domingo, 27 de noviembre de 2011

NYMPHETS

nÍNFULAS

María Luisa Arnaiz Sánchez

Sansonov

      Entre los límites de los nueve y los catorce años surgen doncellas que revelan a ciertos viajeros embrujados, dos o más veces mayores que ellas, su verdadera naturaleza, no humana sino nínfica (o sea, demoníaca; propongo llamar nínfulas -nymphets- a estas criaturas escogidas.
   ¿Son nínfulas todas las niñas? No, desde luego. Si pedimos a un hombre normal que elija a la niña más bonita en una fotografía de un grupo de colegialas o girl scouts, no siempre señalará a la nínfula.
   Hay que ser artista y loco, un ser infinitamente melancólico, con una burbuja de ardiente veneno en las entrañas y una llama de suprema voluptuosidad siempre encendida en el sutil espinazo, para reconocer de inmediato, por signos inefables -el diseño ligeramente felino de un pómulo, la delicadeza de un miembro aterciopelado y otros indicios que la desesperación, la vergüenza y las lágrimas me prohíben enumerar- al pequeño demonio mortífero ignorante de su fantástico poder.
Nabokov

Los días felices, Balthus

   Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos desde el borde del paladar para apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo.Li.Ta.
Era Lo, sencillamente Lo, por la mañana, un metro cuarenta y ocho de estatura con pies descalzos. Era Lola con pantalones. Era Dolly en la escuela. Era Dolores cuando firmaba. Pero en mis brazos era siempre Lolita.
Nabokov, “Lolita”

9 comentarios:

  1. Ay, las "Lolitas", esas nínfulas que sólo están en los ojos y en las almas de los hombres... Bueno, de algunos de ellos.

    ResponderEliminar
  2. Belissimo post Antonio.Gostei demais.Grande abraço.

    ResponderEliminar
  3. La voluntad impropia de un ser o cuando la inteligencia desborda las praxis.
    No se donde habré yo leído esto que viene muy bien aquí: "Pequeñas criaturas con dulces olores a inocencia, de suavidad aterciopelada y miradas tímidas"

    ResponderEliminar
  4. Bien traído, Maria Luisa

    ResponderEliminar
  5. ¡Qué fascinación ejercen con frecuencia las jovencitas - sean nínfulas o no - en los adultos! ¿Tal vez representan el espejismo de la eterna juventud? Preciosas ilustraciones. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  6. Y que trastornan a más de uno, Isabel. Basta darse una vuelta por los institutos. Besos.

    ResponderEliminar
  7. Me agrada que te haya gustado, Suzane. Saludos.

    ResponderEliminar
  8. Pero, ¿sabes, Enrique?, en muchos casos ese olor a inocencia es impostado. Saludos.

    ResponderEliminar
  9. Pues no sé el origen de la atracción, Isabel. A veces he llegado a pensar que se trata de algo aprendido en parte. Besos.

    ResponderEliminar