ÉCRASEZ L'INFÂME!
Antonio Campillo Ruiz
No comparto lo que
dices,
pero defenderé hasta
la muerte
tu derecho a decirlo.
François Marie Arouet,
Voltaire
Voltaire, Nicolas de Largillière
“¡APLASTAD LO INFAME!” fue la fórmula
que adoptó Voltaire en sus cartas a partir de 1762 para despedirse de sus
amigos más íntimos. Como se ha discutido demasiado acerca de qué significaba
para Voltaire el concepto de “INFAME”, reproduzco algunos párrafos de su
correspondencia para no incurrir en digresiones y clarificar lo que entendía
por “infame”.
El 31 de octubre de 1740 escribió al presidente
Hénault: “Odio tanto la baja e
infame superstición, que deshonra a los Estados, cuanto adoro la verdadera
virtud”.
El 28 de noviembre de 1762 escribió a Jean le
Rond d'Alembert: “La superstición
está muy extendida hacia el Danubio. Me decís que no es así hacia el Sena. Me
alegro, pero pienso que hay trescientos mil hombres empeñados en mantener este
horrible coloso… Lo único que puede hacer la gente honesta es lamentarse cuando
la infame acosa y reír porque es absurda… Aciertas cuando dices que no hablo
nada más que de superstición: yo respeto y amo, al igual que tú, la religión
cristiana… Aplastad lo infame y amad aquello que améis”.
El 26 de julio de 1762 terminó su carta a
Damilaville así: “Besos, hermano
Thieriot. Suelo terminar todas mis cartas diciendo: “Écr. l’inf…”, al
igual que Catón decía: Tal es mi parecer y qu'on ruine Carthage”.
Compruébese cómo Voltaire usó en esta carta la forma abreviada de su lema
y la traducción de “Delenda est Cartago”.
Es más, pasados los años, en otra carta posterior al propio Damilaville, de 27
de enero de 1768, firmaba directamente Écrlinf.
Por una nota de Beuchot se sabe que los carteros encargados de seleccionar su
correspondencia, que incluso decían “no
escribe mal” refiriéndose a su caligrafía, creían que el tal ÉCRLINF residía en Suiza.
Luego, Voltaire entendía LO
INFAME por LA SUPERSTICIÓN y no por “la religión”, como gente
malintencionada ha propagado con ánimo de desprestigiar al gran filósofo. El
humor ácido de Voltaire es el polo opuesto al de Mozart. Ninguno de los dos
tenía sentido del ridículo y coincidieron como excelentes ilustrados.
Muchos estudiosos han defendido la autoría y
otros el carácter apócrifo del pensamiento que inicia este pequeño recuerdo a
uno de los mayores genios que han sido fieles defensores de la tolerancia
humana. Voltaire se identificó con el liberalismo de John Locke, defendiendo
siempre el derecho natural de todos los individuos. Su carácter alegre,
ingenioso, inteligente negociante y crítico de una sutileza proverbial, siempre
se reía hasta de sí mismo. Este aspecto, muy importante para su vida e
irritante para sus enemigos, se expresa magistralmente en la película “Ridicule” de Patrice Leconte, 1996,
en la que Voltaire es presentado, una vez más, por su conocido sentido del
humor y no por su clarividente contribución al pensamiento europeo.
Es importante visionar las secuencias a plena pantalla.
Es importante visionar la secuencia a plena pantalla.