lunes, 27 de diciembre de 2010

COCTAIL

CYNAR SCOLYMUS

María Luisa Arnaiz Sánchez

 Charles Brandon y María Tudor, Jan van Mabuse, c. 1515 (atribuido)

   María Tudor, la hermana menor de Enrique VIII de Inglaterra, se casó con el primer duque de Suffolk, Charles Brandon. Él lo hacía por tercera vez, ella por segunda. Desde que conocí el retrato de la pareja, me sorprendió la flor que muestra en su mano la princesa. ¿Por qué una planta tan extravagante que la memoria asocia casi exclusivamente con la alimentación?

Enrique VIII, Holbein el Joven, c. 1536. 
Museo Thyssen-Bornemisza

   La Historia registra dos mujeres de una misma familia llamadas María Tudor. La más conocida, por sobrenombre “Bloody Mary”, era hija de Enrique VIII de Inglaterra y de Catalina de Aragón; la que se casó con Charles Brandon era hermana del rey, nacida en 1496 y a los dieciocho años reina de Francia por su boda con el cincuentón Luis XII. Apenas llevaban casados tres meses, cuando el rey murió el día de Año Nuevo de 1515 y, siguiendo la costumbre de dejar transcurrir cuarenta días para dar por extinguido el vínculo real ante la posibilidad de que la reina hubiera concebido, María permaneció en la corte francesa, donde …

 Luis XII de Francia

   El 3 de marzo de 1515, a los tres meses de haber enviudado y sin querer ser sacrificada de nuevo por la política de estado, se casó en secreto con Charles Brandon, de quien se había enamorado, con el que tendría cuatro hijos. A Enrique VIIl le molestó este enlace para el que no había dado su aprobación, pese a ser Charles su amigo y haberle ya concedido el vizcondado de Lisle y el ducado de Suffolk, aunque en el fondo lo que deseaba era la devolución de los gastos hechos para la boda de su hermana más los regalos prometidos por la corte francesa que, de estar a su alcance, ahora veía esfumarse. Con todo, aconsejado por el cardenal Wolsey, perdonó a la pareja, que regresó a la corte inglesa, celebró públicamente su boda el 13 de mayo y se comprometió a resarcir al monarca.

 María Tudor, anónimo

   En 1528 el papa Clemente VII cursó la correspondiente dispensa que legitimaba el matrimonio de Charles y María, a la vez que hacía lo propio con los hijos de Brandon y su segunda mujer, pasando por alto que viviera aún la primera (la Iglesia anglicana no nacería hasta 1534 tras la promulgación del “Acta Suprema”). Al encapricharse Enrique de Ana Bolena, el duque de Suffolk apoyó al rey mientras que María secundó a su cuñada, la reina Catalina, y los hermanos se enemistaron. Sin embargo, los hados habían tejido ya su suerte: Ana Bolena fue coronada reina el 1 de junio de 1533 y María murió el 25.

 Enrique VIII  baila con Ana Bolena, Margarita de Escocia con Archibald Douglas y María Tudor con Charles Brandon

   Pues bien, fuera de que el nombre “alcachofa” proviene del árabe hispano “alaršúf[a]”, que es del género “cynara”, que Kínaros es una isla griega sin relación con las violaciones de Zeus, etc., solo averigüé que en Grecia y Roma el enigmático vegetal era símbolo de fertilidad y se le atribuían propiedades afrodisíacas. Así pues, según lo dicho, el porqué preliminar parece despejarse con la revelación añadida de que el caduceo que figura sobre la flor, el símbolo de Hermes adoptado por las Embajadas, depara otro detalle accesorio al significado de la insólita imagen. La interpretación no puede ser otra que augurar descendencia a María y al embajador Brandon. 

Bodegón con alcachofas, flores y recipientes de vidrio
Juan van del Hamen, 1627. El Prado

   Esta deducción se ve ensombrecida, en parte, por la figura de un grabado, cuya procedencia ignoro, que lleva una leyenda inserta en referencia al “Campo del paño de oro”. En él la alcachofa ha pasado a ser lo que semeja un disco o esfera. ¿Por qué la manipulación si existen otros grabados que la desmienten? En cuanto a la alusión, se sugiere el encuentro diplomático entre Enrique VIII de Inglaterra y Francisco I de Francia, al que asistió Brandon, celebrado en 1520 para dar por acabadas las hostilidades entre ambos y aliarse contra Carlos I de España, a quien favorecía su tía, la reina Catalina. 

