viernes, 29 de abril de 2011

ESCLAVOS SEXUALES

PUERI DELICATI

María Luisa Arnaiz Sánchez

Siegfried Zademack

   La liberación de quienes se encuentran sometidos a la condición de esclavos sexuales, de quienes se encuentran cosificados como objetos de placer, creo que es inalcanzable. Se podrá acabar con la atadura física pero las marcas psíquicas dicen que son imborrables. Si cualquier modo de esclavitud es condenable, cuánto más esta cuya monstruosidad conlleva la corrupción de menores. Como observo que entre los estudiantes ha hecho fortuna la idea de que quien se dedica a la prostitución es porque quiere y puede entrar y salir de ella cuando le apetezca -ojo al dato sociológico-, presento este artículo que parte de un hecho real y confluye en otro actual omitido por la censura de muchos países y por la hipocresía cómplice de los que callan. 

Siegfried Zademack

   “Yo no he visto o creado nada tan dulce, nada, lo confieso, en el mundo entero. De buen grado cederá ante ti el niño de Latmos, Endimión, y el de Sangaro, Atis, y aquel que fue consumido por su vano reflejo en la fuente y por un estéril amor, Narciso. A ti te habría preferido la cerúlea Náyade y te habría arrastrado con mayor fuerza tirando del cántaro, Hilas. Tú, niño, superas a todos. Únicamente es más hermoso que tú aquel a quien vas a ser entregado” en “Silvas” de Publio Papinio Estacio.

Siegfried Zademack

   El tópico literario correspondiente al término alemán “Überbietung” recibe en español el nombre de “sobrepujamiento”. Este recurso, empleado desde la Antigüedad, consiste en comparar a alguien o a algo con otras figuras pretéritas a sabiendas de que las presentes superan a las pasadas. Lógicamente se recurre a él con la intención de encomiar y así se puede comprobar en el fragmento propuesto que, para encarecer la hermosura de Earino, el niño ofrecido como “esclavo sexual” al emperador Domiciano, Venus invoca a varios efebos mitológicos a los que aventaja en belleza (el panegirista se cuida de ensalzar a la vez al último emperador de la “gens” Flavia). 

Siegfried Zademack

   “Pueri” es el plural de “puer”, niño, que podía interpretarse como “impúber sometido a abusos sodomíticos”, “escanciador” o "copero". Entre los romanos había una metonimia, “deliciae”, o se aplicaba un adjetivo al sustantivo, “pueri delicati”, para denominar a los niños “amados” por los hombres. Aunque los términos mencionados no eran sinónimos, acabaron refiriéndose al “erómenos”, al esclavo sexual favorito. Los cuatro jóvenes mitológicos nombrados por la diosa compartieron un mismo trágico destino y, según el orden de aparición, tienen en común con Earino que permanecieron jóvenes, fueron castrados, contemplaron su propia imagen y fueron “pueri delicati”.

Siegfried Zademack

   La “Silva” III se inicia con tres invocaciones: al cabello de Earino, al dios Asclepio y a la ciudad de Pérgamo, pues la obra celebra el envío de la melena del joven al templo del dios de la medicina en dicha localidad (ofrendar a los dioses el pelo de la cabeza o de la barba para obtener un favor o por haberlo alcanzado era una moda griega que Roma adoptó a disgusto). Por analepsis -flashback- se remonta a la niñez de Earino cuando Venus lo descubrió en la cuna de los pergaminos, lo trajo a Roma y lo regaló a Domiciano; sigue su castración con el fin de preservarlo bello y aniñado y continúa de nuevo en el presente, describiendo el corte de pelo, los preparativos del envío y la oración de Earino pidiendo la eterna juventud para el emperador.

Siegfried Zademack

   Flavio Earino llegó a Roma siendo Domiciano emperador -lo fue en octubre del 81- y tuvo que ser castrado antes del año 82, puesto que Domiciano prohibió las castraciones en esa fecha. Su influencia en la corte imperial debió de ser enorme pues encargó a Estacio la composición de la obra citada y Marcial le dedicó seis epigramas. El poeta la escribió en el 94 y nos proporcionó un valioso dato sobre el joven: si no hubiera sido eunuco, hubiera celebrado su “depositio barbae”. Dado que dicha ceremonia se efectuaba a los diecisiete  o dieciocho años, a esa edad terminó su condición de favorito sexual.

Siegfried Zademack

    Así pues, el poema narrativo cuenta la vida de Earino hasta el momento de su liberación como “esclavo sexual”, simbolizada en el corte de pelo (los toreros se “desligan” de la muerte tras cortarse la coleta, valga la analogía). Entre ambos varones, amo y esclavo, se establece una relación matrimonial: el eunuco está caracterizado como una “novia” y lleva el pelo recogido según la tradición romana en seis trenzas atadas con una cinta, "sex crines", se ruboriza continuamente y viste el traje nupcial rojo,“flammeum”. El autor se contuvo en la loa del cabello, ya que Domiciano estaba acomplejado por su calvicie, pero quizás se vengó de él al emplear una alusión subliminal, como algunos creen, en la plegaria que hizo Earino pidiendo eterna juventud para su amo pues se sobrentiende que, si se castrara, la obtendría. 

