viernes, 11 de junio de 2010

VAMOS A CONTAR UN CUENTO


UN CUENTO: LA CRISIS

Antonio Campillo Ruiz

   El tercer presidente del más numeroso partido de la oposición actual es criticado, a veces y tímidamente, por reclamar medidas para reducir el gasto público que son menudencias impropias de un dirigente político: reducción se subvenciones a los sindicatos, reducción de gastos electorales o de ministerios.

   En realidad son algo más que pequeñas propuestas, son la cortina de humo que envuelve a quienes no comprenden en su totalidad lo que se propone. Ni siquiera él se las cree. No van a reducir el déficit público. Su propuesta obedece a una estrategia, asesorado, probablemente, por sus muchos consejeros y perfectamente calculada, con el fin de debilitar la acción pública y todo aquello que refuerce la capacidad de los trabajadores y la ciudadanía en general. Este es uno de los motivos por los que pone su mirada directa en debilitar la negociación colectiva en la reforma laboral. No quiere “beneficios” que, tal y como podría plantearlos, obtendría sin mucho esfuerzo. Busca más poder.

   Los grandes financieros, especuladores y poderes económicos, provocadores de la crisis que padecemos, han logrado vencer a los gobiernos y están consiguiendo que no solo no adopten ni una sola medida reformadora que habían previsto sino que están llevando a cabo programas de ajuste que, si no se frenan, serán la derrota histórica más grande que hayan sufrido las clases trabajadoras en la historia moderna. Y este es el gran beneficio del tercer presidente y gestor de la mal llamada oposición mayoritaria en España.

   La técnica empleada es perversa y maligna. Los gobiernos dedicaron billones de euros para “salvar” a los bancos y evitar que su quiebra destruyese el “peculiar sistema financiero internacional”. El inmediato resultado fue un incremento de dinero en Estados Unidos y Reino Unido y la generación de una subida súbita de la deuda pública. Una de las premisas de los bancos, bajo el sistema financiero anterior a la “crisis”, era que los bancos centrales no podían financiar a los gobiernos. Esta, llamémosle “cláusula”, aseguraba y garantizaba el gran negocio de la deuda pública cuando se produjese y, además, ante la catástrofe se podía sustituir por la deuda privada, mucho más opaca, incontrolada y rentable para la banca que la pública.

   Cuando en los gobiernos se ha incurrido en déficit para frenar a la “crisis” que los bancos provocaron, eran esos mismos bancos quienes los financiaban para que tuviesen recursos suficientes. Se ha generado un negocio redondo en el aspecto financiero pero también en el político. Veamos si entendemos bien el “negocio del caimán”:

1 – Los bancos privados han estado recibiendo dinero barato, al 1 % o incluso menos, de los bancos centrales con el objetivo de que pudiesen volver a financiar de forma urgente a empresas y familias endeudadas. En lugar de ello han dedicado ese dinero a suscribir deuda de los gobiernos que se emite al 4 o 5 % y a seguir especulando.

2 – Como son inagotables en la especulación para ganar más y más dinero, los bancos y los fondos especulativos empezaron a “analizar a determinados gobiernos”, entre ellos España, y propagaron rumores sin fundamento asegurando (los medios de comunicación son suyos) que no iban a poder pagar la deuda y que incluso su situación era mucho peor de lo que la realidad del país “analizado” indicaba. De esta forma subían el interés al que estos gobiernos debían emitir su deuda pública alcanzando, a veces, hasta el 10 % como el caso de Grecia. Los beneficios bancarios empezaron a ser  multimillonarios.

3 – Como en este momento, bancos y especuladores poseen una situación de privilegio frente a los gobiernos puesto que éstos deben recurrir a ellos necesariamente para poder manejar recursos, sus necesidades se han transformado en imposiciones políticas enormemente perjudiciales, injustas e incluso peligrosas en connivencia, claro está, con los partidos que jalean chapuzas informativas electoralistas y ridículos análisis económicos.

4 – Este es el origen de los planes de ajuste de los gobiernos que no poseen la capacidad ni la riqueza necesaria para plantarles cara. Hacen lo único que les está permitido: aplican medidas en las que sí pueden influir, es decir, disminuir la capacidad de respuesta de los más débiles. Si los poderosos y los que han creado esta “crisis” verdaderamente quisieran dinamizar la actividad económica y el empleo nunca frenarían la demanda ni permitirían que su dinero, el de los bancos y especuladores, se empleara en otro sitio que no fuesen las empresas y las familias.    

5 – Si no fuese por el dramatismo que ha generado en la sociedad occidental, se podía calificar de cómico y ridículo el modo de actuar de las empresas de rating que se utilizan para crear tensión y chantajear a los gobiernos. En una primera actuación dicen que van a bajar la calificación de los gobiernos si no aplican ajustes porque “los mercados no confían en su deuda pública”. En un segundo paso, cuando se aplica el ajuste, como ha pasado en España, hoy mismo, cinco de junio, es noticia en los medios que esas mismas “agencias sapientes” rebajan su calificación aludiendo que se reduce la expectativa de crecimiento… ¡como consecuencia del ajuste aplicado! ¡De chiste! Lo cierto es que los bancos y los grandes especuladores no dejan cambiar ni una coma de las condiciones de la plena facilidad con la que actúan en los mercados internacionales.

   Este es el cuento. Esta es la “crisis” que, iniciada quizás por mala gestión, ha tomado un cariz que cada vez provoca más inestabilidad en todos los gobiernos. Para entender mejor la sinvergonzonería pongamos un ejemplo: Grecia. Lo que se pide al gobierno de Papandreou es algo imposible de realizar: ¿cuánto tiempo necesitarían Francia o Alemania para reformar su sistema de pensiones?, ¿más o menos que la ridiculez que se le pide a Grecia? Papandreou lo tiene que solucionar en tres meses.

   Se ha provocado el “sálvese quien pueda y cada cual a lo suyo”. Algo irracional y socialmente terrible. ¡Son las instituciones europeas e internacionales del empleo las que deben poner freno al delirio de los financieros! Al caos provocado en Grecia  se le une un aspecto que olvidamos con demasiada frecuencia: el secular enfrentamiento armado entre Turquía y Grecia, incluyendo Chipre. La hipocresía de los que han “intervenido a Grecia por su bancarrota”, es sorprendente: Francia ha vendido a Grecia seis fragatas por el módico precio de dos mil quinientos millones de euros y helicópteros por valor de cuatrocientos millones. Alemania le ha vendido seis submarinos por valor de mil millones de euros. La hipocresía es absoluta. Se le presta dinero para pagar las armas suministradas a un país de once millones de habitantes que posee un ejército de cien mil hombres. Alemania, con más de ochenta millones de habitantes, posee doscientos mil hombres en su ejército. Recortar en estos gastos “suntuarios” e inútiles es más eficaz que rebajar el sueldo a los mileuristas.

No nos engañemos, con esta “crisis” se busca privilegiar a las grandes empresas y financieros. Buscan ganar más, como siempre, pero ahora necesitan hacerlo sin trabas políticas porque para seguir ganando más deben hacer cada vez más barbaridades y destrozar la estructura económica y la justicia social.

   Lo que está en juego, amigos lectores, no es solo una cuestión salarial ni un tijeretazo más o menos grande a los gastos del Estado. Lo que peligra es la Democracia, la libertad y la justicia social.

1 comentario:

  1. Estoy totalmente convencida de que la realidad es exactamente la que cuentas, mi amigo...

    Somos meras marionetas de los especuladores y grandes capitales... y nos manejan a su antojo...

    Y la última frase es demoledora y por desgracia, también muy real...

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