Antonio Campillo Ruiz
Cortés blanco
I
Cuando los dorados corteses florecieron
nosotros dos estábamos enamorados.
Todavía tienen flores los corteses
y nosotros ya somos dos extraños.
nosotros dos estábamos enamorados.
Todavía tienen flores los corteses
y nosotros ya somos dos extraños.
Cortés blanco
II
Se oyeron unos tiros anoche.
Se oyeron del lado del Cementerio.
Nadie sabe a quien mataron, o los mataron.
Nadie sabe nada.
Se oyeron unos tiros anoche.
Eso es todo.
Se oyeron del lado del Cementerio.
Nadie sabe a quien mataron, o los mataron.
Nadie sabe nada.
Se oyeron unos tiros anoche.
Eso es todo.
Juan Pablo II y
Ernesto Cardenal, ministro de Cultura, 1983
III
Si cuando fue la rebelión de abril
me hubieran matado con ellos,
yo no te habría conocido;
y si ahora hubiera sido la rebelión de abril
me hubieran matado con ellos.
me hubieran matado con ellos,
yo no te habría conocido;
y si ahora hubiera sido la rebelión de abril
me hubieran matado con ellos.
IV
Las pesadas gotas parecen
pasos subiendo la grada
y el viento golpeando la puerta
una mujer que va a entrar.
pasos subiendo la grada
y el viento golpeando la puerta
una mujer que va a entrar.
Ernesto Cardenal
Escalera al Cielo
Hola, Antonio Campillo.
ResponderEliminarDe la ignominia al galardón, así es
esto. Afrenta pública, pero valen
la pena las imágenes con las que
comienzas la decepción. ¡preciosas!
Un abrazo
Ángel-Isidro.
Hurra!!
ResponderEliminarLinda entrada querido amigo. Lindas imagens. E um viva ao escritor!
ResponderEliminarUm grande bj e bom final de semana.
Gracias, María Luisa. Un gran abrazo.
ResponderEliminarMe has emocionado, amigo Antonio.
ResponderEliminarEstamos de acuerdo, amigo Ángel-Isidro. Posiblemente, la belleza de los cantos líricos de Ernesto Cardenal, inspiradas en la belleza y la paz, superen todas las afrentas que se reciben, vengan de quien vengan.
ResponderEliminarMucas gracias por tus palabras,
Un abrazo, amigo.
Así es, Mariano. Me congratulo de coincidir contigo.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Querida Gisa, me ha encantado que ya te atrevas a escribir en español. Y me encanta más que lo hagas en las dos lenguas, la tuya y la mía.
ResponderEliminarTus palabras siempre son de agradecer y, sí, los versos de Ernesto Cardenal son muy bellos.
Lo que intuyo como inspiración de los mismos, si fue similar a las imágenes seleccionadas, son deliciosas por su sencillez y naturalidad.
Un fuerte abrazo, querida Gisa.
Amigo, Antonio, siempre es un placer poder leerte y decirte lo que me gusta tu poesía.
ResponderEliminarUn abrazo.
Enrique, creyentes o no, cuando te encuentras a personas que luchan por el bien, saben hablar de igualdad, amor y Naturaleza. Cuando se les reconoce un poco, sólo un poco, su labor son reprendidos y afrentados por ello y, a pesar de todo, son humildes servidores de una sociedad justa, las personas con humanidad nos emocionamos.
ResponderEliminar¡Cuanto trabajo por los demás! ¡Cuanta dedicación por todos! Y... ¡qué poca recompensa!
Por una vez, el premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana tiene entre sus galardonados a una persona vilipendiada por su propia institución jerárquica pero inmenso poeta y persona.
Un fuerte abrazo, amigo Enrique.