PUEBLOS PIGMEOS
Antonio Campillo Ruiz
“Desde que nos expulsaron de nuestra tierra,
la muerte nos persigue. Enterramos a gente
casi todos los días. La comunidad se está vaciando.
Vamos hacia la extinción.
Ahora todos los ancianos han muerto.
Nuestra cultura también se está muriendo.”
“HOMBRE MUTUA DE KALEHE, RDC.”
© Salomé/Survival
“Los pueblos pigmeos" de África central
son tradicionalmente cazadores-recolectores que viven en la selva tropical a lo
ancho de la región. El término “pigmeo”
ha adquirido una connotación negativa. Sin embargo, algunos grupos indígenas lo
han reclamado como término de identidad. A pesar de ello, ante todo, estas
comunidades se identifican a sí mismas como “pueblos de la selva”, debido a la
importancia fundamental de la selva para su cultura, sus medios de subsistencia
y su historia.
© Salomé/Survival
Cada
pueblo es distinto, como los twas,
akas, bakas y mbutis, que viven en toda
África central, incluyendo la República Centroafricana, la República
Democrática del Congo (DRC), Ruanda, Uganda y Camerún. Los distintos grupos
tienen lenguas y tradiciones de caza diferentes, aunque cada comunidad se
enfrenta a amenazas y retos diferentes, para muchos de ellos los principales
problemas son el racismo, la tala y la conservación medioambiental. “Los pueblos ’pigmeos” están formados por
una población aproximada de medio millón de personas.
© Salomé/Survival
Su
profunda conexión con las selvas donde viven y que han venerado y protegido
desde hace generaciones, es un elemento central de la identidad de estos
pueblos. Jengi, el espíritu del
bosque, es una de las pocas palabras comunes a las distintas lenguas que hablan
los pueblos de la selva. No se puede subestimar la importancia de la selva como
su hogar espiritual y físico, y como fuente de su religión, de sus medios de
subsistencia, medicina e identidad cultural. Tradicionalmente, pequeñas
comunidades se movían frecuentemente por territorios definidos de la selva,
recolectando una gran variedad de productos del bosque, recogiendo miel
silvestre e intercambiando productos con las sociedades sedentarias de la zona.
Sin embargo, muchas comunidades han sido desplazadas por proyectos de
conservación medioambiental y la selva que les queda ha sido degradada por la
tala extensiva, el incremento del número de agricultores y actividades
comerciales como el tráfico intensivo de carne proveniente de la caza de animales
salvajes.
© Salomé/Survival

© Salomé/Survival

© Salomé/Survival
SEMBAGARE
FRANCIS, cuenta: “Un día, estábamos en la selva cuando vimos a hombres acercándose con
ametralladoras que nos dijeron que saliéramos de la selva. Estábamos muy
asustados y empezamos a correr sin saber a dónde ir y algunos de los nuestros
desaparecieron. O murieron o se fueron a un lugar que no conocemos. La
consecuencia de la expulsión es que ahora todos están dispersos.” A la vez, los
ingresos turísticos de algunos de los principales parques nacionales son
sustanciales. Los turistas extranjeros pagan cientos de dólares por una
excursión de un día para ver gorilas en Bwindi. Este dinero va al Gobierno de
Uganda. Son los pueblos de la selva quienes pagan por ello.
© Salomé/Survival
Impresionante, amigo Antonio. Hay tantas y tantas, cosas que nuestro orgullo nos limita, que no siempre es despreciable sentirse humano, mucho peor es sentirse sincera y profundamente, estúpido.
ResponderEliminarEres un verdadero profesor, super.
Un abrazo y feliz noche
Enrique, como sabes que te quiero me puedes decir lo que me sonroja. Pero, sí, es cierto. mi gran amigo, la estupidez de los humanos poderosos es infinita. Infinita y malvada por ser tan ambiciosos, desagradecidos a la vida y a los seres que poseen una bondad innata y una forma de vida tan sencilla como vital y deseada. Los pueblos que han quedado en un olvido cuasi involutivo deben ser ayudados en su propio desarrollo, sin intervenciones, sin genocidios, sin la maldad que caracteriza el malhacer de los humanos autodenominados desarrollados. Un abrazo, mi querido amigo.
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