Siegfried Zademack

   En cuanto a los mancebos que sirvieron para comparar a Earino, diré que sobre Endimión las leyendas, como siempre, divergen pero la más emotiva es la que lo presenta como un hermoso pastor del que se enamoró Selene. Ella pidió a Zeus que lo mantuviera joven eternamente y el dios se lo concedió, haciéndolo caer en un sueño continuo (es un “bello durmiente” inmarcesible, al que Diana -la luna- visita cada noche). 

Diana y Endimión, Pier Francesco Mola

   Atis, del que ya hablé -títulos Incesto y Pederastia-, fue el amado de Cibeles que se autocastró para ser fiel perpetuamente a la diosa (de su sangre nacieron las violetas).


Atis, Donatello

   Narciso, según la versión helénica, desdeñó a Amenillas y en son de burla le dio una espada con la que ella se suicidó, no sin antes pedir a Némesis que le hiciera conocer el dolor de ser rechazado. Cuando Narciso se enamoró del bello joven que vio reflejado en el agua -su propia imagen- y se inclinó para besarlo, este lógicamente se esfumó, por lo que se consumió transido de dolor (de su cuerpo nacieron los narcisos). 

Narciso, Gyula Benczur

   Hilas era hijo de Tiodamante, rey de los dríopes, a quien el héroe griego Heracles mató. El semidiós, modelo de la virilidad, lo educó y lo convirtió en su “puer delicatus”. Embarcados con los argonautas, recalaron en Misia y allí, mientras Heracles buscaba madera para reparar la nave, Hilas se adentró en la maleza en busca de agua y fue raptado por las ninfas a causa de su extrema belleza (desde entonces cada primavera es llamado y se celebra una fiesta en el lugar). 

Hylas Surprised by the Naiades, John Gibson

   Pues bien, apelando a la tradición como argumento de autoridad, se mantienen o renuevan abusos que repugnan a la mayor parte de la humanidad y que están tipificados como delitos en buena parte del planeta. Afganistán ha recuperado la inveterada costumbre del Bacha Baz, prohibida por los talibanes. Es una manera de practicar la esclavitud sexual con niños entrenados como bailarines y que, vestidos de mujer, satisfacen la lascivia de los hombres. Muchos han sido violados y repudiados por su familia y, aunque suelen ser liberados a los diecinueve años, el estigma de haber vivido como “una bacha” es difícil de superar (BBC).



Es muy recomendable visionar el vídeo a plena pantalla.

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martes, 26 de abril de 2011

MADERA DE SÁNDALO

CONVERSACIONES CON MI HIJA LAURA – V
Cuando el sabor se huele y el olor se gusta

Antonio Campillo Ruiz


   En el cine las limitaciones de la percepción sensorial, sólo audio y vídeo, han suscitado en algunos especialistas, a pesar de su difícil solución, arduas investigaciones. ¿Por qué sólo dos sentidos para “percibir” la realidad cinematográfica? Lo lógico y oportuno, salvo impedimento fisiológico, sería que lo ficcional pudiera percibirse por nuestros cinco sentidos.

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   El gran sofisma de los técnicos, que no creadores narrativos, es la comparación entre cine y realidad. El cine nunca es realidad. Creo que ningún buen narrador cinematográfico se lo ha planteado así cuando ha empezado el rodaje de una película. El cine, como ya hemos señalado otras veces, es una fantasía, una ilusión, un sueño, que acontece en nuestro cerebro. En más de una ocasión hemos hablado Laura y yo acerca de que la narración cinematográfica no tiene existencia sin la "magia" del espectador, puesto que las imágenes poseen una naturaleza física estática que tiene que ser activada y dinamizada por la mente de quien visiona el filme. Además, la perspectiva bidimensional es capaz de llevar al engaño con facilidad. ¡Qué compleja es la percepción! ¡Y qué subjetiva!

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   El olor-visión y el odorama fueron un intento fallido de involucrar en “la correcta realidad de lo virtual” un nuevo sentido, el olfato. Como el lector puede comprobar a través del enlace que se ha creado, tanto el olfato como el gusto son dos sentidos de una pureza y complejidad fisiológicas elevadas e íntimamente relacionados. El estado molecular de las sustancias debe ser gaseoso en el caso del olfato; líquido, en disolución líquida o semilíquida, en el del gusto. Sin embargo, el estrecho vínculo entre ambos se traduce en una excitación gustativa al oler sustancias volátiles y en una sensación olfativa al gustar sustancias que desprende compuestos volátiles. Posiblemente esta fuera la motivación en el ánimo de quienes pretendieron implicar al olfato, ya que a través de este sentido se excita, aunque parcialmente, el que está relacionado con él y es casi complementario.

