martes, 16 de noviembre de 2010

CAMBIO DE SEXO

DEL AJEDREZ

María Luisa Arnaiz Sánchez
                                                     A MI HIJO ANTONIO

Mars with Venus plays chess, Alessandro Varotari. Bildergallerie

   Que el juego del ajedrez se introdujo en España por los árabes no es novedad, pero lo que resulta irritante es que se repitan una y otra vez determinados tópicos que, por su difícil contraste, pasan por verdades indubitables siendo controvertidas. La palabra ajedrez proviene del sánscrito “chaturanga” a través del persa ‘shatransh’ (la “sh” semita no existió en griego ni en latín) y evolucionó a ‘as-xedres’ en castellano, ‘xadres’ en portugués, ‘scach’ en catalán, ‘scacco’ en italiano, ‘échec’ en francés, ‘chess’ en inglés, etc. Estos vocablos emanan de shah, ‘rey’ en persa, “jaque” en español, “check” en inglés, “шах”, jaque, en ruso. Alfonso X el Sabio ordenó traducir al castellano un tratado árabe sobre el ajedrez, que se llamó “Libro del axedrez, dados e tablas”, cuyo original se conserva en la Biblioteca de El Escorial. 

Libro del axedrez, dados e tablas. El Escorial

 “Aquí están las entrañas de Su Majestad el Rey don Alonso X, el cual muriendo en Sevilla, por la gran lealtad que esta ciudad de Murcia le tuvo, en su testamento las mandó sepultar aquí”. Catedral de Murcia

Piezas de ajedrez, siglo X. Santiago de Peñalba

   Por su importancia y por haber hecho volar la fantasía trataré a continuación de la pieza cuyo nombre en árabe es “firzán”, ‘consejero’, proveniente del vocablo persa “farzin”, ‘visir o ministro real’, que pasó a nuestra lengua como alferza, nombre que le dio el rey Sabio y a la que recomendó tallar “a semeiança del alferez que lleva la senna de las sennales del rey”, es decir, imitando al portaestandarte o abanderado, que marchaba al lado del rey en las batallas.

Estandartes de León y Castilla

   Mucha tinta ha corrido a propósito de la pieza que cambió de sexo a finales del siglo XV bajo los Reyes Católicos. Bernat Fenollar, Narcís Vinyoles y Francesc Castellví fueron los autores de “Scachs d'amor”, un poema de 1475 en que compilaron las normas creadas a propósito de la introducción de la dama (“la pieza mas poderosa del ajedrez, la Dama-Reina, que sustituía a la Alferza del antiguo juego” en opinión de Mª Carmen Romeo en “La Valencia literaria del siglo XV, el manuscrito de Schacs d’amor y sus tres autores”). En consecuencia, estamos ante el primer documento en lengua romance que atestigua la mutación de la alferza en dama en suelo español. 

Ajedrez de Lewis, finales del XII (descubierto en 1831)
British Museum

   ¿Qué causó esta transformación? mi HIPÓteSIS es que se trata de un caso premeditado de alianza político-eclesial. Europa nació en el XII, una vez que los señores feudales decidieron elegir al “primus inter pares”, el rey, mientras la iglesia cristiana ostentaba la supremacía espiritual de la grey. Como un emperador o soberano solo podía ser coronado con la autorización del papa, los pactos en beneficio mutuo entre el poder político y el espiritual fueron un hecho indiscutido. El primer emperador cristiano del solar patrio fue Alfonso VII de León, que fue coronado en 1135 por Guido de Vico, legado de Inocencio II. Esta es mi argumentación sobre el cambio.

El llamado ajedrez de Carlomagno, relicario del XIV
 Colegiata de Roncesvalles

   1. En el “Poema Schahiludio, tempore Saxorum in Anglia, carmine politico elaboratum” se dice: “Cum pedestre usque summam venerit tabulam, / nomen eius tunc mutetur, appelletur ferzia; / eius interim Reginae gratiam obtineat.” (Por mi traducción: “Siempre que llegara al sitio principal de la tabla andando, el nombre se le cambiaría en el de ferzia por derecho, conservando mientras tanto por derecho las prerrogativas de la reina.”)

Libro del axedrez, dados e tablas

   2. Abraham ben Meir Aben Ezra, rabino toledano del siglo XII, dice: “Si por ventura andando / mucho de su lugar se va alejando / y hasta el orden octavo se ha subido, / como si fuere Pheres distinguido / podrá entonces volverse / y libre en todas partes revolverse”.

