VERDAD Y LIBERTAD
Antonio Campillo Ruiz
Heliotropium arborescens
No se trata de saber si persiguiendo la
justicia lograremos preservar la libertad.
Se trata de saber que, sin la libertad, no
realizaremos nada y perderemos a la vez
la justicia futura y la belleza antigua
Albert Camus
“Arbeit macht frei”, “El trabajo te hace libre”, era el gran letrero que asesinos de un régimen político nefasto para el mundo hicieron forjar a los propios “trabajadores”, en realidad prisioneros, en Auschwitz. Sin embargo les convirtió en esclavos y fueron, indiscriminadamente, a la muerte sin tener en cuenta su condición de seres humanos que deben ser respetados. La verdad nos hará libres. Sí, es posible que el saber verdadero, investigado y probado, también lo haga pero son pocas las razones que poseemos para creer que es cierto lo que nos programan para aprender. Es frecuente que aquello que siempre quisimos saber lo comprendimos mal, sentimos una gran atracción al ver aquel dibujo que pretendía explicar hechos que se transformaban en sueños inolvidables y que nunca fueron como nuestra fantasía nos mostró, teorías complejas e incluso aquel señor de barba rojiza, en color, abrieron un mundo que posteriormente se fue ampliando hasta conseguir apreciar diferentes explicaciones sobre el mismo suceso. Sí, necesitábamos saber que nuestro interés, nuestros sueños y fantasías, algunos eran verdaderos y muchísimos otros falsos. Nunca supimos distinguirlos y, muchos de ellos nunca los sabremos diferenciar.
Creímos que la Ciencia Matemática era exacta y pura que nos proporcionaba un pensamiento racional y la verdad hasta el día en el que, mediante un pequeño sofisma, descubrimos que cero era igual a uno. ¡La desilusión fue impresionante! La Ciencia Matemática también podía impedir que fuésemos libres mediante la verdad. Descartando sin descanso diferentes enseñanzas, empezamos a comprender que sería una ardua labor poder conseguir una verdad libre de apaños raros y enrevesados caminos por los que circulaban sin cesar la ignorancia, la malpráctica y muy especialmente rutas novedosas que eran introducidas sobre la marcha por quienes, dudando de su propia capacidad, emitían juicios personales y dejaban a un lado la veracidad de los hechos por estudiar.
¿Somos menos libres por todo lo expuesto? Probablemente deberemos contestar con un enorme sí. ¿Podrían haber sucedido otros motivos que impulsaran nuestras mentes hacia caminos distintos si la veracidad de lo aprendido fuese exacta? Definitivamente, sí. ¿Por qué no se realizó pues? Pues quizás por lo que pensaba Albert Camus: “Lo que sé, lo que es seguro, lo que no puedo negar, lo que no puedo rechazar, eso es lo que importa.” Y lo que importa nunca ha sido, para muchos de los habitantes de la Tierra, seguro, innegable, irrechazable, ni mucho menos importante. Entre la verdad y el saber camina la libertad. La negación de la verdad depende de quienes proponen las teorías falsas: gobernantes, eclesiásticos, iluminados, grandes hombres que la Historia ha proporcionado y recomendado, como sus biógrafos, desde el poder, reescribir lo acaecido sin ninguna decencia para la libertad.
“Bien analizada, la libertad política es una fábula imaginada por los gobiernos para adormecer a sus gobernados.”, decía Napoleón Bonaparte, insigne autocoronado emperador de Francia y aclamado hasta decir basta en Córcega. Un pensamiento muy edificante para una sociedad que debía de haber empezado a ser cada día más justa y libre. El saber lo proponen, igualmente, los gobernantes sagaces y pensadores insignes. Claro que, volviendo a Albert Camus podemos recordarle cuando decía: “La única manera de lidiar con este mundo sin libertad es volverte tan absolutamente libre que tu mera existencia sea un acto de rebelión.” Y rebelarse contra las normas cuando el estudio depende de uno mismo es la ley más justa que se puede aplicar. Muchos lo han llevado a cabo pero otros no han poseído la oportunidad ni el momento para poder hacerlo. Se construye de esta forma una sociedad tan dividida que el enfrentamiento dialéctico e incluso brutal y guerrero proporciona una masacre de la racionalidad humana.