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   Bien, tanto Laura como yo creemos que fueron innecesarias las investigaciones y pruebas técnicas que condujeron a investigadores y expertos a un fracaso sin posibilidad de sustitución. El cine continuó sin parecerse, ni por asomo, a la realidad con este invento, fuera cual fuese la forma de utilizarlo. Incluso muchas veces la narración cinematográfica era menos extraordinaria que la realidad.

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   Hablamos largo tiempo de la peculiaridad de los humanos para recrear hechos, concebir relatos y entender narraciones, empleando sólo los dos sentidos que facilitan la interpretación de la imagen dinámica. Cuando la comprensión suscita una verdadera sensación fílmica, el cerebro es capaz de recomponer, relacionar y procurar, emociones no percibidas por el resto de los sentidos. Claro que para ello, los elementos técnicos de la narración cinematográfica deben ser muy, pero que muy correctos. Es decir, el realizador debe sugerir perfectamente toda clase de emociones susceptibles de generar los códigos, que los neurotransmisores harán llegar a los centros de percepción y recuerdo de nuestra mente, a pesar de ser virtuales. Entonces se producirá la percepción sentida pero no vivida.

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   ¿Sabes?, Laura, siempre que tengo oportunidad de revivir las exquisitas imágenes de esta joven alquimista de las especias, recuerdo uno de los muchos pensamientos de রবীন্দ্রনাথ ঠাকুর: “Sed como la madera de sándalo que perfuma hasta el hacha que la corta”.


   Tal vez el ejemplo más complejo y más difícil de admitir sea aquel que, queriendo ser conmovedor, es imposible de relacionar con recuerdos o vivencias anteriores. Siempre que existan estos, provocar en el espectador una percepción turbadora es relativamente fácil. Cuando no existe en nuestro cerebro un patrón comparativo de agitaciones internas anteriores, la explicación de fenómenos provocados por emociones no perceptibles es tan difícil que buscamos, quizás en vano, algún hecho que en nuestra memoria haya sido tan potente como el expresado en la narración. Con frecuencia no es posible encontrarlo y nuestra frustración se traduce en incredulidad, rechazo y, a veces, en anhelo de experimentación.


   Jean-Baptiste Grenouille, nacido de la mente de Patrick Süskind en la novela “Das Parfum, die Geschichte eines Mörders”, fue el protagonista en la gran pantalla de una película con el mismo título original “El perfume: historia de un asesino”. La dirigió Tom Tykwer en 2006. Escritor y adaptador cinematográfico expresan cómo todos los habitantes de una ciudad provinciana, Grasse, son poseídos de un deseo incontrolable, el conocimiento del amor, gracias al extraño proceso de oler el perfume de quien ha provocado la desgracia de Jean-Baptiste, la vendedora de ciruelas accidentalmente muerta. Al carecer el espectador de ese recuerdo odorífico femenino, le resulta imposible satisfacer, ni siquiera virtualmente, lo que sienten los habitantes de Grasse y el mismo protagonista. En verdad, solo se puede suponer el leitmotiv de la narración literaria o cinematográfica. 


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jueves, 21 de abril de 2011

RELIGIÓN Y LUJURIA

LEYENDA DE SAN PLÁCIDO

María Luisa Arnaiz Sánchez

Igor Samsonov

   Las supersticiones de toda índole y las más absurdas creencias en toda clase de hechicerías y morbos se fundían en las mentes de los españoles del XVII, época a la que se circunscribe la leyenda sobre la que hablaré. Ni siquiera personas instruidas escaparon a las supercherías que un siglo después combatiría el padre Feijoo, lo que demuestra la falta de crítica y cómo se modelaron las mentes en nuestro país. Así se presenta el conde duque de Olivares, cuya exacerbada credulidad le llevó a confiar en tretas tales como la que empleó Jerónimo de Liébana para embaucarlo: lo convenció de que había enterrado un hechizo en Málaga que surtiría efecto a partir de 1643 y gastó grandes sumas en que el astuto hechicero anulara el maleficio. Después, sospechando el fraude, lo envió a la Inquisición, que lo condenó a reclusión perpetua.

Igor Samsonov

   En 1615 Felipe IV, de diez años, se casó con Isabel de Borbón, de trece, hija de Enrique IV de Francia y María de Médicis. Aunque tuvieron siete hijos, su descendencia se vio malograda desde el primer momento: el príncipe Baltasar Carlos murió a los diecisiete años y solo sobrevivió María Teresa, casada con el Rey Sol. Esta desgracia y la necesidad de un heredero fueron la razón de que el valido del rey diera el puesto de médico de cámara de la reina a un clérigo menor con fama de brujo, Andrés de León, que había sido condenado dos veces por la Inquisición. El papanatismo llegó al extremo de que el antiguo fraile perfumó y bendijo diez camisas de la reina, “de lo cual echó unas purgaciones que impedían concebir.”