Libro del axedrez, dados e tablas

   3. Jacobo de Cessolis, residente en un convento genovés en 1317, difundió su “Ludus scacchorum”, cuya traducción llegó al castellano  en 1549. En este sermonario moralizante reflejó a la sociedad de su tiempo como trebejos de ajedrez. Así, “la reina debe ser casta…que ponga cuidado en la educación de sus hijos, que su sabiduría se transparente no sólo en sus actos, sino en sus palabras y sobre todo que, en contra de lo que es costumbre en las mujeres por naturaleza, sepa guardar las cosas en el secreto de su corazón y se resista a hacerlas públicas”.

Libro del axedrez, dados e tablas

   4. El clérigo Pietro Carrera en “El juego del ajedrez…” de 1617 llama siempre donna a esta pieza y dice que “no personifica a la esposa del rey, sino al capitán general o segundo oficial de campo” (el rey es el primero), y que la atribución del nombre de “reina” cree que procede de un error de los jugadores o del vulgo, dada su categoría y situación junto al rey.

Libro del axedrez, dados e tablas

   5. El capitán Hiram Cox, orientalista del XIX, defendió que la voz persa ferz representaba una cualidad (valentía, eminencia, distinción) y por ello afirmó: “Cuando un peón es llevado a la última casilla en la división contraria (los persas) dicen que se hace farzin, es decir, distinguido”.

Manuscrito de 1220. Abadía de Beuron

   De estos testimonios se deduce que hasta el XII la pieza en cuestión se llamaba “ferzia o pheres” y era masculina -“pheres distinguido”-, que en el primer tercio del XIV fuera de España era una “reina”, que la alteración perduró y que “ferz” alude a un atributo factible por méritos. Pues bien, ¿por qué se produjo el cambio del alferza a REINA o dama

Metamorfosis

   Por mi formación lingüista el caso me recuerda que la palabra “fierz”, en desuso, proviene de ferox, impetuoso, y dio en español ‘fiero’, en portugués ‘feroz’, en francés ‘fier’, en inglés ‘fierce’, en italiano ‘feroce’, en ruso y húngaro Ферзь’ [ferz] y ‘vezér’, reina del ajedrez. Por ello creo que las prestigiosas cualidades que adornaban al masculino alferza (sabiduría, lealtad, prudencia, valor), genuinas del ideario caballeresco, se expandieron con el fin de recubrir al nuevo referente, la  reina, y, junto al hecho de que la Virgen empezara a denominarse “Nuestra Señora” (Nôtre Dame, Our Lady, Madonna, Unsere Dame), procuraron el sinónimo aglutinante para la mutación: dama (< domina > donna > doña, porque el rey era “dominus” por influencia eclesial). 

Reina de ajedrez, siglo XII. Museo Bode. Berlín

   Una vez admitida la mudanza y trayendo a colación la Historia, cabe preguntarse: ¿por qué una mujer casada sustituyó a un hombre? De una parte, porque apareció el culto a la Virgen María, veneración que impuso la iglesia católica para reprimir el placer físico mediante su abstracción; de otra, porque surgió el Amor cortés, paganización deliberada del cristianismo y juego cortesano en que el amante servía y adoraba a la dama, como el cristiano a su Dios, en una aberrante inhibición de la libido. Consecuentemente, la transformación fue fruto de la concomitancia de dos casos de adoración en el siglo XII

Virgen de la Arrixaca. Murcia

   Como nunca se impone algo si no es para reprimir una situación o estado existentes, la modificación sólo pudo producirse en el ámbito medieval cristiano, habida cuenta de la documentada licenciosa vida sexual de la época que llevaba aparejada la duda sobre la legitimidad de la prole, porque el Corán sostiene que los placeres de la carne son agradables a Dios y que la lujuria es el medio que él ha concedido al hombre para anticiparle los placeres del “paraíso”, luego es imposible que el credo musulmán fuera la fuente del cambio. 

Cristianismo e Islamismo
 
   Se ha dicho que, como los peones pueden convertirse en reina o dama, la coexistencia en el tablero de más de una “mujer” pasaba por la poligamia, algo legítimo para el islamismo que el cristianismo no iba a tolerar, y que el nombre femenino de la pieza contribuyó al cambio sufrido por la alferza. Se non è vero, è ben trovato, pero no alcanza la suficiente justificación. 

