PLACER MÁS ALLÁ DE LOS SUEÑOS
Cuando al día
siguiente la débil luz de la mañana le despertó se encontró encogido sobre el
suelo, desnudo y con mucho frío. Los dos grandes ventanales de la habitación y
la puerta estaban abiertos. Las cortinas flotaban al viento. Recordó la noche
anterior y miró a su alrededor. No había ni rastro de las velas ni de la mujer
ardiente. Aterido, se levantó y caminó por la habitación. De pronto se detuvo.
Su pie había percibido una irregularidad en la tarima de madera desvencijada por el tiempo. Nada, las irregularidades normales del viejo entarimado. Continuó tocando todo, pasando la mano por los lugares donde se habían encontrado las velas. Nada. Miró con miedo y expectación a su alrededor sin hallar nada anómalo. Una ráfaga de viento le hizo encogerse y tratar de taparse con las manos. Tocó su cuerpo y entonces sí encontró
algo anormal: el pelo de su pecho y pubis estaban quemados.
Antonio
Campillo Ruiz
Juan llamó con
delicadeza a la puerta de madera carcomida de la destartalada vivienda de tejas
planas y pizarra negra. Alguien, desde un lugar lejano del interior habló unas
palabras ininteligibles. Media puerta superior se abrió chirriando y una señora
entrada en años, con un pañuelo negro sobre su cabeza le tendió un manojo de
llaves con un murmullo de saludo. Juan las cogió y, con su vieja cartera de
cuero con correas en una mano y las llaves en la otra, se encaminó hacia la
casona de dos plantas y buhardillas que se levantaba a la izquierda de la
pequeña casa. Desde que un día, ya lejano, sacó sus llaves en la oficina y los
compañeros se rieron de su enorme tamaño y vieja fundición de hierro no quería
llevarlas encima jamás. Se las dejaba a la señora Paca porque, además de poder
limpiar diariamente su casa y prepararle la cena, le eximía de la vergüenza de
sus llaves. Aquella tarde el cielo era gris plomizo, con nubes sin forma pero
amenazadoras. Afortunadamente no había llovido porque no llevó paraguas por la
mañana al trabajo. La llave chirrió al girar sobre los mecanismos de la
cerradura de una puerta enorme, de madera maciza muy gruesa y pesada. Poseía
una gran mano de bronce colgada de un círculo con el que se podía llamar
golpeándola contra un trozo del mismo metal clavado en ella. Una vaharada de
olor característico a humedad y limpieza le llegó de inmediato a su nariz. La
señora Paca tenía la mala costumbre de fregar el suelo y cerrar la casa sin que
se hubiese secado. Hacía más frío en su interior que en la calle. Dejó la
cartera en su pequeña sala de papeles, a la derecha, y se dirigió hacia el
comedor donde siempre tenía servida la cena, sólo templada, que la señora Paca
le hacía a diario. Se sentó y comió todos los platos que contenían alimentos,
dejándolos en el mismo lugar. Recogió
las llaves y se dirigió a su habitación, un enorme recinto de techos con
artesonado y tarima de madera. Siempre le había impresionado ese espacio vacío
entre la cama, colocada entre dos grandes ventanales y la puerta. Había
advertido a la señora Paca que sus dependencias personales nunca quedasen abiertas aunque las
visitas a su casa eran nulas y la humedad se sentía con más intensidad.
Abrió con otra de
las enormes llaves de hierro forjado y dio un salto atrás. Una luz
incandescente, de llamas amarillas rodeaba toda la extensión libre de la
habitación. Eran velas encendidas. Se encontraban por todas partes y en todos
los rincones. Su sorpresa era tan inmensa que pensó cómo era posible que la
señora Paca hubiese dejado estos fuegos encendidos precisamente en su
habitación, la más peligrosa para que se pudiese provocar un incendio. Entró
lentamente y se despojó de la gabardina que no se quitó ni para cenar por la
humedad. La intensa luz de miles de velas le iluminaban como si quisieran
dotarlo a su vez de luz propia. Anduvo unos pasos y de pronto la puerta se
cerró tras él. Su agitado corazón saltó como un resorte. Volvió sobre sus pasos
y no pudo abrir, la llave había quedado al otro lado cuando entró. Volvió la
vista sobre el espectáculo de luces y cera quemada. Olía bien. Desde niño
siempre le gustó el olor a cera quemada. De pronto, como una exhalación, como
un rayo que hubiese entrado por una de las ventadas, una figura de luces azules
y amarillas lanzó un chorro de fuego sobre él.