Igor Samsonov

   Tres episodios aureolan el reinado de Felipe IV: los presuntos amores de la reina con el conde de Villamediana; los del rey con la Calderona, cuyo idilio trajo al mundo a don Juan José de Austria en 1629, primer bastardo reconocido de la monarquía española; y las  sacrílegas aventuras lascivas del rey con las monjas del convento de san Plácido, en las que le sirvió de tercero el propio conde duque. Este suceso, entreverado de donjuanismo al más puro estilo nacional, está trufado por la fantasía pervertida y sensual, que ha hecho estragos secularmente en la psique de los españoles gracias a la represión sobre sus conciencias. 

Igor Samsonov
   
   El convento de san Plácido se fundó en 1623 en Madrid por doña Teresa Valle de la Cerda, que aportó veinte mil ducados para su construcción con el fin de ser la priora; con otros tantos ducados colaboró su pariente, don Jerónimo de Villanueva, protonotario del reino, en quien concitaron su odio los catalanes por ser el causante de la nefasta política en Cataluña de su amigo íntimo don Gaspar de Guzmán, el conde duque. La primera vez que el convento se vio envuelto en un escándalo público fue en 1628 y vino de la mano de don Francisco García Calderón, el confesor de la comunidad, que en Sevilla había sido tenido por alumbrado. La Inquisición prendió al libidinoso que tenía cincuenta y seis años, el cual, abusando de su autoridad, había provocado una ola de histerismo entre las treinta enclaustradas y lo procesó junto con veinticinco monjas.

Igor Samsonov

   Según las actas del proceso, don Francisco “aconsejaba a las monjas que no se mortificaran…las exorcizaba, las llamaba mi reina y mi chiquilla, las acariciaba e incluso, comía con ellas y llegaba a darles algún bocado en la boca” y es que los alumbrados mantenían que debían ayuntarse con varias mujeres para engendrar profetas. Dado el pasado del confesor, no extraña que satisficiera su lascivia con las que había persuadido de que los pecados sexuales eran gratos a Dios. El médico de las religiosas diagnosticó el caso como de posesión demoníaca y ellas declararon que “Peregrino raro”, un diablo, las poseía. Transcurrido dos años, se conoció la benévola sentencia: don Francisco fue condenado a encierro perpetuo en un convento, doña Teresa a cuatro años en el Real de Toledo y las demás monjas fueron diseminadas en diferentes monasterios.

Igor Samsonov

   Como el juez del proceso había sido malintencionado por ser enemigo del confesor, a los ocho años se revisó la sentencia y se absolvió a las monjas: “que…(las) sentencias promulgadas contra ellas no las obstan ni pueden obstar para ningún efecto”. La relación de este hecho con el conde duque estriba en la fama de “adivinadoras” que adquirieron las religiosas después de ser encausadas. Sabida la debilidad de don Gaspar por lo extraordinario y habida cuenta de su obsesión por carecer de descendencia -su única hija había muerto en 1626-, buscó en la  visionaria priora predicciones acerca de su capacidad genésica.  Sin embargo, la perversidad del pueblo, reprimido sexualmente, pronto “encontró” sentido a las visitas del privado a san Plácido.

Igor Samsonov

   Apareció un libelo -los enemigos del conde duque eran cientos- que describía una escena depravada, mezcla de religión y lujuria, que ha servido para perpetuar una calumnia: “llevó el Conde Don Gaspar de Guzmán a su mujer a San Plácido, y en un oratorio tuvo acceso con ella, viéndolo las monjas que estaban en él, de que resultó hincharse la barriga de la Condesa, y al cabo de once meses se resolvió, echando gran cantidad de agua y sangre, lo cual fue muy público en Palacio; y las monjas decían: o Dios no es Dios o esta señora está preñada”. También se escribió que once monjas habían contemplado el coito en representación de los apóstoles, sin Judas claro, para asegurar la coyunda. Las actas inquisitoriales dicen que todo consistió en oraciones y consejos, lo que parece lógico, y no en el lúbrico pasaje descrito.

Igor Samsonov

   Años más tarde el convento volvió a estar en candelero por algo que se dijo que ocurrió dentro de sus paredes y cuyo testimonio se debe a la pluma de Mesonero Romanos ¡un siglo después! Contó el madrileño que, estando juntos un día Felipe IV, el de Olivares y el notario Villanueva, este -¿intencionadamente?- encomió la belleza de sor Margarita de la Cruz y el sensual rey, disfrazado, acudió al locutorio monjil y quiso poseerla. La casa de Villanueva lindaba con el convento y fue fácil abrir la vía sacrílega para que el rey lograra su propósito pero, enterada la priora, quiso proteger a su pupila de la real lujuria: mandó a la monja que se hiciera la muerta y rodeó el estrado, donde se colocó, con cirios. Cuando el notario, que encabezaba la marcha, se topó con el espectáculo, hizo retroceder al rey y al valido. 

