usando una bolsa de papel mugrienta. Regresa cuando estés vestida y arreglada como una verdadera princesa”. Y ella le espeta: “Ronald, tu traje es realmente bonito y tu pelo está muy bien peinado, pero eres un idiota”.

La rueda de las pequeñas bretonas, Gauguin

   Este final inesperado (no hay boda) junto con la “traslocación” de los roles tradicionales, más las ideas subyacentes de que la mujer puede tomar decisiones y de que el hombre no garantiza la felicidad de una mujer, se apartan de la identidad de género establecida en la sociedad. Habida cuenta de que los niños (ambos sexos) interpretan la masculinidad como “no feminidad” y la feminidad como no masculinidad, que la masculinidad estatuida requiere mujeres sumisas y varones débiles para desarrollarse, y que solo a través de este patrón se comprende y adquiere la categoría hombre y su relación con la mujer, la autora australiana defiende que sería loable enseñar a distinguir entre sexo reproductivo y “posición masculina o femenina”, de modo que los niños, tras explorar ambas posiciones, consideraran su propia conducta y la de los otros.

Niños luchando, Gauguin

10 comentarios:

  1. ¡Cuántos males se derivan de los roles preestablecidos!
    Me encanta cuando se vulneran, sea en la realidad o en el mundo de la cultura.
    Me viene a la memoria con una sonrisa la princesa Fiona (la del ogro Sreck, ¿se escribe así?), que queda fea y feliz para siempre con su ogro bueno.
    Un placer leerte, Mª Luisa.
    Miles de abrazos.

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  2. Un estudio muy profundo, es un ensayo sobre los roles establecidos en y por la sociedad.
    En cuanto a lo de los colores para niño y niña, tienes razón, fíjate yo, a ver cómo me salgo de esa regla social, si me llamo "rosa" jajaja
    Una entrada cuidada en todo, incluyendo las ilustraciones.
    Un abrazo

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  3. A mis amigas del cole ya les decía yo: las chicas con las chicas y los chicos conmigo. Y el cuento de caperucita yo lo contaba a mi manera y siempre acababa el lobo corriendo y caperucita en ropa interior persiguiéndole. Puntos de vista.

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  4. Muy interesante entrada con esos roles que nos marcan desde pequeños. Muy bueno y muy bien tratado el tema. Las ilustraciones , hermosas. Un abrazo.

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  5. Hablaba del género, Isabel, pero te confesaré que tenía la mente puesta en Don Quijote, muerto en su cama atrapado por el sistema. Otro abrazo.

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  6. La polisemia de tu nombre, Rosa, se presta a complicidades y casi seguro que tendrá anécdotas que contarnos. Un abrazo.

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  7. Qué precocidad, Lola. Puesto que los transgresores son castigados por el sistema, no está mal subvertir el orden. Un abrazo.

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  8. Cómo me gustaría, Alma, que se interiorizara aquello de que, según la posición que se adopte, las consecuencias varían. Un abrazo.

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  9. Fantástica entrada Antonio y cuanta razón en las palabras escritas. En los juguetes se clasifica el sexo y la sociedad ve raro un niño paseando a una muñeca en un caro, sin embargo no ven tan raro a una niña jugando a coches. Los tiempos no cambian para clasificar que juego es para niños o niñas, salvo que en la vida actual el papel de padre de hogar existe y madre trabajadora también, es hora de cambiar el papel a los juguetes. Un niño tiene tanto derecho a jugar con una muñeca , como una niña con un balón. Puede que así, el niño sea un esposo y padre excelente y la niña una luchadora impecable.

    Un fuerte abrazo cariñoso para ti, Antonio

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  10. Hola, Eva, aunque no leas este comentario, te doy las gracias y te recuerdo que el artículo lo escribí yo.

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