viernes, 6 de diciembre de 2013

DESPACIO, CON FIRMEZA

PRIMERA VEZ

Antonio Campillo Ruiz

Embrace, Joseph Lorusso

   Aquí estamos los dos, uno delante del otro. Nerviosos, pero decididos. Sabemos que cualquier inexperiencia será superada con creces por nuestro amor, o eso dicen. Sonríe, te digo, y tus ojos lo hacen por tus labios, háblame, te digo, y tu silencio lo hace por tu voz, quiéreme te suplico, y depositas tu mirada en la mía, haciéndolo. Y me abrazas.
   Realizamos despacio cada gesto por temor a equivocarnos, para dilatar el tiempo y saborear el instante cincelándolo en la lengua. Me llega tu respiración cada vez más agitada conforme vas desnudándome. Lentamente nos despojamos de las prendas y vamos en pos del ser que hay delante para cometer el acto milagroso de confluir en una vida como si la apresáramos. Nos entretenemos en cada caricia para precisar el sentido del otro, para permitirnos calar desde la superficie a lo profundo y trascender los cuerpos. Dejamos a las bocas que se beban, a las carnes de los labios que se atrapen, a las lenguas enloquecidas que se enreden, a las comisuras alongarse en su avidez por engullirse. Se ablandan los huesos, se endurece la carne. Las pieles se erizan de deseo que aplacan sumergiéndose la una en la otra. La búsqueda dubitativa culmina en la unión aún torpe, después cierta.
   Abandonados los cuerpos a sí mismos, comenzamos a derramarnos en el otro. El placer emergente rinde los párpados. Comienza el roce de filos de almas, el oleaje del cosmos, el vaivén de océanos abisales, el sol ha muerto, es tormenta y noche, relámpagos cortantes abren la negrura, rayos y crujidos de trueno se clavan en la espina dorsal, la mente se diluye en el choque, chilla hasta que se rompe, y sus añicos tintinean en ecos solitarios que desfallecen cada vez con mayor lejanía en la oscuridad. Los ojos se entreabren mientras llueve con mansedumbre la dulzura y se expanden, algodonándose, nubes de paz que navegan hacia el horizonte, para morir.
   Cuando caemos en nuestros cuerpos, ya está. Tú me has leído. Yo te he escrito. Hemos sembrado un hijo, un amor, un cuento.

Áloe Azid

PUBLICACIÓN PROGRAMADA.

7 comentarios:

  1. Es tan bello este relato, que sin querer te lleva allí donde está, te hace persona y personaje del cuento, en el que ambos términos se confunden, porque has leído, bebido , vivido y experimentado lo relatado.
    En ocasiones, pocas, la ficción supera la realidad.
    ENHORABUENAA

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  2. ¡Qué linda entrada Antonio! Espero que tengas un bello fin de semana. Un abrazo enorme desde Buenos Aires.

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  3. No puede haber forma más bella de expresar esa primera vez. Una imagen vale más que mil palabras, esta vez me quedo con las palabras.
    Un beso y feliz fin de semana :)

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  4. Es imposible explicar con mayor sentimiento el momento mágico de la unión de dos seres para alumbrar a otro que pasa de ser idea a una realidad evidente.
    Un saludo

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  5. Muy bien descrito esos momentos mágicos de entrega de amor del uno al otro.
    Un largo abrazo querido amigo.

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