sábado, 29 de marzo de 2014

EL TIEMPO IMPLACABLE

LAS ARRUGAS

Antonio Campillo Ruiz

Tomasz Alen Kopera

   Me gustan tus arrugas. No, no posees demasiadas. Solo aquellas que no han hecho caso a tus cremas. No, no, tampoco estás ni muy delgada ni gruesa. Creo que tu complexión anatómica está muy bien proporcionada. Sí, me gustan esos leves surcos que a ti te parecen cárcavas irrecuperables en un paisaje erosionado. Es claro, la erosión se produce con el paso del tiempo, un tiempo muy, muy lento pero implacable. Sí, ya sé que cuando se ha producido esa sinuosa línea en el rostro se cometen tres errores graves. El primero es tratar de de recuperar la situación anterior mediante activación de circulación, musculación, u otro cualquier -ón que creamos mágico. Algo poco probable debido a que los tejidos, tersos inicialmente, se encuentran más cómodos en el estado natural actual. El segundo es tratar de disimularlas rellenándolas de un material parecido al que supuestamente ha desaparecido. Este proceso es menos exitoso que el anterior. ¡Ah! y mancha. Si, nada me parece más molesto que manchar mis labios de esa especie de chocolate con sabor dulzón persistente.


Me gusta besarte limpia, en tu piel suave, porque persiste en ti ese agradable y sedoso tacto que la esponjosa delicadeza de tu piel posee, como antes de que aparecieran esos leves lechos secos de ríos por los que ha pasado tanta agua. La grata, uniforme y pequeña arruga, vuelve a llenarse de un caudal que queda nuevamente soterrado… Y, por fin, el tercer error pertenece a la categoría de los tecnológicos y avanzados, para hacer creer que la tersura de la piel pertenece a la juventud. Muchos inventos científicos poseen inconvenientes: cuando se recurre a esta excavadora que pule y lustra la erosión natural, es posible la producción de una reacción quebradiza en la superficie alisada. Así, siempre que un movimiento, considerado como normal, se realice sin el debido cuidado, la zona que haya quedado allanada puede estar sometida a sorprendentes resquebrajamientos. ¡Ay, entonces…! El cuidado de los movimientos, incluyendo los necesarios para comer o hablar, requieren meses de nuevo aprendizaje de un rostro, brazos, pechos..., casi desconocido para quien se ha sometido a la tecnología, familiares y amigos. Como hecho colateral, tras las orejas se acumulan pequeños caballones de piel, aparentemente invisibles, que deben ser cuidados atentamente para que no crean, quienes los descubren, que se poseen branquias como aquel actor que vivía permanentemente en su barco. Mira, me gustan tus arrugas. Me atraen cada día más porque son los renglones en donde se han escrito nuestras vidas. Son las huellas de momentos felices y desafortunados, las hendiduras que ha formado un tiempo común con los cinceles del amor y la comprensión. Sí, me gustan… Cuando las beso, por cierto que se dejan besar mejor por contener más materia, les doy leves mordiscos, casi imperceptibles, para que recuerden todos los momentos en los que mis besos fueron cambiando hacia una veneración imperecedera, una ilusión jamás nublada, una comprensión que siempre será paralela a nuestra existencia. Sí, me gustan tus arrugas.     

Antonio Campillo Ruiz

miércoles, 26 de marzo de 2014

LA LIBERTAD

REMEDIO DE MALES SOCIALES

Antonio Campillo Ruiz

"La Libertad guiando al pueblo", Eugène Delacroix

La libertad no consiste en tener
un buen amo, sino en no tenerlo.

Cicerón

   Es frecuente tratar de encontrar el origen de la libertad de pensamiento y comunicación sin leer a grandes filósofos que la estudiaron y aplicaron en sus escritos. Immanuel Kant dedujo conclusiones que nos pueden hacer pensar en lo inapropiado de burdas conclusiones de leves, indiscretos e inapropiados lemas de personas que suelen pontificar sobre lo desconocido. La libertad de opinión, entendida como libertad de hablar o escribir, no extrae su inmenso valor para la sociedad moderna, señala Kant, del hecho de que al prohibirla o menoscabarla se está limitando la comunicación del pensamiento de sus integrantes, sino del hecho de que impide el propio pensamiento entendido como tarea colectiva. Pensamientos tan clarividentes e instructivos fueron escritos por Kant hace más de doscientos años, en un artículo titulado "¿Qué significa orientarse en el pensamiento?". Es decir, la única forma de que se produzca entre los ciudadanos, en una sociedad moderna que evoluciona hacia la racionalidad, un pensamiento competente acerca de lo público es poder exponerlo libremente entre sus individuos: "Puede decirse, por tanto, que aquel poder exterior que arrebata a los hombres la libertad de comunicar públicamente sus pensamientos, les quita también la libertad de pensamiento: la única joya que aún nos queda junto a todas las demás cargas civiles y la única mediante la cual puede procurarse remedio a todos los males de ese estado”.


