viernes, 19 de junio de 2015

LA MUJER BARBUDA

MAÑANA SERÁ OTRO DÍA

Antonio Campillo Ruiz


   La lluvia había dejado las Ramblas casi vacías y sólo quedaba gente agrupada en el café encristalado donde, desde meses atrás, no la dejaban entrar.

   La Sonia, de pie en el portal de la casa vacía, vio que la lluvia pasaba fatigada, amansa llovizna, la vio cesar mientras crecía el frío del viento, y pensó que aquello era un signo de buena suerte. Un poco más lejos, del otro lado del ancho paseo, las luces de la ciudad comenzaban a encenderse. Empezaba la noche y respirando el aroma tristón de su abrigo mojado, la Sonia pensó que también empezaba la esperanza. Sonrió, sin creer de verdad, como una niña a la que le recitaban un cuento ya oído e inverosímil.
Volvió a tantear la rizada peluca rubia y con gran cuidado –tenía las uñas muy largas– fue estirando las medias caladas que sostenía el portaligas.


   Volvió a sentir hambre y recordó que tenía un sándwich de jamón en el bolso. Pero no podía estropear el dibujo de boca que se había hecho con el rouge y con tanto cuidado. También recordó que hasta fin de mes estaba en orden con la policía y se obligó a caminar, acercándose al borde de las aceras para sonreír a los coches, mover las caderas y detenerse fingiendo buscar algo en la enorme cartera. Pero nada, nadie, y sin dinero para probar suerte en los bares donde todavía le dejaban entrar.


Era la noche y después fue la madrugada en el barrio sucio de la gran ciudad. Y Sonia, ya sin hambre, casi sin esperanzas continuaba caminando sobre el dolor de los tacones de aguja.

Se repitieron los diálogos breves con los hombres que pasaban.

–Vamos. ¿Vienes?

–Que te den por saco.

–Eso quiero. También yo te puedo dar si quieres enterarte.

   Hombres y hombres y su asco por ellos. La luz limpia amenazaba llegar desde el puerto y las otras se iban apagando. Subió las escaleras pisando con las caras medias de seda. Abrió la puerta manchada.

–¿Cómo te fue?

–Como la mierda, nena. Estoy hambriento. Creo que teníamos una lata de sardinas y quedó pan del desayuno.

   El chico, moreno y flaco se levantó de la cama y se puso a revolver el armario; dijo con voz de mimo y queja:

–Todavía no me besaste.

–Ahora.

   Frente al espejo la Sonia se quitó la peluca y se acarició las mejillas.

–Otra vez barbuda.

   Después se desnudó y estuvo mirando los pechos hinchados con parafina y el sexo que le colgaría tembloroso e inútil hasta después de las sardinas.

Juan Carlos Onetti



13 comentarios:

  1. La realidad de una sórdida vida que pretendemos ignorar.

    ResponderEliminar
  2. Un sopapo de conciencia de los barrios bajos, esos ahora tan cercanos con la crisis, que no sabe de tiempos ni espacios.
    Un saludo

    ResponderEliminar
  3. Esas vidas en blanco y negro, maestro ... por cierto, olvidaste colgar el cartel debajo de la imagen del Bar Marsella- Barcelona, tierra de santos varones

    ResponderEliminar
  4. Dicen que este "pesimismo" presente en la narrativa del uruguayo Onetti, es lo que hizo que no obtuviera un reconocimiento más popular en el mundo de las letras...Sin embargo, hay tanto de actualidad en este crudo relato que nos muestras que a uno le parece injusto que un observador de "pluma" tan avezada no haya sido eternamente aplaudido, por ejemplo, en su Uruguay natal, cuando se le otorgó el "Cervantes", nada más ni nada menos. Siempre es un lujo visitar tu blog, querido Antonio. Te envío mi más cálido afecto.

    ResponderEliminar
  5. un excelente escrito
    un aplauso sacándome el sombrero
    mil besossssssssssssssssssssssssssss

    ResponderEliminar
  6. Un estupendo escrito reflejando una lamentable realidad. Muy triste estos casos.
    Un fuerte abrazo. Feliz comienzo de semana

    ResponderEliminar
  7. Un estupendo escrito reflejando una lamentable realidad. Muy triste estos casos.
    Un fuerte abrazo. Feliz comienzo de semana

    ResponderEliminar
  8. Un estupendo escrito reflejando una lamentable realidad. Muy triste estos casos.
    Un fuerte abrazo. Feliz comienzo de semana

    ResponderEliminar
  9. Estremecedor y tan real...
    Siempre me han preocupado estas personas y
    el mal trato que se les infringe, por lo general....

    ResponderEliminar
  10. La vida no es fácil, pero no hay dificultades que no tienen una salida. Centrémonos en la difícil, pero en el que tenemos que hacerlo mejor, y pronto.

    ResponderEliminar
  11. gracias, desde su sitio web que tengo un montón de conocimientos.
    No es la falta de capacidad que debilita la vida, sino la voluntad suficiente para utilizar las capacidades existentes.
    continuar con el espíritu de alcanzar un sueño.

    ResponderEliminar
  12. Muy buen relato, Antonio, Oneti no lo escribiría mejor.

    ResponderEliminar
  13. Muy buen relato, Antonio, Oneti no lo escribiría mejor.

    ResponderEliminar