domingo, 23 de diciembre de 2012

PREPOSICIONES I: A

A LA SOLEDAD

Antonio Campillo Ruiz

Oksana Zhelisko

   A través de las grandes cristaleras del restaurante vio a Mariano, el camarero, que la miraba y al instante se dirigía, levantando levemente el cuerpo y mirando entre las mesas, hacia donde se encontraba el periódico del día. Ella empujaba la enorme puerta cuando Mariano salió presto a su encuentro y la ayudó tirando del asa.
- Buenas tardes, señorita Silvia. ¿Cómo está? -dijo entregándole el periódico doblado.
- Bien, Mariano, muy bien. Gracias. ¿Y usted  y los chicos?
- Pues ahí andamos, señorita, creciendo y haciéndome viejo. Muchas gracias por su interés.
Decía esto mientras la acompañaba por entre los comensales que ocupaban sus lugares en el amplio salón.
- Hoy, señorita le he podido reservar la mesa del rincón, frente a las cristaleras. Estará muy cómoda.
- Gracias, Mariano. Ha hecho usted muy bien porque como es viernes me quedaré un rato tranquila después de comer.
La amplia sonrisa del camarero denotaba su satisfacción al haber acertado con la elección de la mesa y se felicitó por su ojo profesional. ¡Eran ya muchos años!
- ¿Lo de siempre señorita? -Preguntó cuando ella se acomodó-
- Sí, Mariano pero hoy me va a traer una copa de un buen vino. Elija usted porque yo entiendo poco de vinos y usted es un experto.
- Tranquila, señorita, le voy a abrir una botella que es de la mejor cosecha desde hace años…
Aquella mañana había sido ajetreada. En el trabajo resolvió problemas acumulados que se amontonaban. Nadie le quería hincar el diente a pesar de que tampoco admitían, de buena gana, que fuera una mujer quien los solucionase. Estaba cansada. El lugar que le había reservado Mariano era ideal para comer tranquila y relajarse. Los viernes siempre comía una ensalada y lenguado. Le encantaba el pescado fresco y cómo lo cocinaban en aquel restaurante. Desde niña, cuando iba de pesca con sus amigos y en realidad lo que hacían era colocar las cañas, dejarlas con la carnaza y hablar de sus cosas, le había parecido un misterio la pesca mediante redes. Todos los días miraba ensimismada cómo los pescadores extendían las redes sobre la explanada del malecón y arreglaban las redes. Sus ojos trataban de seguir el rápido movimiento de aquellas agujas especiales pero las manos recias, de piel requemada, poseían una habilidad difícil de explicar. 
Le hubiese gustado ir de pesca en una gabarra a alta mar, ayudar en las labores de tirar y recoger las redes, y ver el plateado de los peces cuando, a la luz intensa de las grandes farolas, caían sobre la cubierta. Quedaba prendada mientras sus amigos iban al baño. Siempre llegaba tarde y todos la recriminaban por ello. Ahora, sólo podía ver el pescado cuando lo comía. Era difícil que pudiese desplazarse hasta el mar como cuando el veraneo era algo normal. Siempre pensó que al acabar sus estudios había terminado una larga y bella etapa de su vida. Desde que su trabajo la embebió, primero por el interés propio de su juventud y poco a poco por la responsabilidad que iba adquiriendo, cuando veía el mar, caminaba por la playa o se bañaba sintiendo el salado arrullo de las olas, su interés por aquellos recuerdos había desaparecido. Era como si realizase todo mecánicamente. Nunca supo por qué, a pesar de aquella experiencia tan agradable al oler el potente aroma a sal, algas y pescado, de las redes extendidas sobre el malecón jamás volvió a mirar sin parpadear aquel trabajo. Estaba convencida de que su desinterés por ver de nuevo, día tras día, recoser los mismos cosidos y posiblemente las mismas redes, se debía a lo reiterada que era aquella labor que parecía no acabar nunca.
Mariano le trajo la ensalada, el vino y sin decir nada esperó, con cara de preocupación, hasta que ella bebió el primer sorbo de vino.
- Mariano, ¡es buenísimo este vino! No sé nada de ellos, pero me ha llenado la boca de un suave sabor igual que una caricia bajo la lengua y los carrillos. Además, posee un aroma a campo delicioso.
La cara preocupada de Mariano se tornó en un gesto de placer, una amplia sonrisa. Sin poder decir nada, dio la vuelta y se marchó presuroso para traerle el segundo plato. Sorbió con lentitud el vino y lo paladeó con placer. Qué lástima no poder beber aquel delicioso vino acompañada. A la soledad deberían ponerle una medalla por realizar tan bien su trabajo. Ella siempre había estado sola, hasta cuando estaba acompañada. Su mente, a veces, caminaba por unos caminos que no precisaban de ayuda ni compañía. Se lo  recriminaba ella misma siempre que tenía tiempo y ganas de hablar con su mente de estos temas tan raros. Había convivido con dos hombres y los dos fueron un fracaso total. Bueno, el segundo fue de nota, porque además de orgulloso y oportunista, trataba de dirigir su vida. ¡Su vida! Era suya, sólo suya. Las amigas pensaron que estaba un poco apagada y le ofrecieron vivir con dos de ellas. Aceptó por la amistad que las unía. Cerró su casa, recogió unas cuantas cosas y allá fue. Era escéptica del resultado de una convivencia tan continua y así fue. A los tres años, siguieron siendo amigas pero se volvió a casa, sola pero con su mente intacta. Si hubiese seguido con aquella convivencia individualizada, forzada por su carácter de comprensión, su mente no habría podido soportarlo. A sus veintisiete años no quería perder su libertad y su vida. Era demasiado joven. Ahora ya estaba casi diez años sola y tenía ordenaba hasta a la soledad. 
Mariano se acercó con un enorme plato en el que, con una presentación que invitaba a tener más apetito, el lenguado estaba cocinado con delicadeza y sobre todo con acierto. Comió con rapidez ayudada por una leve gula.
- Mariano, todo estaba exquisito, felicita al cocinero de mi parte.
- Señorita todos los días me dice lo mismo y, bajando la voz y acercándose a ella: ¿sabe qué? No le digo nada al cocinero porque se lo cree y entonces cocina peor.   
Quedó casi toda la tarde en aquel sillón rojo, corrido, del restaurante y tomó dos copas más de vino. Mariano estaba encantado y hablaba de ella con los demás camareros explicando su acierto con el vino y lo amable que era la señorita Silvia. Mariano decía en aquel momento: - ¡Siento tanto que siempre hable directamente a la soledad...! 