“Bien analizada, la libertad política es una fábula imaginada por los gobiernos para adormecer a sus gobernados.”, decía Napoleón Bonaparte, insigne autocoronado emperador de Francia y aclamado hasta decir basta en Córcega. Un pensamiento muy edificante para una sociedad que debía de haber empezado a ser cada día más justa y libre. El saber lo proponen, igualmente, los gobernantes sagaces y pensadores insignes. Claro que, volviendo a Albert Camus podemos recordarle cuando decía: “La única manera de lidiar con este mundo sin libertad es volverte tan absolutamente libre que tu mera existencia sea un acto de rebelión.” Y rebelarse contra las normas cuando el estudio depende de uno mismo es la ley más justa que se puede aplicar. Muchos lo han llevado a cabo pero otros no han poseído la oportunidad ni el momento para poder hacerlo. Se construye de esta forma una sociedad tan dividida que el enfrentamiento dialéctico e incluso brutal y guerrero proporciona una masacre de la racionalidad humana.
Antonio Campillo Ruiz
Maravillosa entrada, Antonio, es cierto todo lo que aludes, la libertad nunca será plena, porque estamos condicionados por muchas situaciones, que van desde el lugar donde naces, hasta los valores que se tienen como ciertos. Y no hay peor forma de expresar la libertad que cuando se llega al fanatismo de creernos en la posesión de ella.
ResponderEliminarDices muy bien cuándo afirmas que... "Se construye de esta forma una sociedad tan dividida que el enfrentamiento dialéctico e incluso brutal y guerrero proporciona una masacre de la racionalidad humana."
Y así es, y creo que el mundo y en el momento que habitamos, la libertad, no la tenemos nadie, porque la base está en reconocernos iguales, y que nadie sea más que nadie. Y sin embargo el poder y el dinero, son los que se ciñen la corona.
Un abrazo.
Una entrada genial.
ResponderEliminarEscribes de una manera excelente.
Un fuerte abrazo y gracias por todo lo que se aprende al leerte.
"Entre la verdad y el saber camina la libertad. La negación de la verdad depende de quienes proponen las teorías falsas". Me encantaría, te lo juro, hacer un afiche con estas palabras tuyas, y pegotearlo por todo el centro de Buenos Aires. A quien le quepa el sayo...Excelente artículo, y ni qué hablar de las ilustraciones que le has escogido. Abrazos, Antonio.
ResponderEliminarAmigo Antonio, aunque soy de los que pienso de que la libertad es subjetiva, en este caso estoy de acuerdo con el pensamiento que nos pones de Camus, la libertad debe ser un preciado tesoro a preservar junto con la verdad. Y pensar que en la dictadura hemos sido educados con la mentira y sin libertad..
ResponderEliminarUn abrazo
Sabio, tremendo, maestro Campillo. Las tres frases de Camus son excepcionales pero tu artículo, para mi, aún más. Por ser desconocida para mi, hoy me quedo con la Bonaparte: “Bien analizada, la libertad política es una fábula imaginada por los gobiernos para adormecer a sus gobernados.”
ResponderEliminarDifícil es lo que nos propones, Antonio. Libertad, verdad, sabiduría, ciencia, creencia. Todos estos conceptos escapan a la mera deffinición fácil y huyen de las interpretaciones. ¿Es la libertad un concepto único e indivisible? ¿Atiende a interpretaciones? Sólo con esa disquisición tendríamos para varios volúmenes enciclopédicos.
ResponderEliminarUn saludo
Definitivamente no somos libres, Antonio, pero nos queda un resquicio,único, tener la ilusión de serlo y permitir que la tengan los demás. Es el único sueño que puede darnos esos minutos de felicidad (otro fantasma más).
ResponderEliminarMagnífica entrada, como siempre.
Un abrazo