   Desafortunadamente, el estado individual de los componentes sociales de los habitantes de muchos países, considerados guardianes de la libertad, se encuentra sometido a estrictos controles dirigidos por quienes menoscaban y alteran el orden natural del estado de libertad del pueblo en general. Incluso las razones históricas de estos hechos que perjudican gravemente la convivencia, no son sólo de orden legal, sino también moral, pudiéndose rastrear, en muy diversos pasajes que han hecho peligrar el sistema de libertades y de garantías públicas. La comunicación es la forma más inmediata de la expresión de la libertad individual.  Y, ¿por qué tanta importancia a la comunicación cuando hablamos de libertad? Pues porque la esencia de la sociedad humana es la comunicación. Poder pensar y comunicarse e intercambiar esos pensamientos es, posiblemente, el rasgo más característico de la diferenciación del hombre del resto de seres que conviven con él en el planeta Tierra. Igualmente, la intercomunicación y la intracomunicación, a través del lenguaje y otros medios, es una propiedad intrínseca de los individuos sin la que el estancamiento evolutivo podría llevarles a su destrucción.

"El genio de la Libertad", Augustin Dumont

   Mediante el lenguaje, entendido en todas sus posiblidades, cada nueva experiencia satisfactoria o perjudicial, cada nuevo descubrimiento, útil o fallido, pueden ser comunicados a los demás, convirtiéndose, a partir de ese momento, en una porción del patrimonio común. Cuando el totalitarismo se preocupa tanto por silenciar las opiniones adversas, por absorber las escuelas, el pensamiento, los libros, los medios de comunicación, está sin saberlo esquilmando y destruyendo a la sociedad libre, porque lo que hace es apropiarse de su principal fuente de progreso. La democracia moral, que no aquella que aparenta serlo, reside en la creencia de que, puesto que no hay un sistema cerrado de verdades, en posesión de una minoría que la autorice, reprima o suprima ideas contrarias, las verdades se encuentran abiertas a una continua búsqueda, comunicación y discusión pública que conlleva el alcance de la libertad. 


lunes, 24 de marzo de 2014

RECHAZO A LA EVOLUCIÓN

ENGENDRAR CARENCIAS

Antonio Campillo Ruiz


   Encontramos con cierta facilidad relatos, artículos o películas, que describen, advierten o conciencian, de la actividad humana en nuestro planeta. La brutal intromisión del ser humano en la Naturaleza ha cambiado sin ningún sentido pueblos y sociedades, mares y ríos, paisajes y atmósfera. Por ello, no es extraño que acciones que deterioran, a veces irremisiblemente, nuestro hábitat, sean discutibles. Si se hubiesen realizado por motivos justificados o para un fin que favoreciese de forma inequívoca nuestra forma de vida superior, siempre superior a todo, podríamos encontrarnos ante un hecho necesario. No es así. No son imprescindibles cambios drásticos en nuestra frágil Naturaleza que puedan influir en modificaciones mutables y destructivas. Se han establecido en las sociedades autodenominadas “adelantadas, poderosas o muy civilizadas”, conceptos que, silenciosos, sin nombrarlos ni definirlos, se ha apoderado de ellas: crear necesidades y engendrar carencias.


   Cuando uno o varios de los seres autodenominados racionales han sugerido que el bienestar se crea a costa del procedimiento más fácil, aunque resulte perjudicial, se cae en las redes de las ficticias necesidades que enriquecen a unos pocos y perjudican a millones. Cierto, que el proceso evolutivo del hombre y sus estudios, investigaciones y aplicaciones posteriores, no son desafortunados en su generalidad, pero nunca será admisible que esa evolución conlleve la autodestrucción. Evolucionar para autodestruirse no lo ha realizado en la Tierra, a lo largo de millones de años, ningún ser vivo. Es absurdo y contradice los principios evolutivos.