Antonio Campillo Ruiz

21 comentarios:

  1. Antonio, paso a desearte unas felices fiestas en compañia de aquellos a quienes amas.

    Qué en el próximo año, puedas ver cumplidos algunos de tus sueños, y sobre todo que tus días estén llenos de felicidad y salud.

    Un abrazo con brisas de alegrías.

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    1. Querida amiga Ángeles, DESEO PARA TI Y TUS SERES QUERIDOS PAZ Y AMOR EN NAVIDAD Y AÑO 2013.
      Espero que hayas recibido mi pequeña postal.

      Un fuerte abrazo, querida Ángeles.

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  2. "A la soledad deberían ponerle una medalla por realizar tan bien su trabajo".

    En estos días donde tantas familias y amigos nos arracimamos no está demás acordarnos de la soledad y del dolor que causa, a veces.

    Tu relato

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    1. Esto era lo que quería expresar, Thornton. Has sabido captar la intención a pesar de la impasividad de la protagonista ante esa profesional llamada soledad. No la condecoran porque ya no es usual premiar la dedicación al buen trabajo durante toda una vida…
      Tu generosidad si debería ser premiada, Thornton. Este segundo comentario es excesivo y tú lo sabes pero aceptaré que no me lo dedicas a mí sino a la chica luchadora... y perdedora, del relato.

      Manri, sabes que os quiero a todos.

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  3. ERES GENIAL, amigo Antonio: feliz navidad

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    1. Enrique, cuando me enfade, algo para mí inconcebible, no te voy a invitar a un cafelito cuando nos veamos por decirme cosas sonrojantes. Todo el mérito es de la chica que ha aprendido en una dura carrera contra la vida.

      Un gran abrazo, amigo Enrique.

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  4. Поздравляю с Рождеством Христовым! В этот светлый праздник хочу пожелать мира и спокойствия в вашем доме, добра, взаимопонимания, достатка, любви, счастья, душевного равновесия, успехов во всех начинаниях, побольше радости, крепкого здоровья и всех благ! Пусть оправдываются все ожидания и сбудутся самые заветные мечты!

    Merry Christmas and a Happy New Year!

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    1. Muchas gracias, amigo Dmitry. Igualmente, ¡TE DESEO UNA FELIZ NAVIDAD Y AÑO 2013! Tu blog Взгляд в зазеркалье ha sido enlazado al mío DACTYLIOTHECA. Espero que podamos intercambiar pensamientos y opiniones.

      Un gran saludo, amigo Dmitry

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  5. Me paso por tu espacio para desearte una muy feliz Nochebuena y que, aunque sean estos tiempos oscuros y de desesperanza, hay que adornar la casa con las bolas de la alegría y el espumillón de la esperanza.
    Un abrazo

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    1. Haciéndote caso, Carmen, las bolas que he colgado en el blog son para todo el mundo. Espero que te haya llegado sin problemas mi postal especial deseándote ¡FELICES FIESTAS Y AÑO 2013! Estos tiempos deben pasar, es necesario para la salud mental de todo un país.
      Debe desaparecer la sinrazón.

      Un fuerte abrazo, querida Carmen.

