martes, 17 de mayo de 2011

NOBLESSE OBLIGE

AUGUSTO MONTERROSO

María Luisa Arnaiz Sánchez

Juan Carlos Verdial

 “EL ZORRO ES MÁS SABIO”

   “Un día que el Zorro estaba muy aburrido, y hasta cierto punto melancólico y sin dinero, decidió convertirse en escritor, cosa a la cual se dedicó inmediatamente, pues odiaba ese tipo de personas que dicen voy a hacer esto o lo otro y nunca lo hacen.
   Su primer libro resultó muy bueno, un éxito; todo el mundo lo aplaudió, y de pronto fue traducido (a veces no muy bien) a los más diversos idiomas.
   El segundo fue todavía mejor que el primero, y varios profesores norteamericanos de lo más granado del mundo académico de aquellos remotos días lo comentaron con entusiasmo y aun escribieron libros sobre los libros que hablaban de los libros del Zorro.
   Desde ese momento el Zorro se dio con razón por satisfecho, y pasaron los años y no publicaba otra cosa.
   Pero los demás empezaron a murmurar y a repetir “¿Qué pasa con el Zorro?”, y cuando lo encontraban en los cocteles (sic) puntualmente se le acercaban a decirle tiene usted que publicar más.
   - Pero si ya he publicado dos libros –respondía él con cansancio.
   - Y muy buenos -le contestaban-; por eso mismo tiene usted que publicar otro.
   El Zorro no lo decía, pero pensaba: “En realidad lo que estos quieren es que yo publique un libro malo; pero, como soy el Zorro, no lo voy a hacer”.
   Y no lo hizo.”

David Silva-Dasil

   Esopo en la segunda mitad del siglo VI a.n.e. recogió entre sus “Fábulas” la de “La tortuga y el águila”, que fue reelaborada en el siglo II por Babrio bajo el título de “El águila y la tortuga”. Llegado el XIII, Odo de Cheriton se sirvió del acervo esópico y recopiló una colección de fábulas, “Fabulae”, a modo de “exempla”, para que los predicadores cristianos hicieran uso de ellas aplicándolas a la moral exigida por Roma. Dicha colección fue traducida al español a finales del XIV y apareció como anónima en el “Libro de los gatos”. El caso que nos ocupa lleva el título de “Enxiemplo de lo que acaeció entre el galapago e el aguilla”.

Vladimir Kush

   Los títulos no son asunto menor, como bien sabrán los lectores, y precisamente en los que acabo de proponer, conforme el orden de la enunciación de los animales, se deja entrever cuál de ellos va a alcanzar la preeminencia en el relato. En Esopo es la tortuga que, al ver el vuelo del águila, le entra un deseo súbito de volar. Decidida a hacer realidad su antojo, habla con el águila y le pide que la enseñe a volar; aunque lo cree imposible, accede ante su empecinamiento, la remonta por los aires y luego la deja caer. En Babrio es el águila que, aunque considera a la tortuga incapaz para el vuelo y toma a broma su petición, la eleva y después la arroja. En el “Libro de los gatos” es el galápago que, porfía tanto en que el águila lo desplace por el cielo, que el ave lo encumbra pero, cuando el galápago dice que prefiere estar en el suelo, el águila lo despeña. 
 
Вечерние груши, Alexey Ezhov

   Asimismo, tampoco son insignificantes las modificaciones sufridas en sendos textos, de los que he sintetizado las anécdotas, puesto que en cada uno de ellos la moraleja está en consonancia con la pauta de conducta apropiada al pueblo y época en que se pretendía aplicar. Así, la enseñanza correspondiente era:

   a) los riesgos de la imitación para los griegos;
   b) la aceptación de las limitaciones para los romanos;
   c) la ambición como pecado para los cristianos.

   A propósito de esta última aspiración, que en otros credos no tuvo la apreciación negativa que la Iglesia católica le dio, cabe destacar que dicha institución, que critica y condena a cuantos se encumbran sin escrúpulos, es una multinacional inescrupulosa -como debe ser- de estructura piramidal, en la que intereses y conciencia discurren por caminos paralelos sin ningún problema. Además no solo nutre sus filas con demasiados “humildes” soberbios -ambiciosos- y ultraconservadoras sectas (“Legión de Cristo”, fundada por Marcial Maciel, acusado de pederasta, al que Juan Pablo II protegió y sobre el que Ratzinger autorizó una investigación; “Camino Neocatecumenal”, fundada por Kiko Argüello, que cumple ocho de las diez características con que el Consejo Europeo define una secta), sino que llama a la hipocresía “diplomacia vaticana”. 

Arunas Zilys

   La criatura perdedora de la fábula "El zorro es más sabio" es un ser frustrado, como la mayoría de los de Augusto Monterroso, ya que los personajes de este escritor “centroamericano por vocación” ambicionan lo que está fuera de su alcance, algo verificable en “Obras Completas (y otros cuentos)” y sobre todo en “La oveja negra y demás fábulas”, libro al que pertenece el relato mencionado. Los animales que protagonizan esas obras encarnan las virtudes que tradicionalmente se les ha atribuido y evidencian el deseo de conseguir lo que no pueden ser. Dice José Miguel Oviedo: “Sea como la Mosca que sueña con ser un Águila, o como la Rana que quería ser auténtica, esa dialéctica que rige el mundo animal de Monterroso funciona como un espejo…que muestra las secretas ambiciones y las debilidades de nuestro mundo a la luz del más espantoso ridículo”.

Un barco cargado de asombros navega por el río,
 Miguel Granado-Troconis

   Estos textos sobre los que he hablado justifican en Monterroso su peculiar manera de plasmar cáusticamente los aires o “vuelos” de los CRÍTICOS y también sus excesos. Así, sobre los primeros dijo a René Avilés Fabila en “Viaje al centro de la fábula”: “Ningún autor serio cree en la crítica, a menos que esta sea elogiosa para él o contraria a sus colegas”; sobre los segundos, escribió el siguiente cuento incluido en “La letra e”: 

El barco encantado de los sueños, Vicente Hernández

Epitafio encontrado en el cementerio Monte Parnaso de San Blas, S. B.”

Escribió un drama: dijeron que se creía un Shakespeare;
 Escribió una novela: dijeron que se creía Proust;
 Escribió un cuento: dijeron que se creía Chejov;
 Escribió una carta: dijeron que se creía Lord Chesterfield;
 Escribió un diario: dijeron que se creía Pavese;
 Escribió una despedida: dijeron que se creía Cervantes;
 Dejó de escribir: dijeron que se creía Rimbaud;
               Escribió un epitafio: dijeron que se creía difunto.”

 Barco de los Sabios, Sergey Frolakov

   Por si no gustaran las fábulas, dado su contenido ético, he aquí unas endechas de Lope de Vega, en las que alegóricamente habla de deseo y frustración, precaviéndose de la vana ostentación que suele excitar la envidia:   

¡Pobre barquilla mía,
entre peñascos rota,
sin velas desvelada,
y entre las olas sola!

¿Adónde vas perdida,
adónde, di, te engolfas?
Que no hay deseos cuerdos
con esperanzas locas. […]

Advierte que te llevan
a dar entre las rocas
de la soberbia envidia,
naufragio de las honras. [...]

Anónimo

NOVISSIMA VERBA: ayer, 16 de mayo de 2011, se dio a conocer la circular vaticana respecto de los abusos sexuales a menores por miembros de la Iglesia católica. Entre otras direcciones se puede leer en:


¡Noblesse oblige!


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