   El ser humano lo hace, lo fomenta y lo aplica en muchas de las actividades que se remarcan como “absolutamente necesarias”. Muchas de ellas han favorecido que el trabajo físico, casi siempre rechazado, sea más idóneo e incluso mejore aspectos que las leyes que rigen los axiomas físicos y químicos de nuestro entorno  puedan facilitarse. Otras, por el contrario, solo favorecen un mínimo aspecto y continuamente sufren cambios desfavorables. Las materias primas, que el ser humano necesita para desarrollar esta  frenética carrera por componentes cada vez más necesarios, dependientes e imprescindibles, se obtienen de unas reservas que se encuentran en la Naturaleza y no son infinitas. Esto ha propiciado la lucha irracional de los seres, que deberían ser racionales, por conseguir, a cualquier precio, incluyendo la autodestrucción, los bienes que en muchas ocasiones se han demostrado costosos de conseguir, y tremendamente destructivos de un entorno que, tras el agotado recurso, quedan como heridas incurables y abiertas, en la corteza terrestre.


   El pensamiento social, dirigido por quienes son los culpables de una devastación natural irrecuperable, se ha organizado, dirigido y justificado, ante hechos que aparentemente son imprescindibles. La “creación de necesidades” ha supuesto la ruptura con la consustancialidad del ser humano: el pensamiento racional. Se le teme al pensamiento como si fuese una de las complejas armas fabricadas con productos arrancados al medio natural. Y así, poco a poco pero inexorablemente, se paraliza el pensamiento con la imagen virtual de las ilusiones creadas por quienes pretenden dominarlas.

 Es importante visionar la película a plena pantalla
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viernes, 21 de marzo de 2014

CONVERSACIONES CON MI HIJA LAURA XIV

LA VIDA EN UN BAILE

Antonio Campillo Ruiz


- El problema de los espacios es complejo y si le añadimos el tiempo representado, sentido y real, ya la complejidad es tan enorme que no entiendo cómo nos hemos acostumbrado a interpretar y comprender algunos guiones de cine.
- Cierto, Laura. En un espacio aparentemente cerrado, con un tiempo fílmico que el espectador aprecia por las sugerencias del autor y con unos personajes que poseen una capacidad especial para expresar sus sentimientos, Ettore Scola, un maestro del lenguaje cinematográfico y fílmico, nos presenta a través de la intimidad de unos seres humanos, a lo largo de su existencia, los avatares y cambios de una sociedad en continuo cambio. Se trata de la gran realización “Le Bal”“La sala de baile”, 1983. 


   La película, italo-franco-argelina, obtuvo el César a la mejor película y más de diez premios en diferentes festivales y certámenes. Nominada al Oscar como mejor película extranjera, representando a Argelia, es una película sin palabras. No silente, no realizada en etapas del cine en las que el sonido era técnicamente difícil de conseguir y rechazado por espectadores y realizadores. Sonido perteneciente al momento histórico e imágenes son los componentes de una historia en la que el espectador recompone el texto no pronunciado, el guión sugerido, personalidades y manías, incluyendo factores sorprendentes de alguno de los actores que interpretan unas vidas tan, posiblemente, solitarias como la del espectador al enfrentarse en su butaca de la sala a esta recomposición argumental. 


   Percibiendo,en este espacio, aparentemente cerrado, el espectador comprende desde el primer instante de la proyección que no es necesario el diálogo, no es necesario añadir elementos, sean cuales fueren, que, perteneciendo a los personajes, potencie en el espectador la comprensión y sienta, en cada momento, el alma de unos seres que viven unos largos cincuenta años atenazados por los cambios políticos, sociales y de pensamiento que se producen en su país, Francia. El espacio cinematográfico, cinematográficamente cerrado, es en realidad un enorme espacio fílmico abierto que aporta al espectador una visión más allá de lo representado. Lo sugerido es tan potente que el espectador no se puede evadir de una atención absorbente hacia las imágenes y, a través de ellas, reconstruir esta pequeña parte de la historia de un país.


   A la vez, la imaginación del espectador es fundamental para poder crear su apreciación del paso del tiempo. El paso del tiempo es tan claro para quienes están creando “su película”, los espectadores, que ya se cuida el autor de no cometer el grave error de no expresarlo sutilmente. Como ejemplo, además de las modas en el vestir y cambios sociales, podemos apreciar el titular del periódico (extraído como fotograma de muestra) que se refiere a España.


   El tiempo posee un papel crucial en el desarrollo de la historia narrada. Su paso inexorable provoca cambios impredecibles y muy importantes en el salón donde las vidas y la sensibilidad de los personajes se desgranan como las semillas de una granada: posee tantas, e incluso alguna defectuosa, que se asemeja a los sentimientos expresados en cada momento. 


