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miércoles, 14 de enero de 2015

IRON

NO PUEDO RECORDAR TUS OJOS

Antonio Campillo Ruiz


   Todos los elementos que componen una realización cinematográfica, materiales o cognitivos, formales o emotivos, se conjugan para que exista, en función de la apreciación del realizador, un equilibrio o desequilibrio entre ellos en la obra final. El equilibrio perfecto es casi inexistente. El espectador aprecia frecuentemente durante el visionado del audiovisual una distorsión entre lo representado y lo percibido. Se podrían considerar dos grandes diferencias entre ambos. De tipo cognitivos: qué veo y qué oigo; de tipo emotivo: cómo lo veo y cómo lo oigo. Así pues, diríamos sin temor a equivocarnos que los elementos cognitivos siempre existen durante la proyección, mientras que los emotivos dependen de multitud de factores que pueden crear “ruidos” externos a la comprensión de lo expuesto: inteligibilidad de lo expuesto, idioma, historia relatada, etc. Este es el gran problema de la interpretación estética y dramática nacida de la fotografía, montaje, planificación, etc. Una gran cantidad de aspectos fílmicos surgidos de la técnica cinematográfica.


    Bien. El espectador no tiene que realizar ningún esfuerzo adicional a la simple visión y captación fílmica de lo que se quiere exponer. El trabajo de cómo manifestar un hecho en cualquier audiovisual depende siempre del director y los técnicos que se encuentran a sus órdenes. El esfuerzo para manifestar un intrincado mundo técnico para deducir por qué la realización ha sido buena, regular o mala, sólo se debe utilizar cuando la separación de lo que se expresa con la sensación fílmica que se pretende alcanzar en los espectadores es tan dispar que choca frontalmente una con la otra.


   Para un ejemplo que pueda ser representativo de los elementos emotivos que se separan de los cognitivos, incomprendidos para muchos espectadores, podemos comparar el brutal impacto de los aspectos dramáticos y estéticos con el fin que se pretende con ellos. Se sugiere que en este punto se visione el vídeo y posteriormente se lea la letra de la canción motivo del mismo. Cada espectador puede deducir de lo sentido al visionar el vídeo y leer el texto, la percepción de lo visionado: aspectos emotivos frente a lo pretendido por el realizador, la promoción de la canción. Puede ser un ejercicio que diferencia los recursos cinematográficos de las sensaciones fílmicas. Su deducción puede ser importante para posteriores visionados de películas en las que siempre es interesante preguntarse si a través de las imágenes y sonidos, secuenciados de una forma determinada, se han potenciado los aspectos fílmicos, sentidos o no. ¿Qué se sentiría si la película hubiese sido realizada con otros aspectos cinematográficos?

Es importante visionar el vídeo a plena pantalla.


WOODKID “IRON”
        
En las profundidades del océano, muerto y abandonado
cuando la inocencia arde en llamas
a un millón de millas de casa, estoy caminando adelante,
estoy congelado hasta los huesos, soy
un soldado por mi cuenta, no sé el camino,
estoy subiendo hasta las alturas de la vergüenza
estoy esperando la llamada, la mano en el pecho
estoy listo para la pelea, y el destino.

El sonido del hierro al golpear
se ha quedado atrapado en mi cabeza,
el estruendo de los tambores golpeados,
el ritmo de las caídas, el número de muertos,
el aumento de los cuernos, adelante
desde el origen de los tiempos hasta el final de los días,
voy a tener que correr, lejos
quiero sentir el dolor y el sabor amargo
de la sangre en mis labios, otra vez.

Esta ráfaga mortal de nieve está quemando mis manos,
estoy congelado hasta los huesos, estoy
a un millón de millas de casa, estoy caminando lejos
no puedo recordar tus ojos, tu cara.


martes, 2 de marzo de 2010

MONTAJE Y PLANIFICACIÓN


MONTAJE Y PLANIFICACIÓN – I

Antonio Campillo Ruiz

En la imagen fílmica hay que distinguir monemas y tagmemas. Etimológicamente monema proviene del griego: “monos” único, aislado; y “taíma”, conjunto organizado. La terminación “e̅ma” significa trazos. Monema y tagmema corresponden a la singularidad y a la pluralidad.