Quedó quieto,
inerme, aterrado. Distinguió que otra figura, esta sí la identificó como de una
mujer, como si estuviese ardiendo, se dirigía hacia él. Era muy bella y ardía
con fuegos diferentes en su cuerpo. Cuando le alcanzó, con un leve toque del
dedo índice de la mano derecha le tocó la chaqueta que ardió al instante. Se
vio ardiendo y empezó a chillar y dar patadas en todas direcciones. Quedó
quieto de inmediato porque apreció que no se había quemado. ¿Cómo era posible?
Su chaqueta había ardido, desaparecido, y a él no le había sucedido nada. La
mujer le tocó sucesivamente en toda su ropa desapareciendo una prenda tras
otra. Para cuando quedó desnudo su eterna timidez le hacía ser recatado y
esconder como podía su virilidad, único órgano que para él tenía importancia lesiva
ante una mujer. Las luces parecían arder con más potencia y la mujer bailaba
una danza que le tenía embelesado en sus movimientos.
De pronto le cogió
de la mano y le hizo bailar. Era muy torpe pero a ella no le importaba. Juan
estaba maravillado de no quemarse con aquel fuego que envolvía su mano, su
cintura, su cuerpo entero, porque la mujer lo estaba arrastrando poco a poco
hacia ella y casi le obligaba a abrazarla. Sus formas femeninas empezaron a
clavarse en su cuerpo como dardos que le excitaban. Los roces y caricias que le
prodigaba eran cada vez más atrevidos y cuando le besó un ardor infinito, un
placer insospechado, llego a su pecho desde su boca. Ya no se pudo resistir
más, su cuerpo, envuelto en llamaradas cada vez más potentes fue reaccionando y
cuando sus sexos se unieron en un punzante grito de placer, Juan pareció perder
el sentido de lo que estaba sucediendo. Así estuvieron durante horas. Caricias,
besos, abrazos y sexos se confundían en una atmósfera que cada vez se llenaba
de aromas entremezclados con el de la cera ardiendo.
Antonio Campillo Ruiz
A veces los sueños, no se si para nuestra desgracia, son realidades o tenemos la duda de que lo hayan sido. Me has tenido en vilo hasta llegar al final, querido Antonio. Pero el pobre hombre ha tenido su justa recompensa a tanto frío y humedad, y por fin, desafiando a Colombo, se ha podido quitar la gabardina.
ResponderEliminarGracias por esta historia llena de fantasía y sensualidad. A mi, que tanto me cuesta dormir, pienso que esta noche y gracias a este cuento o historia, o como se quiera llamar, me costará menos. Un enorme abrazo querido Antonio
A veces el sueño es tan real, Mabel, que se introduce en nosotros y forma parte de nuestras vivencias. Este relato bien podía ser realidad porque haberlas haylas... Pero es una fantasía, como dices, una fantasía para soñar y tratar de hacerla realidad.
EliminarUn fuerte abrazo, querida Mabel.
me encanta este lugar...un saludo
ResponderEliminarAmiga Anabel, lo dices con tanta rotundidad que ni siquiera me das tiempo a que me sonroje. Muchas gracias querida amiga, me alegro que cuando me visites siempre tengas esta opinión.
EliminarUn abrazo, Anabel.
Fue real, lo sinto.
ResponderEliminarUn beso querido amigo
Si, Gisa, yo también creo que ha sido totalmente real. Se siente por todas las esquinas. Además, ¿cómo podría haber realizado las fotografías si no hubiese sido real?
EliminarUn fuerte abrazo, querida Gisa.
Hola Sr. Ruiz, también hemos encontrado! Sinceramente, buenos pensamientos de Rumania!
ResponderEliminarUna mujer caliente. Un sueño caliente. Un texto interesante, muy bien escrito. Una danza delirante, una descripción especial.
Fantasía y sensualidad. En su mejor.
Gracias por esta prosa.
Una mujer ardiente para un sueño tórrido en el que la danza delicada de los danzantes del vídeo significa un amor más allá de las fantasías. La sensualidad es inherente a todos los sueños en los que el erotismo hace presencia.
EliminarUn abrazo, amigo Criztian.
O de como los sueños se hacen realidad más veces de las que parece.
ResponderEliminarHermoso y apasionado.
O como quisiéramos que se hicieran realidad, Amando. Aún quemándote sería una experiencia dulce y muy apasionada. Muchas gracias por tus palabras. Me sonrojas porque eres un amigo pero ambos sabemos que mi prosa es "de ciencias".