 Igor Samsonov

   Es obvio que el chascarrillo tiene todos los ingredientes de la genuina tradición macabra y donjuanesca española, sin embargo Hume lo difundió como verídico y consta que cada versión posterior le añadió algo nuevo como: “volvió el Conde sus baterías hacia la superiora y al fin consiguió su intento, pasando la adulación desde el sacrilegio a la irreligión…y puesta (la monja) en rica gala de azul y blanco, en traje de Concepción, se daban al lecho el Rey y la dama; y el Conde y Don Jerónimo, con dos incensarios, les daban oloroso perfume alrededor de la cama”. Si hubiera habido algo de verdad en este asunto, no cabe duda de que hubiera aparecido en otros libelos porque al de Olivares se le atribuían no pocas insidias.

Igor Samsonov

   Se cuentan más despropósitos e infundios acerca de esta leyenda que apuntan a interés difamatorio. Ya en 1629 Quevedo, enemigo de don Gaspar, había escrito: “El conde, sigue ‘condeando’ y el rey durmiendo, que es su condición. Hay, parece, nuevas odaliscas en el serrallo y esto entretiene mucho a Su Majestad y alarga la condición de Olivares para pelar la bolsa, en tanto que su amo pela la pava”. A tenor de lo dicho y para terminar, recordaré la décima anónima dedicada al convento de la “Concepción Real”, antigua residencia del conde de Chirel cuya hija había parido al primer bastardo de Felipe IV:

Caminante, ésta que ves
casa, no es quien ser solía;
hízola al rey mancebía
para convento después.
Lo que un tiempo fue y lo que es,
aunque con roja señal
y título en el umbral,
ella lo dice y enseña
que casa en la que el rey empreña
es la “Concepción Real”.

 Igor Samsonov

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NOTA IMPORTANTE.- El documento audiovisual que se adjunta es un montaje especial y libre de la película “El rey pasmado” de Imanol Uribe, 1991, para DACTYLIOTHECA. Además de ser una de las realizaciones más sobresalientes del cine español y poseer multitud de premios nacionales e internacionales, es probablemente la película española que más fielmente refleja la decadencia de un imperio y la degeneración de una dinastía.

domingo, 17 de abril de 2011

ALEVOSÍA

SIGNIFICACIÓN

María Luisa Arnaiz Sánchez
Antonio Campillo Ruiz


   El concepto de “decoro” requiere no solo que lo narrado haya de ser creíble sino también congruente con la realidad, es decir, en los relatos hay que evitar las contradicciones con el mundo que sirve de referente. Este criterio aristotélico, que influye en todas las fases del proceso narrativo, se acrisoló con el que formuló Tzvetan Todorov: el de INFRACCIÓN AL ORDEN, que implica comprobar las infracciones producidas en la estructura de significación a lo largo de un relato, con el fin de “llevar” a un significado específico. Para ello es preciso verificar:
 a) lo implícito y lo explícito
 b) el proceder en la ficción y en la realidad
 c) el desenlace
 

   Respecto del primer apartado, es sabido que Flaubert fue quien enseñó a todos los novelistas a servirse tanto de lo explícito como de lo implícito en el desarrollo de la acción. Ejemplo elocuente es la conversación de Emma Bovary y Rodolfo en medio de los comicios de Yonville. Charlando anodina pero comprometedoramente, ella, que desea ser seducida, expresa su insatisfacción y el seductor su melancolía: “hablaron de la mediocridad provinciana, de las vidas que se ahogaban, de las ilusiones que se perdían…es preciso -dijo Emma- seguir…la opinión del mundo y obedecer su moral…Y le cogió la mano. Ella no la retiró. “¡Conjunto de buenos cultivos!” exclamó el presidente. -Hace poco cuando fui a su casa…“Al señor Bizet”…”. La relación sexual de nefastas consecuencias para la protagonista se está gestando a la luz pública.


   Pero, como es fácil de comprobar, lo que se oculta responde a una ideología, esto es: la burguesía se sustenta en la indisolubilidad del matrimonio y tolera el adulterio, las adúlteras no merecen ninguna consideración social, los hombres burlados son acreedores de favor pues se les ha infligido un daño, la mujer es una menor a la que hay que llevar de la mano, etc. Luego lo implícito juega el mismo papel que lo explícito y es necesario tenerlo en cuenta al entretenerse con una novela, película, partitura, o “tragando” televisión. Amparándose en la peripecia de la novela, los cancerberos de la moral llevaron a Flaubert ante los tribunales, algo típico de quienes ven peligrar su poder, pero la superioridad de un autor se muestra especialmente en lo que elude y, conforme a esto, es paradigmático el encuentro amoroso de Emma y León en el fiacre que no cesaba de dar vueltas por las calles de Rouen y que habían tomado después de las once en la catedral.