   Además, tras la existencia del flash back al inicio del tiempo representado, la evolución cinematográfica es otra pista temporal. El negro, teñido, virado y, finalmente el color en el cine, evolucionan paralelamente al paso del tiempo. Se representa lo acontecido en la historia del cine y, a la vez, es un pequeño homenaje a la técnica cinematográfica y sus avances.

 
   Atracción física, amor expresado o no, correspondido o no, sensualidad, firmeza, timidez, respeto, admiración, desprecio,  afinidad, venganza, e incluso racismo, son algunos de los miles y miles de sentimientos que abruman al espectador por ser él quien tiene que apreciarlos, ordenarlos y comprenderlos.


   Ettore Scola realizó uno de los ejercicios fílmicos mejor planteados, secuenciados y expresados, en una etapa donde el cine producía bastantes películas millonarias y  de resultados no acordes con los esfuerzos efectuados. Muchas han sido bastante anodinas. 


   Diferentes interpretaciones por el espectáculo critican a favor y en contra  esta realización cinematográfica como la casi representación de una obra de teatro: solo se aprecia su espacio cerrado (incierto, existen espacios abiertos hasta de imagen, los más complejos de imaginar y representar), en la personal forma de realización, etc., pero no se aprecia lo más importante de la imagen dinámica: no se encuentra en la sala, la conforma el espectador. La vida íntima de los personajes, con su escala de valores grandes y bajos, inquietos y sosegados, reales y ficticios, y la subjetividad que representan aumentan el valor de lo sugerido y la propia creación fílmica de realizador y receptor, basada en lo representado cinematográficamente pero creando la ficción de una realidad escenificada fílmicamente.

Es importante visionar la película a plena pantalla


martes, 18 de marzo de 2014

MÚSICA E IMÁGENES

SEMÁNTICA EN LA MÚSICA

Antonio Campillo Ruiz

Akzhana Abdalieva 

A Pepe Abellán

   Al igual que en todas las obras de arte que poseen multiplicidad de significados para el receptor, la música ofrece una apertura hacia sentimientos e interpretaciones tan encontradas que es complejo, muy complejo, determinar los posibles significados semánticos para cada uno de los aplicados oyentes que escuchan. Cada uno, en sus mundos separados, establece las posibles interpretaciones e incluso realidades, de los diferentes sonidos que conforman una orquesta. Es bastante común que algunos instrumentos se identifiquen con acontecimientos específicos que, desde las más antiguas composiciones, siempre han sido objeto de una sola apreciación. Difícil cometido si tenemos en cuenta que en un contexto diferente puede cambiar este predeterminado significado porque, en realidad, estos instrumentos unívocamente asimilados a un proceso de simple comprensión, pueden cambiar su aparente y sencilla lectura solo con una novedosa interpretación de idénticos sones que han sido establecidos de antemano. Por otro lado, la armonía y belleza musicales puede quedar exclusivamente en la admiración de estas virtudes que elevan sentidos y mente. Pero también es muy frecuente que tratemos de buscar algún elemento tangible que traduzca a objetos, animados o inanimados, que sean más sencillos de leer, de descifrar, más fáciles de asimilar que la armonía y el conjunto de sones que conforman un todo tan diferente e irreverente que, cuando tratamos de buscar su lectura semántica en nuestra vida cotidiana, no tenemos más remedio que maravillarnos de la grandeza musical o despreciarla por no encontrarse a la altura de nuestra escasa, limitada y, a veces, insuficiente existencia.

Es importante visionar y escuchar la Obertura a plena pantalla y buen sonido.

La gazza ladra (La urraca ladrona) es una ópera divertida (nunca me gusta denominarla semiseria como es frecuente. Es bien seria), en dos actos, compuesta por Gioachino Rossini en 1817. Se cuenta, se dice, que se compuso el día anterior a su estreno y que Rossini lanzó a sus colaboradores, para los últimos arreglos orquestales, por una ventana la partitura de la Obertura. Bien, ateniéndonos al argumento de la ópera, de la que es más conocida su Obertura, famosa por sus tambores militares o redoblantes, tendríamos que convenir que semánticamente es un melodrama que llega a encontrarse cerca de la tragedia puesto que Ninetta, la protagonista, se encuentra al borde de la muerte, acusada de robo de joyas, habiendo sido una urraca la que había sustraído el preciado botín. La pregunta es: ¿qué tiene que ver este semicómico hecho con la violencia, con secuestros, con mafiosos, con dibujos animados, etc., etc.? ¿Cual de entre todos estos aspectos semánticos es el que puede llevarnos a apreciar un libreto escrito por Giovanni Gherardini y La pie voleuse de d’Aubigny y Caignies en el que se basó Rossini para su composición? Así es, han descubierto el enigma: ninguno. ¿Qué sucede? La superación del factor perceptivo visual sobre el resto de sentidos. Asimilamos semánticamente las primeras imágenes asociadas a la música cuando vemos y oímos ambas a la vez. Es tan fuerte el choque de nutrir y relacionar en el cerebro unas y otra que es muy probable que ya nunca digamos el nombre de la música sino el de las imágenes. La semántica musical queda supeditada a imágenes que, como en este caso, son tan insólitas como extravagantes y descontextualizadas. Este es el método para un aumento de interés en la imagen y un casi perenne recuerdo de una música semánticamente anulada.