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  6. Eres uno de mis tres reyes magos, que he tenido la suerte de conocer este año.
    Mi rey de la maestría.
    Por ello FELIZ NAVIDAD.
    BESOS

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    1. Bueno, Inma, acepto lo de ser un pequeño reyecito. Pero pequeño, ¿eh?, porque si acepto ser un rey grandote mi querida República se enfadaría conmigo. Lo cierto es que sí, ha sido una suerte encontrarnos y poder hablar de todo y en cualquier momento. Espero que te hayan llegado las imágenes que te he enviado con todo mi cariño. Si no es así, dímelo. Y por si acaso… ¡FELIZ NAVIDAD Y AÑO 2013 PLENO DE DESEOS!

      Un fuerte abrazo, querida Inma.

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  7. Muy bueno Antonio. La soledad, muchas veces tan necesaria y otras tan arrolladora de la vida. Un fuerte abrazo y feliz nnavidad amigo.

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    1. Aprender de la soledad es aprender en una mala consejera. A veces, como dices, Alicia, es necesaria porque nuestra mente se expande en sueños jamás relatados pero, casi siempre, necesarios.
      ¡MUY FELIZ NAVIDAD Y AÑO 2013!

      Un fuerte abrazo, querida Alicia.

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  8. Gracias Antonio, por regalarnos estas cosas tan hermosas. Dices bien, se puede estar solo estando acompañado, y esa es la peor soledad. Un enorme abrazo

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    1. Siempre es una mala consejera, aburrida y mal amiga. Pero cuando se presenta estando acompañada es terrible. Desenvaina su espada de fuego y nos lacera sin piedad.

      Un fuerte abrazo, querida Mabel.

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  9. Hay mucha soledad y falta de cariño se dice entre las personas mayores, pero sin darse cuenta que es algo que esta sucediendo entre todas las personas no importando la edad.
    El aislarse e independizarse por medio de la comunicación virtual desde casa favorece y a la vez atrapa un sentimiento de culpa, al no compartir en presencia los sentimiento que con el tiempo se sienten ahogados cuando se dan cuenta que ya no reciben el calor personal de un simple abrazo o un beso.

    Un abrazo breve pero no me sentido para ti.

    Atte.
    María Del Carmen


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    1. Cierto, Gatita Coquetuela. Cierto y triste. Cada vez con mayor frecuencia la comunicación presencial, el contacto real con personas y la conversación, tan importante y genial, se va perdiendo en todas las bandas de edades hasta llegar a las más jóvenes.
      Hubo un tiempo en el que escribir era el único medio de comunicación y las personas no escribían. Apareció otro tiempo en el que la libertad facilitaba la comunicación oral y se empezó a intercambiar opiniones. Esto era tan peligroso para los poderosos que con rapidez incitaron al consumismo feroz, galopante, de unos artefactos que facilitaban, aparentemente, la escritura, que no se utilizaba pero que era menos peligrosa porque encerraba a quienes se enganchaban a comunicarse a través de ella. Encerrados y solos, pareciese que se podía uno comunicar con más personas. Y es cierto, se tienen más posibilidades de conocer a personas tan gratas y preocupadas por la vida, en todas sus acepciones. La cuestión, querida María Del Carmen, es que como excelentes personas que eran se percataron de la imposibilidad de pasear, hablar con amigos y amigas, salir y respirar el aire de un jardín… De tantas y tantas cosas que no hacían que empezaron a sopesar en una balanza qué platillo era el que pesaba más, el virtual o el real.
      Como muchos de nosotros, tú, que eres una mujer encantadora, te has dado cuenta de la soledad que supone sentarse delante de un ordenador si puedes hacer otras actividades más placenteras. El calor real pesa más, es más fuerte y más grato. Debemos compartimentar en un tiempo suficiente, no en todo momento, la dedicación a lo virtual. Salir a pasear es más gratificante.

      Un fuerte abrazo, querida María Del Carmen.

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  10. La soledad, que puede ser una gran enemiga o la mejor aliada, según estemos en paz o en guerra con nosotros mismos. Como bien dices por allí en una de tus respuestas a los comentarios... la soledad cuando se presenta acompañados es peor aún. Si no estamos huecos, la soledad es muy disfrutable.
    Precioso texto el que nos regalaste!

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    1. Querida Sara, como has podido comprobar escribo bastante de este mal tan antiguo como el hombre: la soledad. Estamos solos desde el mismo momento en el que no comunicamos nuestros pensamientos, deseos, ilusiones, sueños, saber… Cuando nos autocensuramos porque el canal de comunicación se rompe en mil pedazos por el medio utilizado. Es evidente que el mejor canal de comunicación es el personal, aquel que pone de manifiesto nuestra amistad, nuestro amor, nuestro placer, nuestro bienestar o malestar, aquel que compartimos.

      Un fuerte abrazo, querida Sara.

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