   “-¡Vete a buscarme un coche!...Se quedaron solos unos minutos frente a frente y un poco confusos.
-¡Ah León! ¡Verdaderamente no sé si debo!..-¡En París sí se hace! Y estas palabras, como un irresistible argumento, la hicieron decidirse…-¿A dónde va el señor?, preguntó el cochero. -¡A donde usted quiera!, dijo León metiendo a Emma en el coche. Y la pesada máquina se puso en marcha. Bajó por la rue Grand-Pont, atravesó la Place des Arts…-¡Siga!...Entró al galope en la estación…-¡No, siga derecho!...Se paró por tercera vez ante el Jardin des Plantes. -¡He dicho que siga!...En pleno campo, cuando el sol pegaba fuerte en los viejos faroles plateados, salió una mano desnuda por debajo de las cortinillas de lona amarilla y tiró unos pedacitos de papel, que se dispersaron al viento…Por fin, hacia las seis, el coche se detuvo en una callecita…y se apeó de él una mujer que bajando el velo, echó a andar sin volver la cabeza.


   Pues bien, con la intención de sugerir la bondad del perdón y de aceptar la contradictoria existencia, Galdós contó en “El abuelo” las consecuencias de un engaño matrimonial. Cuando José Luis Garci llevó a la pantalla esta obra bajo el mismo título, escamoteó hasta tal punto la compleja situación creada por el escritor, que presentó una dualidad moral que hacía incomprensible la crónica familiar: los ricos son los buenos; don Rodrigo y el maestro “eligen” a la nieta espuria basándose en una corazonada y la legítima desaparece; el prior, por interés impropio en un católico, permite encerrar al viejo y resarce este “pecado” revelando la verdad, etc. Por tanto, fuera del añadido religioso no imputable a Galdós, lo implícito evidencia la ideología conservadora y burguesa del laico que no se cuestiona nada y silencia su conciencia. 


   En cuanto al segundo apartado, examinemos “La verdad del caso Savolta” de Eduardo Mendoza, obra cuyos hechos se desarrollan en 1918 en Barcelona, donde la clase obrera reivindica mejoras que la burguesía pretende evitar, llegando incluso a contratar a matones para “disuadir” a los subversivos. El autor inventa las circunstancias  pero, gracias a la manipulación de la realidad y al desenlace, que revela que los culpables venían de fuera -tópica justificación basada en lo foráneo como malo-, el urticante protagonismo de parte de la sociedad catalana en la represión de los trabajadores se asumió por los catalanes. Por consiguiente, las infracciones entre ficción y realidad demuestran la consecución de un fin premeditado. 


   El mismo tipo de vulneración se observa en “You’re the One” de José Luis Garci. En la historia de la innominada posguerra española se evocan personajes y situaciones, expresamente edulcorados por el autor, respecto de lo que fue sin lugar a dudas una época trágica. Así, resulta inverosímil la figura del guardia civil que, en la zona de los maquis y en 1946, tolera paternalmente las andanzas de los rojos de la localidad, o la del cura, o la soflama con que la tía Gala instruye a los fascistas acerca de la libertad. Sin temor a dañar la memoria histórica, Garci elimina todo lo que puede molestar a los levantiscos en aras de la hegemonía conservadora y rinde tributo a “Sospecha” de Hitchcock, “Si no amaneciera” de Mitchell Leisen, “Tú y yo” de Leo McCarey, “Sucedió una noche" de Capra y “Gunga Din” de George Stevens.


   Antonio Elorza desaprobó en enero de 2001 la tergiversación de los hechos históricos en las creaciones artísticas, basándose en el concepto de Teodorov, ya que no cabe aducir neutralidad ideológica cuando la realidad se manipula. Tras la Segunda Guerra Mundial se realizaron magníficas películas como “La tierra tiembla” de Visconti, “Ladrón de bicicletas” de Vittorio de Sica, o “Roma, ciudad abierta” de Rosellini, porque cristianismo y comunismo, ¡qué diferentes ideologías!, se aliaron en pro de la liberación. Hoy priva otra cosa pues, en películas como “Harry, el sucio” de Don Siegel, la transgresión de las leyes por la policía es aprobada para justificar la violencia institucional. El “dejar hacer”, ética propia de los gobiernos conservadores que pretenden que los ciudadanos no defiendan los derechos individuales, subyace tras ese delito.


   Con todo, la infracción del desenlace lógico es el desafuero más empleado. Las violaciones en este apartado son muy frecuentes porque permiten que se acepte lo contado. Umberto Eco convirtió en piedra de toque este último desajuste, llamándolo la “estrategia de la consolación”. El ejemplo que utilizó Todorov para ilustrarlo fue el de Dickens: este escritor mostraba en sus novelas las miserias de la sociedad organizada para producir pingües beneficios a los ricos y en el desenlace sacaba al protagonista de su miserable condición y lo colocaba en un estatus acomodado. Esa ascensión social de última hora satisfacía a la gente a pesar de haberse infringido lo que la lógica dictaba. 