Es importante visionar las secuencias a plena pantalla.



domingo, 16 de marzo de 2014

LA LLAMADA

MÁS QUE AMOR

Antonio Campillo Ruiz

 Hans Jocher Bakker

   Esperó hasta escuchar el lejano cuarto tono a través del auricular. Pulsó la tecla de anulación y colocó el pequeño terminal de teléfono en su base. Hacía ya un mes, a la misma hora, que repetía esta  llamada, sabedor de lo solitaria que se encontraba la casa. Vivía esperando el momento del día en el que, a pesar de su empecinamiento, los cuatro tonos le harían desistir de su empeño. El día treinta y cuatro, al repetir su ritual, tras el segundo zumbido de aviso, una voz femenina, suave y dulce respondió: “Sí, dígame”. El pequeño artefacto sonoro salió a toda velocidad de su mano estrellándose contra la pared de enfrente. Su cara se transmutó y, sentado en el suelo, fue escondiéndose de sí mismo hasta quedar encajada entre una pequeña mesa y un sillón. ¿Cómo era posible que le hubiesen contestado? Su persistencia diaria dio sus frutos pero se encontraba aterrado más que sorprendido. Comunicó una enfermedad repentina y no asistió al trabajo durante los tres días siguientes. Apenas se movió de entre aquellos muebles protectores. Dormitaba, realizaba sus necesidades fisiológicas, no comía, sin moverse de aquel rincón minúsculo. Durante la noche del tercer día, despertó agitado de su leve duermevelas y dirigiéndose al baño se aseó durante largo tiempo, limpió a conciencia aquel refugio de su extraño comportamiento, comió la poca comida que no se había podrido y se vistió elegantemente. Esperó la mañana con paciencia y, a la hora habitual, se dirigió al trabajo. Amigos y compañeros se interesaron por su estado de salud, comportándose con todos tan amable como era habitual en él. Al terminar la jornada volvió a su casa con un aparato telefónico recien adquirido. Lo desenvolvió de su meticulosa presentación. leyó las instrucciones con interés y lo conectó a la red. Esperó hasta la hora de su llamada habitual con tal serenidad que hasta él mismo estaba sorprendido. Cuando marcó el número su tensión emocional le provocaba dolor en todos sus músculos. Riiiing - Riiiing
-         Sí, dígame.
-         -----
-         Sí. ¿Quién es?
-         Yo, soy yo… - pudo articular con voz cavernosa.
-         ¡Ah, sí! ¿Por qué me llamas? ¿Necesitas algo? ¿Quieres alguna cosa que pueda hacer por ti?
-         No…No. Te llamo porque no podía comprender cómo no estabas. Tu muerte, hace treinta y ocho días, me dejó tan solo y triste que no podía vivir sin ti. Esto creía. Tuve que dejar la casa porque tu presencia, tu rostro, tu olor, se encontraban en toda ella. No, la casa no la he vendido, ¿cómo podría vender esa casa en la que aprendí a ser feliz? Ahora vivo en un apartamento pequeño que puedo manejar solo, sin ti, sin tu vitalidad y sin tu amor. Mi obsesión por querer que no hubieses muerto me ha llevado a llamarte todos los días, sabiendo de antemano la respuesta negativa a la que me enfrentaba. Mañana daré orden de cortar la línea de teléfono. Me sorprende tanto que me hayas contestado que no sé qué decirte. Solo se me ocurre expresar lo mucho que te siento. Que siempre te oleré. Que me esperes para que, cuando estemos juntos, sigamos siendo tan felices con lo hemos sido en la Tierra. Que siempre te querré y siempre me comportaré con la dignidad que se puede esperar de un hombre que ha sabido lo que es el amor de una mujer. Pero… ¡háblame tú! Dime como estás…
-        Riiiing - Riiiing….
 Antonio Campillo Ruiz

