martes, 10 de agosto de 2010

EL VIAJE DE ODISEO


LARGO CRUCERO A ÍTACA

Antonio Campillo Ruiz


A la nave varemos en tierra primero, llevemos
todos los aparejos y nuestro tesoro a las grutas
y, hecha ya esta tarea, en seguirme debéis daros prisa,
y veréis en la sacra morada de Circe a los otros
que allí comen y beben, pues hay abundancia de todo.
                                                                
                                                                      Canto X [Circe]


   Así hablaba Odiseo (griego), Ulises (latín), a sus amigos y compañeros de armas cuando llegaron a la isla en donde  reina Circe, “la de los crespos cabellos, deidad poderosa y dotada de voz, que es la hermana de Eetes terrible”.


   “Ulises” de Mario Camerini, 1954, es una de las películas del cine italiano que está basada en la mitología griega. En la década de los años cincuenta del siglo pasado, se realizaron gran cantidad de producciones cuyos guiones tienen su origen en hechos fabulosos.

 

   La Odisea de Homero es la inspiradora del guión que fructificó en una de las más aclamadas películas europeas y que, además, podía competir con la técnica muy superior norteamericana que, por estas fechas, también producía este género de aventuras especial. Como no es de mi agrado el nombre que algunos cineastas han aplicado a estas películas no lo utilizo. Me parece inadecuado y no define en absoluto ni el motivo de las aventuras, ni el guión de las mismas. 


   Probablemente, la presencia de un escogido elenco de actores, entre los que destacan Kirk Douglas, Ulises, en una interpretación excelente y mucho mayor que de protagonista, es el alma de la película, junto al doble papel Penélope/Circe de la bella Silvana Mangano, la jovencísima Rossana Podesta, interpretando a Naussica y un Antinoo, Anthony Quinn que, como siempre, su presencia en escena es fundamental, fue el motivo de que la sencilla producción italiana estuviese a la altura de otras con un poder económico mayor pero no tan reales ni creíbles.


   La gran osadía, el ingenio y el espíritu aventurero de Ulises fomenta entre sus compañeros una entereza que no habían tenido anteriormente, alabando y bendiciendo el poder tener un jefe que no siendo temeroso de nada ni de nadie, hombres o dioses, les llevaría por el peligroso mar sanos y salvos a sus hogares.


   La atracción por conocer y experimentar todas las sensaciones que se conocían en el mundo, hace de Ulises un ser temerario que osa desafiar a los más poderosos dueños del cielo y la tierra, siempre bajo la protección de Atenea, “la de  los ojos claros”


Entonces levantóse Odiseo para irse a la villa,
y Atenea, velando por él, lo envolvió en densa nube,
por temor de que algún orgulloso feacio lo hallase     
y zahiriese al hablarle y también preguntase quién era.
                 
                                 Canto VII [Entrada en el palacio de Alcinoo]

 

   Pero, tras el sinfín de aventuras acaecidas a lo largo de su viaje de regreso al reino que dejó hace ya casi veinte años, Ulises encuentra en su propio palacio a un grupo de aventureros y estafadores que habían diezmado sus riquezas y molestado a su esposa e hijo. Se desencadena en él una furia vengativa terrible. En la película se expresa con una crueldad especial y el espectador nota la violencia fílmica con una intensidad pocas veces expresada con tanta verosimilitud.


¡Perros! Ya imaginabais que nunca del pueblo troyano
volvería a mi hogar, y por esto arruinabais mi casa,
y en el lecho de mis servidoras por fuerza os metíais,
y aun, estando yo vivo, a mi esposa le hacíais la corte,
sin temor de los dioses que habitan en el cielo anchuroso,                                                                                                                                                         ni esperar de los hombres castigo ninguno a estos actos.
Pero todos ahora tenéis ya la muerte anudada.
Así dijo, y lanzó contra Antinoo la amarga saeta.
Levantaba él entonces una áurea y bellísima copa
de dos asas y para beber la tenía en las manos,
y del vino, más no de su fin se ocupaba su ánimo.
Odiseo tiró y con la flecha acertó su garganta,
le ensartó el tierno cuello y la punta asomó por la nuca.
desplomóse hacia atrás y cayó de sus manos la copa;
   …
     Cantos XXI y XXII [La matanza de los pretendientes]






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