   “Cadena perpetua” de Frank Darabont, basada en “Rita Hayworth y la redención de Shawshank” de Stephen King, es considerada un hermoso canto a la amistad, a la libertad, sin embargo su desenlace resulta ilógico. Que Red -Morgan Freeman-, al que le denegaban la libertad sistemáticamente cuando alegaba estar rehabilitado, viole la condicional después de cuarenta años de encarcelamiento por creer en Andy -Tim Robbins- que, injustamente condenado, logra escapar del penal de Shawshank, nos parece la compensación al suicidio lógico de Brooks Hatlen -James Witmore- solo en la calle después de cincuenta años de reclusión. 

 
   Aunque el público se sienta satisfecho con ese final y se sugiera algo tan falso como que la confianza se puede generar donde existe la intimidación, donde falta la libertad, para nosotros es claro lo que el mensaje entraña: lo gregario es preferible a la soledad y olvídese de las injusticias, de la corrupción, de lo “políticamente incorrecto”.  ¡Cómo se adormece al mundo! ¡Qué conformismo! Así pues, cuanto mayor sea la tensión entre la acción y el final feliz, el éxito estará asegurado -en cine el caso de Spielberg-, de lo contrario se hallará indiferencia -casos de Welles, Peckinpah o Coppola-.  En  consecuencia, toda creación procura un grado de aceptabilidad superior al que admite la lógica de la acción.   


NOTA: Las imágenes son pinturas de Claude Monet.

 
 Es muy recomendable visionar el vídeo a plena pantalla.


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jueves, 14 de abril de 2011

SICALIPSIS

¡VIVA LA REPÚBLICA!

María Luisa Arnaiz Sánchez
Antonio Campillo Ruiz

Valeriy Belenikin

   Del mismo lexema que sicomoro proviene “sicalipsis” < “σκον”, higo, y “λειψις”, acción de untar, frotar, término ya arrinconado en español que significa malicia sexual, picardía erótica. Se ha contado alguna anécdota para explicar el porqué de aplicar esta palabra a lo erótico obsceno, así la leyenda urbana reitera que un empresario teatral, en el momento de estrenar una obra picante en Barcelona, confundió “apocalíptico” con “epiléptico” probablemente porque era como se denominaba un estilo muy de moda entre las cantantes francesas de principios del XX, pero la evidencia de la metáfora del sexo femenino en la “higa” < “ficum”, higo, cuya imagen es un puño del que sobresale el dedo pulgar, el pene, entre el índice y el mayor, la vulva, apunta sin duda hacia la etimología griega.

Valeriy Belenikin

   En el Teatro Novedades de Madrid un 18 de diciembre de 1905 se produjo un altercado entre el público y La Fornarina. Los implicados terminaron en la delegación gubernamental y así se registraron los hechos: Que…al término de la actuación de la señorita Vello, en calidad de cupletista, el señor D. Francisco Belmonte, en calidad de admirador, se levanta de su butaca de patio, se dirige al escenario y le ofrece a la gentil artista un presente en forma de melón, con tarjeta y todo. Que (ella)…se siente ofendida…al recibir semejante cucurbitácea... Que… reacciona airadamente y amaga con tirarle el melón a la cabeza al pretendido admirador…Que pasa del amago al cumplimiento y le estampa en la cabeza el mencionado melón a su donante. Que parte del público interviene…Que…los cuerpos de seguridad…sacan porras y silbatos y ejecutan la detención del mencionado individuo,…del melón como cuerpo del delito y de la señorita Vello…Que, saliendo del teatro, se organizó en el exterior una espontánea manifestación formada por los partidarios de una y otra parte, protestando…el gobernador decidirá el castigo […]”.

Valeriy Belenikin

   Unamuno escribió un artículo en 1907, “Sobre la lujuria”, donde decía: “pocas veces ha florecido tanto la pornografía en la corte de España. Los teatrillos, y aun los teatros grandes, se ven infestados por toda clase de cupletistas, bailarinas y heteras de alto o de bajo vuelo. La lujuria pública llega al delirio”. Siempre que lo frívolo y lo sexual se enfocan bajo una perspectiva moral, como en este caso,  se patentiza la mojigata visión de los tenidos por “liberales”, pero el testimonio de Unamuno sirve para comprobar el estado erótico de la sociedad de su tiempo. Los espectáculos sicalípticos se habían convertido en un negocio muy rentable y la causa no era otra que la crisis galopante que sufría España. 

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   El erotismo en ese decurso hizo acopio de todo lo concerniente al cuerpo y la salud. En Europa fueron legión los médicos, higienistas, sociólogos, demógrafos, etc., que se preocuparon por la sexualidad, hubo congresos sobre trata de blancas y prostitución, proliferaron los escritores “eróticos” -Antonio de Hoyos y Felipe Trigo en nuestro país; este último, médico, reprodujo la miseria sexual que limitaba a la sociedad española-, cundieron las revistas “especializadas” y por encima de todo las representaciones visuales que alimentaban las fantasías eróticas de los hombres a través de fotografías -el cine pornográfico era minoritario- que se vendían junto con preservativos y “gadgets” en establecimientos como “La librería francesa” y la “Librería Mimí” de Madrid.