Hans Jocher Bakker

viernes, 14 de marzo de 2014

HORROR INDOLORO

EL DEGOLLADOR

Antonio Campillo Ruiz

Tara Juneau

   Nadie se acuerda de la quema de las iglesias, ni del asesinato de Juan Duarte, ejecutado por orden de Perón. Yo no puedo hablar con imparcialidad; mi madre, mi hermana y mi sobrino estuvieron en la cárcel. A mí me echaron de un puesto mínimo que ocupaba en una biblioteca de las afueras. Un detective me seguía a todos lados. Al final nos hicimos amigos y él me dijo: “Discúlpeme, Borges, pero yo tengo que ganarme la vida”. Entonces, para consolarlo, le conté que mi padre había conocido a un viejo soldado, degollador de oficio -un buen hombre que cumplía con su deber-, y procedía siempre de la misma manera. Los prisioneros estaban sentados en el suelo con las manos atadas a la espalda. El degollador se les acercaba, les daba una palmadita en el hombre y les decía: “Ánimo, amigo, más sufren las mujeres cuando paren”. Luego los degollaba rápidamente, de un solo tajo. Parece que era casi indoloro…  

Jorge Luis Borges

PUBLICACIÓN PROGRAMADA.

miércoles, 12 de marzo de 2014

NASRUDIN, EL IMPERFECTO

LA MUJER PERFECTA

Antonio Campillo Ruiz

 Audrey Marienkoff

Nasrudin conversaba con un amigo.

- Entonces, ¿Nunca pensaste en casarte?
- Sí pensé -respondió Nasrudin. En mi juventud, resolví buscar a la mujer perfecta. Crucé el  desierto, llegué a Damasco y conocí una mujer muy espiritual y linda; pero ella no sabía nada de las cosas de este mundo. Continué viajando y fui a Isfahan; allí encontré una mujer que conocía el reino de la materia y el del espíritu, pero no era bonita. Entonces resolví ir hasta El Cairo, donde cené en la casa de una moza bonita, religiosa y conocedora de la realidad material.
- ¿Y por qué no te casaste con ella?
- ¡Ah, compañero mío! Lamentablemente ella también quería un hombre perfecto.


Cuento Sufí

PUBLICACIÓN PROGRAMADA.

lunes, 10 de marzo de 2014

LA CONFESIÓN

ESO

Antonio Campillo Ruiz


   Al preso lo interrogaban tres veces por semana para averiguar “quién le había enseñado eso”. Él siempre respondía con un digno silencio y entonces el teniente de turno arrimaba a sus testículos la horrenda picana.
Un día el preso tuvo la súbita inspiración de contestar: “Marx. Sí, ahora lo recuerdo, fue Marx”. El teniente asombrado pero alerta, atinó a preguntar: “Ajá. Y a ese Marx ¿quién se lo enseñó?” El preso, ya en disposición de hacer concesiones agregó: “No estoy seguro, pero creo que fue Hegel”.
El teniente sonrió, satisfecho, y el preso, tal vez por deformación profesional, alcanzó a pensar: “Ojalá que el viejo no se haya movido de Alemania”.

Mario Benedetti

PUBLICACIÓN PROGRAMADA.


