INVESTIGACIONES DESCONOCIDAS
Y REPUDIADAS
Antonio
Campillo Ruiz
Es injustamente
frecuente que los conocimientos acerca del gran científico y pensador Galileo Galilei
queden en la mera anécdota que lo apartó de su experimentación cuando defendió
sus teorías acerca del movimiento astral ante indocumentados y enfebrecidos
dirigentes de la sagrada Iglesia Católica Apostólica y Romana, pertenecientes a
la sádica, odiosa y dogmática en sus falsas acusaciones, Inquisición. Las
experimentaciones de laboratorio y sus pruebas irrefutables en los movimientos astrales
alcanzan mucho más de la mera constatación de la traslación de la Tierra
alrededor del Sol.
Tras
reflexiones muy bien estructuradas e innumerables experimentos, constatados con
observaciones reales, Galileo Galilei concibió la genial idea de que el
movimiento uniforme y rectilíneo no necesitaba de ninguna fuerza para
mantenerse como tal, además, era tan normal como el reposo y obligatoriamente necesitaba
la acción de una fuerza contraria a su dirección y sentido para modificar ambos
parámetros. Pareciese que este descubrimiento es tan fácil como normal. No, no
es así: se trata del Principio de la Inercia. Siglos después, fue “redescubierto” con la
inmensa alegría de poder olvidar al hereje en pro de una teoría que, aun
sabiéndose incompleta y superada, se sigue estudiando con entusiasmo.

En
su empeño por unificar fenómenos descritos en sus investigaciones, Galileo Galilei
logró demostrar que en todo experimento de movimiento mecánico, realizado en un
laboratorio situado sobre tierra firme o sobre un barco que navegase en línea
recta y a velocidad constante, movimiento uniforme, los resultados son
exactamente iguales. Este es su famoso principio de la relatividad. Su definición
correcta podría ser: Las Leyes de la Mecánica son iguales sea
cual sea el estado de reposo o movimiento lineal con velocidad constante de un
cuerpo. Este principio permitió a Galileo Galilei deducir una fórmula,
denominada “Transformación de Galileo”, por medio de la cual un
experimentador situado en tierra firme y otro situado sobre el cuerpo que posee
movimiento lineal uniforme, podían controlar, recíprocamente, los resultados
obtenidos.


