jueves, 23 de febrero de 2012

LA TEJEDORA DE SUEÑOS

EL MARAVILLOSO MAGO DE OZ

Antonio Campillo Ruiz

Tejedora de sueños, Edwin Rojas

   “La pérfida bruja del Oeste tenía un solo ojo, pero era potente como un telescopio y le permitía verlo todo. Así, mientras estaba sentada a la puerta de su castillo, al volverse por casualidad, vio a Dorothy que yacía medio dormida rodeada de todos sus amigos. Estaban a muchas millas de distancia, pero la pérfida bruja montó en cólera al verlos en su territorio y sopló con un silbato de plata que llevaba colgado al cuello. Inmediatamente acudió a su lado una manada de grandes lobos… -Id a buscar a esos forasteros -ordenó la bruja- y ¡despedazadlos!...
   - Dentro de un minuto me habré derretido por completo y ¡tú serás la dueña de este castillo! He sido muy mala en esta vida, pero nunca habría imaginado que una mocosa como tú pudiera darme muerte y poner fin a mis maldades. ¡Fíjate! ¡Se acabó!
   - Con estas palabras la bruja se transformó en una masa líquida, informe y oscura, que inmediatamente comenzó a extenderse por el suelo bien limpio de la cocina. Al ver que ya no quedaba rastro alguno de su enemiga, Dorothy echó sobre aquella papilla otro cubo lleno de agua y luego arrojó todo por la puerta.”

Lyman Frank Baum

The Wonderful Wizard of Oz

6 comentarios:

  1. Uma linda história.
    Um grande beijo querido amigo

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  2. Amigo Antonio. Me ha gustado el apunte que escoges de la novela de Baum aunque tengo que confesarte que el cuento nunca lo leí y la película no he conseguido terminarla nunca. El famoso muñeco de hojalata, el espantapájaros y demás personajes del cuento siempre me cansaron un poco, sobre todo la aceitera.

    Reconozco que debo ser un cafre pero hay algo en la película que me resulta indigerible y conste que debido a mi ya algo avanzada edad he empezado a verla muchas veces. No sé lo que es.

    Me gusta el cuadro de Edwin Rojas que acompañas al texto y que le viene como anillo al dedo. La tejedora de sueños recordándonos el tornado que engendra el sueño de Dorothy (encarnada en la peli por la repelente Judy Garland)...... Me debo psicoanalizar.

    Un abrazo para tí y Maria Luisa.

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  3. Siempre se nos ha vendido como la tierna historia de la bondad contra la maldad.
    Su trasfondo, en el momento histórico que vive España, es diferente e interpretativo.
    Muchas gracias, querida Gisa.

    Un fuerte abrazo.

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  4. ¡No, Elpresley! Ni se te ocurra la visita al psiquiatra. Tendríamos que ir muchísimas personas contigo.
    Estamos absolutamente de acuerdo con la ñoñería, el miedo a salir de casa ("¡como en casa no se está en ninguna parte!", que decía Dorothy), la lucha entre el bien y la ingenuidad malvada, en fin, todos los tic que no debe encontrarse en un relato, ni mucho menos en una película, se encuentran en "El mago de Oz".
    Claro que, como dices, la película es indigerible a pesar de ser la primera película que utiliza el color para denotar diferentes estados de ánimo o reforzar la acción (téngase en cuenta que el mundo de Oz, un sueño, es de color y la realidad es en negro).
    Recuerdo, Elpresley que, en un curso para profesores, se proyectó esta película y uno de los asistentes dijo lo mismo que tú: no sé qué ocurre pero me repugna. Tras analizar su reacción entre todos los asistentes y yo mismo como ponente, llegamos a la conclusión de que posee un poso en donde consignas y dogmas repulsivos (no digo nombres para no molestar) se encuentran repartidos por toda ella.
    Esto es lo que detectas, con mucha sagacidad tu, querido amigo. Muy sagaz y excelente analista.
    Para que se detectase esto es por lo que he publicado este apunte hoy. Te felicito por "tu no gusto".
    El cuadro es otra cosa. Me parece que Edwin Rojas realizó una metáfora pictórica de primer orden.

    Un fuerte abrazo, querido amigo Elpresley.

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  5. Tierna, sutil y fácil solución a los males presentes y futuros, amigo Antonio. MB.

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  6. Es posible, Enrique. Podemos ser tan "perversos" como lo son con nosotros.
    Creo que debería ser suficiente con unos pocos malos pensamientos hasta que se descubra el final, tan fuertemente atado, que nos mostrarán en breve.

    Un fuerte abrazo, Enrique.

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