sábado, 8 de marzo de 2014

UN TRABAJO PROFESIONAL

UNA NOCHE DE VERANO

Antonio Campillo Ruiz


   El hecho de que Henry Armstrong estuviera enterrado no era motivo suficientemente convincente como para demostrarle que estaba muerto: siempre había sido un hombre difícil de persuadir. El testimonio de sus sentidos le obligaba a admitir que estaba realmente enterrado. Su posición –tendido boca arriba con las manos cruzadas sobre su estómago y atadas, que rompió fácilmente sin que se alterase la situación–, el estricto confinamiento de toda su persona, la negra oscuridad y el profundo silencio, constituían una evidencia imposible de contradecir y Armstrong lo aceptó sin perderse en cavilaciones.
Pero, muerto… no. Sólo estaba enfermo, muy enfermo, aunque, con la apatía del inválido, no se preocupó demasiado por la extraña suerte que le había correspondido. No era un filósofo, sino simplemente una persona vulgar, dotada en aquel momento de una patológica indiferencia; el órgano que le había dado ocasión de inquietarse estaba ahora aletargado. De modo que sin ninguna aprensión por lo que se refiriera a su futuro inmediato, se quedó dormido y todo fue paz para Henry Armstrong.
Pero algo todavía se movía en la superficie. Era aquella una oscura noche de verano, rasgada por frecuentes relámpagos que iluminaban unas nubes, las cuales avanzaban por el este preñadas de tormenta. Aquellos breves y relampagueantes fulgores proyectaban una fantasmal claridad sobre los monumentos y lápidas del camposanto. No era una noche propicia para que una persona normal anduviera vagabundeando alrededor de un cementerio, de modo que los tres hombres que estaban allí, cavando en la tumba de Henry Armstrong, se sentían razonablemente seguros.
Dos de ellos eran jóvenes estudiantes de una Facultad de Medicina que se hallaba a unas millas de distancia; el tercero era un gigantesco negro llamado Jess. Desde hacía muchos años Jess estaba empleado en el cementerio en calidad de sepulturero, y su chanza favorita era la de que “conocía todas las ánimas del lugar”. Por la naturaleza de lo que ahora estaba haciendo, podía inferirse que el lugar no estaba tan poblado como su libro de registro podía hacer suponer.
Al otro lado del muro, apartados de la carretera, podían verse un caballo y un carruaje ligero, esperando.
El trabajo de excavación no resultaba difícil; la tierra con la cual había sido rellenada la tumba unas horas antes ofrecía poca resistencia, y no tardó en quedarse amontonada a uno de los lados de la fosa. El levantar la tapadera del ataúd requirió más esfuerzo, pero Jess era práctico en la tarea y terminó por colocar cuidadosamente la tapadera sobre el montón de tierra, dejando al descubierto el cadáver, ataviado con pantalones negros y camisa blanca

.
En aquel preciso instante, un relámpago zigzagueó en el aire, desgarrando la oscuridad, y casi inmediatamente estalló un fragoroso trueno. Arrancado de su sueño, Henry Armstrong incorporó tranquilamente la mitad superior de su cuerpo hasta quedar sentado.
Profiriendo gritos inarticulados, los hombres huyeron, poseídos por el terror, cada uno de ellos en una dirección distinta. Dos de los fugitivos no hubieran regresado por nada del mundo. Pero Jess estaba hecho de otra pasta.
Con las primeras luces del amanecer, los dos estudiantes, pálidos de ansiedad y con el terror de su aventura latiendo aún tumultuosamente en su sangre, llegaron a la Facultad.
–¿Lo has visto? –exclamó uno de ellos.
–¡Dios! Sí… ¿Qué vamos a hacer?
Se encaminaron a la parte de atrás del edificio, donde vieron un carruaje ligero con un caballo uncido y atado por el ronzar a una verja, cerca de la sala de disección. Maquinalmente, los dos jóvenes entraron en la sala. Sentado en un banco, a oscuras, vieron al negro Jess. El negro se puso de pie, sonriendo, todo ojos y dientes.
–Estoy esperando mi paga –dijo.
Desnudo sobre una larga mesa, yacía el cadáver de Henry Armstrong. Tenía la cabeza manchada de sangre y arcilla por haber recibido un golpe de azada.

Ambrose Bierce



NOTA IMPORTANTE.-

Desde el pasado día 28 de febrero, un error informático me impide poder realizar comentarios, entre otras anomalías, en las publicaciones de los blogs amigos. Siento mucho el contratiempo y espero solucionar el problema lo antes posible.


PUBLICACIÓN PROGRAMADA.

jueves, 6 de marzo de 2014

FRANZ KAFKA

MUCHO GUSTO

Antonio Campillo Ruiz


   Se habían encontrado en la barra de un bar, cada uno frente a una jarra de cerveza, y habían empezado a conversar al principio, como es lo normal, sobre el tiempo y la crisis; luego, de temas varios, y no siempre racionalmente encadenados. Al parecer, el flaco era escritor, el otro, un señor cualquiera. No bien supo que el flaco era literato, el señor cualquiera, empezó a elogiar la condición de artista, eso que llamaba el sencillo privilegio de poder escribir.
–No crea que es algo tan estupendo –dijo el Flaco–, también hay momentos de profundo desamparo en lo que se llega a la conclusión de que todo lo que se ha escrito es una basura; probablemente no lo sea, pero uno así lo cree. Sin ir más lejos, no hace mucho, junté todos mis inéditos, o sea un trabajo de varios años, llamé a mi mejor amigo y le dije: Mira, esto no sirve, pero comprenderás que para mí es demasiado doloroso destruirlo, así que hazme un favor; quémalos; júrame que lo vas a quemar, y me lo juró.
El señor cualquiera quedó muy impresionado ante aquel gesto autocrítico, pero no se atrevió a hacer ningún comentario. Tras un buen rato de silencio, se rascó la nuca y empinó la jarra de cerveza.
–Oiga, don –dijo sin pestañear–, hace rato que hemos hablado y ni siquiera nos hemos presentado, mi nombre es Ernesto Chávez, viajante de comercio –y le tendió la mano.
–Mucho gusto –dijo el otro, oprimiéndola con sus dedos huesudos–, Franz Kafka, para servirle.