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   La red de teatros en España, a la que acudía mayoritariamente un público interesado en la zarzuela y los sainetes, asumió el papel de llevar lo sicalíptico por toda la geografía nacional. Poblaciones que no alcanzaban mil habitantes tenían teatro, como La Unión (Murcia), pero hay que tener en cuenta además los cafés, las tabernas y los cabarets, que ofrecían la única posibilidad de esparcimiento. Estos apostaron por espectáculos eróticos de gran éxito crematístico, así el de la archiconocida interpretación de “La pulga”, y pasaron luego a exhibir a las féminas, aunando carne y canción para el sustento libidinoso masculino. El “Vals de la regadera” marcó en 1907 un hito en la canción sicalíptica: “Tengo un jardín en mi casa / que es la mar de rebonito / pero no hay quien me lo riegue /  y lo tengo muy sequito. / No encuentro ni un jardinero / y es el caso extraordinario. / Entre tanto caballero / ¿no hay ninguno voluntario?

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   Lo que caracterizó el fenómeno cabaretero fue la heterogeneidad de locales admitida por la S.A.E., nacida en 1899, que iba desde los más lujosos a los más cutres, así como el alcance interclasista que adquirieron -se hizo práctica habitual de los hombres el acudir casi a diario a ellos- al menos hasta 1912, fecha en que las diferencias económicas se acentuaron y provocaron el elitismo. En las salas pequeñas el erotismo se intensificó porque se veía más de cerca a las artistas con quienes cabía un posible encuentro en los reservados. Según Unamuno, el público “brama como una fiera en celo”, signo de la represión sexual de los españoles ratificada por José de Alsina: “espectadores que rugen sus deseos en cuanto una artista muestra la más mínima de sus atracciones físicas” y que confirman los informes de Orden Público de la época. 

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   La expansión de las “varietés” benefició a unos pocos y, aunque fueron innúmeras las mujeres que se dedicaron a ellas, poquísimas triunfaron, constituyendo un filón papilloneras, teloneras, tanguistas, señoritas del alterne, etc., que propiciaron la protección: “Caballero serio protegerá a simpática y bella señorita”, “El Diluvio” 1 de enero de 1910; y el 4: “Señorita joven, bonita, educada y esbelta, aceptará protección espléndida de caballero joven”. España, no beligerante y llena de recintos de ocio, admitió durante la Primera Guerra Mundial a miles de mujeres que, bajo el pretexto de actuar, ejercieron la prostitución. Espectáculo y putaísmo fueron de la mano, mientras se los criticaba hipócritamente.

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   El siglo XX mantuvo los valores decimonónicos que interesaban a la burguesía y a los católicos: sexo y religión distinguían a hombres y mujeres: ellos se iniciaban en el burdel o con las criadas -absoluta tolerancia-, ellas permanecían in albis y se “etiquetaban” si caían en la tentación. Aunque las reivindicaciones laborales y pedagógicas, el feminismo, el anticlericalismo, etc., crecían, las masas imitaban a la clase privilegiada en los modelos de diversión, por eso en 1911 nació la Liga Antipornográfica, auspiciada por Ramiro de Maeztu y “La Lealtad” publicó: “La escena española había sido invadida por un sinfín de “estrellas” descocadas y lúbricas, que convertían los teatros en sucursales de burdel; la decencia era el plato cotidiano que el público, cada vez más bestializado, saboreaba con deleite”.

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   En 1915 el género sicalíptico, que había liberado tanta pulsión, desapareció y en su lugar triunfó el “cuplé”, sagazmente planificado con el propósito de restaurar la moral y la política -que hubiera campañas de moralidad indica que las clases en el poder se vieron amenazadas-. Los grupos dominantes tomaron la iniciativa y ¡hasta la mujer pudo asistir a los espectáculos decentes! El público se “civilizó” y la radio más el gramófono suplieron los escenarios, transformando el consumo. El cuplé domesticó al pueblo y lo disoció de la realidad. Cuando llegó la República se dijo que el erotismo había reverdecido y contra él clamaron los de siempre. La autoridad masculina se resintió pero las mujeres lograron lo que nunca habían tenido: derecho a votar, a casarse por lo civil, a divorciarse, etc.

Valeriy Belenikin

   El cuplé, reconvertido en “canción española” durante la dictadura franquista, continuó con el entontecimiento y la represión sexual en el “bastión” de Occidente -las represiones del “centinela” otro día-. Hoy, conmemoración del octogésimo aniversario de la República Española, ¡Felicidades, querida República!, la “cruzada” que han emprendido diversos medios e individuos para reescribir la Historia es de nuevo prueba de que cierta ideología se siente amenazada. Preocupante, muy preocupante. 


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