lunes, 11 de agosto de 2014

AMISTAD TRAICIONADA

EL PEOR ENGAÑO

Antonio Campillo Ruiz
                                                                                     A Marián

  
   Inmersos en el triste paisaje nublado de Yorkshire, típico de Inglaterra, los personajes de esta historia, tan real como terrible, ven cómo su situación laboral afecta no sólo a su situación económica, sino también a sus relaciones familiares, sentimentales  e incluso personales. The Navigators”, “La cuadrilla” de Ken Loach, 2001, se llevó a la pantalla gracias al guión de Rob Dawber, ferroviario que enfermó gravemente debido a la manipulación de amianto, asbesto, durante su labor diaria de trabajo. Falleció en febrero de 2001, a los 45 años, días después de concluir el rodaje de “La cuadrilla” y no pudo ni asistir al estreno ni recoger su premio Bafta al mejor guión. Conocía perfectamente el trabajo de ferroviario y la dureza de las condiciones para realizarlo con profesionalidad.


   El espectador puede asistir a la interpretación de actores no profesionales, sus vivencias cotidianas tan similares a personas que se cruzan por la calle cuando se apresuran a llegar a sus lugares de .trabajo, su cotidiano y aburrido día a día, mejorado mediante la imagen dinámica por la posibilidad de conocerles en su propia casa, con sus problemas y alegrías. Los trabajadores que conforman una típica cuadrilla de trabajo son compañeros y amigos, son conscientes de las ayudas e incluso reparto de trabajo que cada uno debe realizar sin necesidad de ser vigilados. Son profesionales que deben cumplir un trabajo bien realizado y duradero. Las bromas y las preocupaciones son necesarias entre ellos y conllevan un reforzamiento de la unión del grupo.

   
   En este ambiente de camaradería, entre 1948 y 1997, La British Rail fue el operador de la mayor parte del transporte en tren que tenía Inglaterra. Estaba conformada por cuatro grandes compañías de ferrocarriles y, entre 1994 y 1997, se inició un proceso de privatización, llamándose ahora British Railways. Este cambio tuvo una decisiva influencia en el trabajo de los miles de empleados que sufrieron las consecuencias de despidos y contratos de personas no profesionales, reducción de plantillas y deficiencia en los medios de seguridad en el trabajo y, por fin, una loca carrera por minimizar gastos en perjuicio de los trabajadores.


   Con un estilo directo y sin reticencias, Loach muestra al espectador las inmensas y ambiciosas fauces de los empresarios que, sin escrúpulo alguno, están dispuestos a arrasar con las conquistas laborales, acuerdos y derechos de los trabajadores, para alcanzar el máximo de ganancia en la transacción que han realizado. A nadie le importa su estabilidad, su dignidad, sus vidas… A pesar de ello, no es lo peor que aprenden los propios trabajadores: son aleccionados sobre la necesidad fomentar las ganancias de la empresa a costa de cualquier cosa, aunque hayan perdido poder adquisitivo, y derechos. 
Esto les condena a realizar acciones tan irracionales como la mentira para poder seguir malviviendo, para seguir siendo esclavos de un sistema que les coharta hasta exprimirles, para que sean el icono de lo que sucede en cada instante, día tras día, en un mundo cuyo decorado son los países donde la ley es “la explotación del hombre por el hombre”, emergentes o supuestos ricos venidos a menos por tropelías y dominio de los poderosos hipercapitalistas, dueños de gobiernos y su dirigentes. Loach consigue unos cuantos momentos bastante elocuentes cuando se engaña, con consentimiento propio, al líder sindical, los manejos salariales para buscar vinculaciones por servicios, las presiones y amenazas de directivos ante su propio despido, etc.


   “Si quieres trabajar tienes que dejar de trabajar”, explican dirigentes y sabios asesores de las empresas que cambian de nombre como de zapatos para integrar, vender o comprar con beneficios, la empresa u otras similares. Sorprendidos con las nuevas estrategias, desconocidas hasta ese momento e ininteligibles para los trabajadores, se sorprenden al comprender las nuevas leyes del voraz capitalismo, se contempla no asegurar ninguna estabilidad laboral, y tras el vencimiento de cada contrato hecho por un tiempo inferior a un año, el trabajador es dejado vacante durante algunos días, semanas o incluso meses, para que todo empiece de nuevo y cese toda obligación por cuenta de la antigüedad. Mucho huele a podrido en este ejemplo tan evidente que nos plantea “La cuadrilla” porque ¡se parece tanto a situaciones actualmente soportadas…!

Ken Loach

Es importante visionar la película a plena pantalla.


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