Mario Benedetti

NOTA IMPORTANTE.-

Desde el pasado día 28 de febrero, un error informático me impide poder realizar comentarios, entre otras anomalías, en las publicaciones de los blogs amigos. Siento mucho el contratiempo y espero solucionar el problema lo antes posible.


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martes, 4 de marzo de 2014

DECIR Y ENTENDER

DISPUTA POR SEÑAS

Antonio Campillo Ruiz

Tomasz Setowski

   Sucedió una vez que los romanos, que carecían de leyes para su gobierno, fueron a pedirlas a los griegos, que sí las tenían. Estos les respondieron que no merecían poseerlas, ni las podrían entender, puesto que su saber era tan escaso. Pero que si insistían en conocer y usar estas leyes, antes les convendría disputar con sus sabios, para ver si las entendían y merecían llevarlas. Dieron como excusa esta gentil respuesta. 
Respondieron los romanos que aceptaban de buen grado y firmaron un convenio para la controversia. Como no entendían sus respectivos lenguajes, se acordó que disputasen por señas y fijaron públicamente un día para su realización. 
Los romanos quedaron muy preocupados, sin saber qué hacer, porque no eran letrados y temían el vasto saber de los doctores griegos. Así cavilaban cuando un ciudadano dijo que eligieran un rústico y que hiciera con la mano las señas que Dios le diese a entender: fue un sano consejo. 
Buscaron un rústico muy astuto y le dijeron: "Tenemos un convenio con los griegos para disputar por señas: pide lo que quieras y te lo daremos, socórrenos en esta lid". 
Lo vistieron con muy ricos paños de gran valor, como si fuera doctor en filosofía. Subió a una alta cátedra y dijo con fanfarronería: "De hoy en más vengan los griegos con toda su porfía". Llegó allí un griego, doctor sobresaliente, alabado y escogido entre todos los griegos. Subió a otra cátedra, ante todo el pueblo reunido. Comenzaron sus señas como se había acordado. 
Levantóse el griego, sosegado, con calma, y mostró sólo un dedo, el que está cerca del pulgar; luego se sentó en su mismo sitio. Levantóse el rústico, bravucón y con malas pulgas, mostró tres dedos tendidos hacia el griego, el pulgar y otros dos retenidos en forma de arpón y los otros encogidos. Se sentó el necio, mirando sus vestiduras. 
Levantóse el griego, tendió la palma llana y se sentó luego plácidamente. Levantóse el rústico con su vana fantasía y con porfía mostró el puño cerrado. 
A todos los de Grecia dijo el sabio: los romanos merecen las leyes, no se las niego. Levantáronse todos en sosiego y paz. Gran honra proporcionó a Roma el rústico villano. 
Preguntaron al griego qué fue lo que dijera por señas al romano y qué le respondió éste. Dijo: "Yo dije que hay un Dios, el romano dijo que era uno en tres personas e hizo tal seña. Yo dije que todo estaba bajo su voluntad. Respondió que en su poder estábamos, y dijo verdad. Cuando vi que entendían y creían en la Trinidad, comprendí que merecían leyes certeras". 
Preguntaron al rústico cuáles habían sido sus ocurrencias: "Me dijo que con un dedo me quebraría el ojo: tuve gran pesar e ira. Le respondí con saña, con cólera y con indignación que yo le quebraría, ante toda la gente, los ojos con dos dedos y los dientes con el pulgar. Me dijo después que de esto que le prestara atención, que me daría tal palmada que los oídos me vibrarían. Yo le respondí que le daría tal puñetazo que en toda su vida no llegaría a vengarse. Cuando vio la pelea tan despareja dejó de amenazar a quien no le temía". 
Por eso dice la fábula de la sabia vieja: "No hay mala palabra si no es tomada a mal. Verá que es bien dicha si fue bien entendida"

Juan Ruiz, Arcipreste de Hita 


NOTA IMPORTANTE.-

Desde el pasado día 28 de febrero, un error informático me impide poder realizar comentarios, entre otras anomalías, en las publicaciones de los blogs amigos. Siento mucho el contratiempo y espero solucionar el problema lo antes posible.


PUBLICACIÓM PROGRAMADA.