En cine se denomina monema a la unidad fílmica en la que no hay solución de continuidad ni espacial ni temporal. Llamamos tagmema al conjunto fílmico formado por la sucesión ininterrumpida de monemas que expresan una continuidad diegética. Esta palabra proviene igualmente del griego “ die̅ge̅sis” que significa narración. En términos vulgares, al monema y al tagmema se los llama, respectivamente, plano y secuencia.

El acertado uso de estos términos exige no confundir plano con toma ni plano con secuencia. Toma es lo que se rueda sin interrupción. Una sola toma en rodaje puede ser dividida después, en el montaje, en varios fragmentos constituyendo con otras partes similares, un tagmema.

Por otro lado, decir que una película consta de fotogramas, planos y secuencias, supone un salto de un punto de vista a otro, al hacer esa enumeración de realidades heterogéneas. Recordemos que fílmico es lo que se ve y se oye desde la pantalla de proyección y cinematográfico todo lo demás. Para aclarar este concepto, cinematográficamente la película consta de fotogramas y rollos. Nada más. Fílmicamente consta de planos y secuencias.

En “El tercer hombre”, de Sir Carol Reed, 1949, los planos no son simétricos y se ralentizan o aceleran espacio-temporalmente en el montaje, de Oswald Hafenrichter, en función de los aspectos dramáticos que representan. La longitud de los planos para componer una secuencia requiere de la habilidad precisa del montador que decide cuándo debe cortar en función de cuánto debe durar. 


En este primer ejemplo de la película, el espectador observa un montaje asimétrico espacio-temporal porque se requiere una explicación adecuada del motivo que tendrá Holly Martins para traicionar a Harry Lime. El punto de vista de la cámara, con planos inclinados para crear en el espectador una tensión añadida, los contrapicados, primeros planos y la larga espera de la policía, ejercen en el espectador una presión psicológica que se hace cada vez más fuerte hasta el fin de la narración.

 

lunes, 1 de marzo de 2010

MONTAJE Y PLANIFICACIÓN


MONTAJE Y PLANIFICACIÓN – II

Antonio Campillo Ruiz

Espacio y tiempo, componentes de la triada cosmológica junto al movimiento, están íntimamente unidos en la narración fílmica. De los dos, llamaremos tiempo dramático al que influye, por su carácter y su ordenación, en los valores dramáticos de la película. El tiempo dramático no es una simple suma pasiva de duraciones parciales.

En esta parte de “El tercer hombre”, notamos que no existe un tiempo real en cuanto a la realidad audiovisual sino en cuanto a su apreciación subjetiva. Posee un fuerte acento psicológico. No es el tiempo de la duración medida sino el de la duración sentida. Tampoco es un tiempo abstracto y universal sino concreto y personal, es el tiempo interior, más largo o corto en función de la apreciación subjetiva del espectador.

Qué duda cabe:  el montaje y la planificación realizada, a través de él, poseen una influencia decisiva:

a ) La duración total de la persecución a través de las alcantarillas de Viena (que actualmente se pueden visitar), realizada in situ, desde el momento en el que Harry Lime entra en ellas hasta que su amigo Holly Martins le encuentra, es de ocho minutos y veinte segundos.

b) El número de planos totales que existen en dicho tiempo es de ciento cincuenta y siete.

c) Es fácil calcular que la relación plano/tiempo es de 0,318 planos/seg. Es decir, un plano cada 3 segundos, aproximadamente.


Si en toda la larga secuencia el tiempo de cada plano fuese uniforme, el espectador casi no podría seguir la acción. Pero el montador (la película, además de conseguir el Gran Premio del Festival de Cannes y Oscar a la mejor fotografía en negro, fue nominada en las categorías de mejor director y mejor montaje), racionaliza la duración espacio-temporal y el espectador sigue la acción con una viveza muy difícil de alcanzar con otra planificación.

El montador expresa la medida del tiempo sentido mediante la apreciación psicológica a través de la planificación métrica y la cadencia interior, es decir, mediante la duración y sucesión de planos que diferencian tiempo fuerte, cuando suceden acciones importantes, de tiempo débil, cuando la importancia de la acción es menor.

Aunque el tiempo débil, en la secuencia presentada, es casi nulo frente a la vitalidad y rapidez con la que se desarrolla el tiempo fuerte, debemos considerar que este hecho se realizó en función del desarrollo de la acción y estilo de la película.