Pretendientes persas. Haft Awrang, 1492

   Está totalmente probado que, para CONTENER al hombre, la iglesia católica difundió la doctrina de un estilo de vida digno de imitarse y, al igual que exigió el celibato a sus disolutos clérigos (fue implantado en el siglo XIII, en tanto que la iglesia ortodoxa no lo exigió), empleó un proyecto político-social muy conveniente para el propósito que perseguía: prestigió la idea de la maternidad frente a la de fertilidad y fomentó la virginidad. La primera para las casadas, la segunda para las solteras. 

El pelo tapado: mujer casada

   Así pues, dadas las premisas anteriores y por estar muy asentada la metáfora del ajedrez como reflejo de la vida, llego a la CONCLUSIÓN de que, si la imagen de Nuestra Señora se instaló en cualquier iglesia para asegurar el incipiente culto mariano, los caballeros, cuyo trabajo era la guerra, pudieron ser domesticados por medio del ajedrez que debían practicar. Por tanto, la alferza llegó a ser dama o reina a modo de imagen subliminal por interés, patente para la iglesia cristiana y la monarquía, latente para los demás. Favorecida por la literatura cortés, Roma se aprovechó del inconsciente colectivo, como lo hizo con las biblias en piedra, y los hombres, alejados del hogar por las continuas luchas, jugando, tenían en sus manos un modelo de esposa del que esperaba hijos legítimos que aseguraran su sucesión y patrimonio. 

William of Tyre, siglo XIII

   Se podría argüir, como hacen algunos, que la metamorfosis se debió al papel preponderante que alcanzó la mujer durante la época feudal. Nada más lejos de la realidad. Las normas del juego del “amor cortés” concedían el poder sobre el cuerpo y alma a la dama, lo que no toleró la iglesia católica, pero la mujer nunca obtuvo derechos jurídicos o sociales que le permitieran evitar la condición de hombre incompleto o mutilado, tal como santo Tomás de Aquino la caracterizó siguiendo a Aristóteles: “la mujer es como un varón impotente”. En España la modificación de la alferza se retrasó por la cultura árabe.

Piezas de ajedrez fatimí, entre X-XI. Museo de Lérida

   En cuanto a proponer que Isabel la Católica fuera el prototipo de la reina del ajedrez por haber sido durante su reinado cuando surgió la normación de la “dama”, no lo creo cierto. Mis dudas se fundan en los  casos de celebridad añadida a personas eminentes por adulación. Al contrario, en la época abundaba la literatura misógina, como prueba Pere Torroellas en “Maldecir de mugeres” de 1458, primeros versos en castellano vituperando a las mujeres: “Mujer es un animal / que se dice hombre imperfecto, / procreado por defecto / del buen calor natural […]”.  

Virgen románica. Anónima

   Por último, como la representación del ajedrez responde a imágenes mentales (el vencer al rey -subliminalmente quedarse con la reina-, el obispo, o sea, el alfil, -¿se necesita comentar más?-, la estrategia militar en las jugadas -arte bélico-, etc.), la afición procura pautas de comportamiento. Hombres y mujeres fueron educados conforme a lo previsto, pero la reina, salvo excepciones y a diferencia del trebejo, tuvo un poder aparente que el ajedrez contribuyó a propagar junto con la imagen decorativa de la mujer.

Marguerite d'Alençon y su hermano jugando al ajedrez, XVI

   Góngora dice: “En los Gelves nací, el año / que os perdistes en los Gelves / de una berberisca noble / y de un turco matasiete”. Pues bien, en la meritocracia que planea en esta tesis tiene su origen  la palabra matasiete según Huarte de San Juan en “Examen de ingenios”: “Los moros tienen ordenados siete escalones en la paga, a imitación de las siete casas que ha de andar el peón para que sea dama. Y, así, los van subiendo de una paga a dos, y de dos a tres, hasta llegar a siete conforme a los hechos que hiciere el soldado; y si es tan valeroso que mereciere tirar tan subida ventaja como siete, se la dan, y por esta causa los llaman septenarios o matasiete; los cuales tienen grandes libertades y esenciones, como en España los hidalgos.” 

El Diablo y El Matasiete, Diego Perrotta

A LOS LECTORES: Los tres primeros documentos audiovisuales pertenecen a la película "El Séptimo Sello" de Ingmar Bergman, 1957. El cuarto a "El Nombre de la Rosa" de Jean-Jacques Annaud, 1986








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