EliminarUn fuerte abrazo para Marián y pata ti, Amando.
Cómo me ha gustado tu relato, Antonio. Engancha desde el principio y no se puede dejar de leer. En un ambiente gótico, de cierto susto esa casa húmeda de grandes aposentos y llaves gigantescas), sucede una historia de amor maravillosa y el final remata con elegancia y buen tino la misma.
ResponderEliminarDebieras escribir más, amigo, que tienes arte para hacerlo.
El vídeo es una hermosura, de una delicadeza exquisita.
Un placer, querido Antonio. Con que buen sabor de boca me voy...
Miles de abrazos.
Muchas gracias, Isabel. No me sonrojo esta vez porque explicas algunas razones muy interesantes que denotan que eres una lectora y crítica infatigable. Sí, en un ambiente tan, llamémosle sórdido, deben suceder hechos que sean ardientes y acabar con la delicadeza que le falta a la vida de este pobre Juan. El vídeo está capturado desde el blog de una muy querida amiga que posee una sensibilidad extraordinaria.
EliminarHarete (que no pendiente) caso y escribiré para quitarme la pátina "de ciencias".
Un fuerte abrazo, querida Isabel.
Sueños o realidad? realidad o sueño?.
ResponderEliminarDa igual cuando se leen cosas así toda el sueño acaba siendo la pura realidad.
Besos amigo.
Si, creo que son reales aquellos sueños que los sientes tanto que hasta te quemas con ellos. Siempre he querido soñar tan intensamente que muchas veces los sueños se han cumplido. ¿Se cumplirá el de Juan?
EliminarUn fuerte abrazo, querida Inma.
Un relato magnifico que me ha atrapado desde el principio. ¿ fue real o un sueño? Fantástico Antonio. Abrazos
ResponderEliminarFue totalmente real. Se produjo un día gris en el que ... Si, Alicia querría que hubiese sido real pero lo será, algún día, cuando el fuego interno alcance a dos amantes con la pasión que lo hace con Juan y la chica, se producirá esta historia. Y se quemarán, y sentirán el fuego y el placer en un instante que será inolvidable.
EliminarUn fuerte abrazo, querida Alicia.
¡Epa!
ResponderEliminarSaludos.
¡Epa ya! ¡Ahí queda eso...! Todo chamuscado pero feliz. Aterido pero caliente. Tímido pero un amante insuperable. Feliz de que le hayan quemado toda esa ropa antigua y depilado el vello del pubis. ¡Epa!
EliminarUn fuerte abrazo, querida Alicia.
Cierto, amigo Cloudy, este relato merece un fuerte Carpe Diem porque traspasa todo para sentir sensaciones inalcanzables.
ResponderEliminarUn abrazo, Cloudy.
Y sus compañeros riéndose de las llaves de su casa, seguro que ninguno de ellos ha disfrutado de un encuentro tan ardiente y real.
ResponderEliminarHa sido un placer de lectura y por las fotgrafías con las que complementas el relato, muy visuales.
Saludos desde Tenerife y si prometes no quemarme te visitaré a menudo.
http://gofioconmiel.blogspot.com.es/
Pues, ¿sabes qué, Gloria? Me gustan esas llaves antiguas, fundidas con hierro dulce, huecas y de cerraduras con secretos: dos vuelta a la derecha, una a la izquierda, leve movimiento hacia arriba y tres vueltas a la derecha.
EliminarPor supuesto que sus amigos ni lo han disfrutado ni lo van a disfrutar jamás. Para poder hacerlo se necesita poseer arrojo a pesar de ser delicado y humilde. Te agradeceré mucho tus visitas , Gloria, porque así tus gatos estarán contentos y te prometo no quemarte en absoluto... ¡excepto el vello! ¡Je,je,je,je!
Un abrazo y muy bienvenida, Gloria.
Desde mi humilde opinión, me maravilla como has ido hilando el relato cargado de sensualidad sin caer en la chabacanería. No puedo felicitarte porque no soy quien, ni tengo autoridad alguna para calificar lo que alguien hace con tanta maestría...Realidad, sueño, realidad...lo importante es que lo disfrutó, lo vivió y dejó huella.
ResponderEliminarQuerido Antonio, dede que descubrí tu espacio es la primera vez que te leo u relato, Decirte que he quedado gratamente sorprendida es una redundancia pero, dicho queda
Un abrazo grande!!
