EL SEXO Y EL CERDO

DEL CERDO, TODO

María Luisa Arnaiz Sánchez

Alexey Golovin

   Llamar a los escarceos amorosos hacer porquerías, marranerías, cochinerías, guarrerías, y prohibir a los niños explorar sus genitales, ¡puerco, marrano, cochino, guarro, eso no se toca!, ¿les ha llamado la atención? ¿Por qué el nombre del cerdo con sus sinónimos se ha adueñado de los órganos sexuales? En el romancillo de Góngora “Hermana Marica” dice el yo poético refiriéndose a Bárbola: “porque algunas veces / hacemos yo y ella / las bellaquerías / detrás de la puerta” y convendrán conmigo en que los niños en materia sexual son muy precoces. En el romance anónimo sobre la boda de doña Lambra con don Rodrigo de Lara la novia injuria a su suegra: “Mas calléis vos, doña Sancha, / que tenéis por qué callar, / que paristeis siete hijos / como puerca en cenagal”. ¿Por qué la identificación de la mujer multípara con una cerda?

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   El cerdo estaba consagrado a Démeter y con dicho animal aparecía en sus representaciones artísticas. Durante las Tesmoforias, fiestas en honor a la diosa, se arrojaban cerdos, piñas, tortas y figurillas de falos, en las criptas sagradas con la intención de vivificar la tierra y estimular los embarazos. Para explicar este ritual se extendió la fábula de que, cuando Plutón raptó a la hija de Démeter, Perséfone, en el paraje estaba Eubuleos con su piara y se hundió al submundo tras el dios y su víctima, pero es probable que en principio el cerdo fuera la encarnación de la diosa y que se lo sacrificaran. Por ello se mezclaban sus huesos con los granos a la hora de sembrar: para que las cosechas fueran abundantes.

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   Pues bien, si la tradición judeocristiana ha enseñado a cubrir los genitales, si la madre del legendario rey Lamissio tuvo un parto séptuple “e veyendose mucho confusa por vergüenza de las gentes, porque no la llamasen puerca, fiso matar a seis dellos”, si el nombre Porcelos -un fundador de Burgos- “quiere decir lechón, por haberle parido su madre juntamente con otros seis de un parto, como las madres de los lechones suelen”, se verifica que, en lo concerniente al sexo, genitales y procreación se han vinculado a lo vergonzoso, de la misma forma que en el imaginario colectivo ha permanecido la asociación de los cerdos con la fecundidad. Como sin relaciones sexuales no hay embarazo, la Iglesia católica anatematizó el placer sexual para controlar las conciencias y los misóginos animalizaron a la mujer para someterla.

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