Grabado

 Grabado

   Pero, sigamos adelante. De caducas flores teje el tiempo sus guirnaldas y en 1941 Bajtin publica “La cultura popular en la Edad Media y Renacimiento: el contexto de François Rabelais”, donde enumera los rasgos que tenían los banquetes populares y los brindis: humor, optimismo, risa, incluso transgresión, y asegura que su finalidad era superar la cotidianidad y el sufrimiento. La edición de la obra en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial fue casi simultánea a la aparición en 1942 de una obra de Picasso: “Mujer con alcachofa”. 

Mujer con alcachofa, Picasso

   Entre “Pablos” anda el juego. Verán. Pablo Picasso, ¿recordando o inspirado?, colocó en la mano de una mujer una alcachofa, que interpreto como metáfora de la situación bélica y letal por que se pasaba pero, si lo prefieren, podría ser la única flor dable durante un conflicto de esa naturaleza y, en tanto que flor, presagio de fruto, de renovación de la vida; en consecuencia, opuesta a la muerte y en afinidad con ese deseo de vencer el dolor y las circunstancias, tal como decía Bajtin que se conmemoraban los banquetes.

Boda aldeana, Brueghel el Viejo.
Kunsthistorisches Museum, Viena

   Pablo Neruda poetizó a la alcachofa en  sus “Odas elementales”, en ellas expresó que: “Quería crear una poesía de afirmación, de verdad y belleza, de fe en la vida, de victoria, de confianza en el futuro”, palabras que vienen a confirmar el concepto de  celebración popular del que habló Mijail Bajtin y que fueron tomadas con sorna por muchos críticos que vieron en los prosaicos alimentos que cantó el poeta la prueba de su ideología comunista. ¡De su pacifismo! He aquí unos versos de “Oda a la alcachofa”:

La alcachofa de tierno                     corazón
se vistió de guerrero,                       erecta, construyó
una pequeña cúpula,                        se mantuvo
impermeable                                      bajo
sus escamas, […]                             la col
se dedicó                                           a probarse faldas,
el orégano                                         a perfumar el mundo,
y la dulce                                           alcachofa
allí en el huerto,                              vestida de guerrero,
bruñida                                              como una granada,
orgullosa […]                                   y comemos                                          

la pacífica pasta                             de su corazón verde.

 Bodegón de espárragos, alcachofas, limones y cerezas
Atribuido a Blas de Ledesma, c. 1602. Bowes Museum

   El contrapunto malévolo lo había suscitado el creador de Pablos, el protagonista de “El buscón”, Quevedo, con su icónica agudeza:

Doña Alcachofa, compuesta
a imitación de las flacas,
basquiñas y más basquiñas*,
carne poca y muchas faldas.

*Basquiña: de “vasco”, saya que usaban las mujeres sobre la ropa para salir a la calle.

Bodegón con flores, alcachofas y frutas
Antonio Ponce, 1660

   Pues bien, para acabar este excurso, añadiré que también el azar (¡qué de coincidencias!) ha querido reunir a las dos reinas “María Tudor” en el ámbito de la ingestión, porque, si la hermana del rey  recuerda al “cynar”, bebida aperitiva hecha a base de alcachofas, la hija del soberano da nombre a un cóctel, el “bloody Mary”, por la sangre derramada durante su reinado.

Cynar scolymus

 Bloody Mary






2 comentarios:

  1. Te felicito por esta investigación sobre el simbolismo de la alcachofa, me ha gustado mucho. En efecto, durante el barroco todo estaba lleno de significados que las gentes de la época sabían descifrar sin ningún esfuerzo... había mucho analfabetismo, no sabían leer, pero conocían el significado de los objetos y de los frutos. Por ejemplo, el "inocente" bodegón de Van Halen, nos habla de la fragilidad de la vida (el jarrón de cristal que contiene agua), lo efímero de la belleza(las flores), el amor(las rosas de color rosa), y, por supuesto, la deseada fertilidad (alcachofa) como modo de vencer la fragilidad... Buen apunte el de los cócteles, nunca me habría dado cuenta si no hubiera sido por tí. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Gracias por tu consideración. Mª Luisa

    ResponderEliminar