¿Cómo que no puedes opinar? Precisamente tu, Pilar, que escribes unos relatos deliciosos eres quien puede criticar y ayudar. La lectura de tu prosa me encanta y muchas veces te lo he expresado. Por supuesto no es un sueño, como dices, lo disfrutó y pudo constatarlo por las huellas en su cuerpo.
EliminarBien, ahora te diré que voy a hacer una recopilación de los relatos que he escrito y te enviaré las direcciones directas. No creas que recuerdo dónde se encuentran pero los buscaré porque creo que del blog no han podido salir ¿no?
Ahora vamos a los halagos. Me sonrojas, Pilar. Mi prosa es de ciencias. Justo lo que voy a publicar en una media hora. Sin embargo eres una buena observadora. Es cierto que procuro que jamás exista una sensualidad más allá de lo sugerido, que es más sensible y excitante, ni una frase explícita acerca del placer del sexo porque es algo muy personal y tratar de explicarlo es un rotundo error. Sugerir es de una calidez infinita para mí.
Un fuerte abrazo, querida Pilar.
Qué lindo cuento!!! Además muy visual (y no solo por las fotos), no sé, lo veía perfecto en mi cabeza, está muy muy bien llevado, hasta llegué a sentir el olor a cera, que es uno de mis olores preferidos...
ResponderEliminarYo no había leído ningún cuento tuyo, desde que te visito por lo menos. Me ha encantado, además me gusta la sensualidad que tiene el texto...
Besos Antonio
Eva, creo que la sensualidad es un sentimiento exclusivo de los humanos y no es peyorativo en modo alguno. Sentirla al leer este pequeño relato supone apreciar los sentimientos que pueden surgir entre dos amantes, ocasionales o no.
EliminarSi la magia de estas sensaciones se traslada a nuestro propio pensamiento casi podemos tocar el fuego que todos llevamos dentro.
Los olores son muy importantes y poco se habla de ellos. Creo que un entorno con olores delicados o que recuerdan aspectos de nuestra vida, puede ser tan excitante como otro sentido.
Me agrada que te haya gustado Eva.
Un fuerte abrazo, querida Eva.
El vídeo es una preciosidad, y el relato muy sutil y elegante. Me ha encantado porque tiene esa fuerza para suscitar emociones. No te diré nada más porque no entiendo de literatura; no te puedo decir su valor literario, sólo sé que me ha encantado por su sutileza. Lo erótico, creo yo, es hablar de sensaciones sexuales sin ser explícito. Pero bueno, es mi opinión. ¡Ah¡ las imágenes...creo que han potenciado, claro que sí, tu objetivo, jaja... Así que muchas gracias, Antonio.
ResponderEliminarUn beso.
Tus apreciaciones, querida Marián, son perfectas. ¡Ay, si todo el mundo conociese bien esta definición que has realizado de lo erótico! Es exactamente como pienso. Sí que sabes de literatura puesto que sentir la sutiliza y la elegancia de unas palabras no es fácil y tú lo has hecho perfectamente. Marián, no te minusvalores porque lo importante es apreciar todo lo que te llega y traducirlo a palabras inteligibles y eso lo realizas de forma única.
EliminarSí, las imágenes, que las busqué después de escribir el texto, me costaron mucho trabajo encontrarlas pero lo potencian. Y el vídeo, que me lo había mostrado una querida amiga, es, como dices, una preciosidad.
Es un placer poder tener estos comentarios en el blog. Gracias, Marián.
Un fuerte abrazo, querida Marián.
Bueno que decirte que...
ResponderEliminarSublime como todo lo que escribes.
Me ha encantado para no variarr.
Besos
Bueno, que decirte que... me encanta que vengas y escribas comentarios tan sutiles como la primera frase de este. A mi me sucede igual cuando escribo en tus publicaciones que son, no solo para ti sino para todos los lectores, tan espléndidas como tu capacidad de sentir y compartir tus pensamientos y deseos.
EliminarNo puedo ponerme rojo siempre, Inma. Me encanta que te haya encantado. Como bien sabes no siempre se puede escribir un relato que guste, bien porque no estás inspirado, bien porque no es del guato de los lectores. Me agradan mucho tus visitas.
Un inmenso abrazo, querida Inma.
Un relato delicioso que me ha hecho sentir en llamas, jajaja, Ha sido toda una experiencia turbadora y excitante.
ResponderEliminarEn serio...me ha encantado como no te puedes dar una idea, elegante, sensual y bien escrito. ¡Felicidades!
¡Yo tambien quiero leer tus otros relatos! jajaja....
Ha sido una gozada leerte querido amigo...Un abrazo Antonio.