YO TE DARÉ
Antonio
Campillo Ruiz
Nadie podía haber
imaginado que el convulso año 1931, irracional fecha en la que odios
ancestrales y derechos pisoteados, confluyeron en un enfrentamiento brutal en
España, se produjesen obras en todas las artes. Ese año, el maestro Araburo realiza
una lujosa orquestación de la canción
española que se acostumbraba a cantar en las rondas por tunos e incluso por
coros y charangas desde finales del siglo XIX. El arreglo musical lo llevó a
cabo Araburo para una canzonetista, de cierta fama, que interpretaba sus números
musicales en teatros de variedades, Paquita Robles Lebastina, “La Pitusilla”. A
partir de ese momento, la canción fue cantada en fiestas y aprendida incluso
por los niños. Su título es conocido en todos los rincones de nuestro país: “Yo te daré”.
Sublevado el ejército,
a pesar de su juramento de lealtad a la constitución legalmente aprobada, una
cruenta guerra civil destruyó y dividió a la sociedad española. El terror a los
bombardeos nazis alemanes y a los obuses de las tropas fascistas italianas,
obligaron a los dirigentes políticos republicanos a decidir la protección de
los niños enviándolos a Rusia, su supuesto aliado y en realidad un aprovechado
más de los países que miraron para otro lado antes que decidir una verdadera
ayuda a la legalidad española. Estos niños, tristes exiliados políticos
infantiles, en plena guerra, 1937, cantaban la pegadiza canción “Yo te daré” a
la vez que entre las milicias falangistas y conspiradores militares se cantaba
a su vez, para infundirse ánimo y generar un espíritu combativo. Así pues, era
cantada en Rusia por niños y en España por los cuadros directivos y miembros de
la Falange Española que añadieron una palabra, al finalizar la letrilla de la
estrofa:
”Yo te daré,
te daré, niña hermosa,
te daré una cosa,
una cosa que yo solo sé:
¡CAFÉ!”
Esta palabra quería
ser, y es, un secreto que escondía, y esconde, un acrónimo que significa: “Camaradas:
Arriba Falange Española”. Así que, mientras los niños exiliados cantaban en un
país lejano la pegadiza canción, bien pudo suceder un hecho que cambió
completamente esta antigua tonadilla en una música tan maravillosamente
orquestada, que ha llegado a nuestros días con merecida fama y éxito: de alguno
o varios de las niñas y niños, de entre los más de tres mil que se encontraban
en Rusia desde marzo de 1937, Dmitri Shostakovich, pudo escuchar un estribillo
que posteriormente, en 1938, formó parte de Symphonic Jazz Suite nº 2 como la
segunda parte, tras la Polka I. Se trata del Waltz nº 2 de dicha Sinfonía.
Jamás pronunciaré, como quizás muy
alegremente expresa algún autor, la palabra copia. Creo que Shostakovich pudo
inspirarse en este reiterado tema para orquestar de forma excepcional el núcleo
de su Vals nº 2. Y, aparentemente, es probable que oyese no pocas veces “Yo te daré”, de ahí a copiar su música existe una distancia tan grande como podemos comprobar en
de este mismo blog, leyendo la complejidad de la composición
y escuchando la Sinfonía completa.
La fama de esta composición de Shostakovich ha llegado a
rincones de gran difusión, así grandes realizadores cinematográficos, empezando
por Stanley Kubrick, en su película “Eyes Wide Shunt”, 1999, impregna de una
belleza añadida unas escenas y un argumento tan intenso y fascinante como “Relato
soñado” de Arthur Schnitzler, novela en la que está basada la película. Del
mismo modo, Joe Wright en su “Anna Karenina”, 2012, utilizó con precisión emotiva
el Vals nº 2. con estética preciosista, en la película, adaptación de la gran novela homónima
de León Tolstói.
Es importante visionar las escenas a plena pantalla.
Es importante visionar las escenas a plena
panatalla.
Es importante visionar las escenas a plena
pantalla.