domingo, 13 de mayo de 2018

PARTIDA SIN RETORNO


UNA VIDA DE DUDAS

Antonio Campillo Ruiz

Anne Bachelier

   El recelo creó una prevención que se convirtió en terror. Nadie quería hacer aquello. El tiempo pasaba velozmente y el pueblo languidecía con la preocupación. Partir hasta aquel lugar y abtener éxito haciendo que los problemas desapareciesen era una idea disparatada para muchos, Él se levantó y echándose la cuerda que siempre le acompañaba allá donde iba y partió para hacerlo. Su temeridad era muy superior a los consejos. Para otros, también su terquedad. Pero, supuestamente, lo hizo y su logro fue un ejemplo para todos los habitantes del lugar. Desde que los viejos eran niños, fue el tema de conversación de todo tipo de tertulias. Quienes eran más osados  llevaban la voz cantante hablando y hablando de los diferentes modos y formas de alcanzar lo que inquietaba a todos. Aquellos que vivían más cómodamente y se encontraban felices por diversos motivos quedaban pensativos sin decir nada y se limitaban a escuchar.  Las mujeres eran más osadas. Sus largas diatribas acerca de la temeridad, la valentía y el coraje, las iba excitando poco a poco hasta que alguna resbalaba por la pendiente de las confidencias explicando sueños que juraba como ciertos aún siendo ilusiones que no se atrevían a explicar ni siquiera a sus novios ni maridos.

Anne Bachelier

   Los domingos, tras la comida, los mozos trataban de simular haber hecho lo que probablemente se hizo en su día. Nunca fueron fáciles la conversaciones y sí frecuente que se acabase en acaloradas discusiones sobre pequeños aspectos que, si bien eran diferentes, no podían ser contrastados. Las chicas lo soportaban de mal humor. Las dejaban solas durante parte de la tarde  y las buscaban cuando la poca luz de las pequeñas farolas ofrecía oportunidades que no eran bien recibidas en plena tarde.

Anne Bachelier

   El día que llegó el forastero procedente de aquel lugar remoto, dueño perpétuo de sus sueños y realidades, fue una fiesta. Nadie creía que pudiese llegar otra persona porque ellos, desde el día del hecho, jamás habían salido de los límites invisibles de su demarcación. Reunido el consejo asesor de hombres ilustres, decidieron preguntarle si conocía el suceso que se produjo aquel día en su remota tierra y si su conciudadano lo hizo. Sentado cómodamente el forastero excuchó con interés la petición y tras un  tiempo de reflexión explicó que el tema era complejo y debía madurar la oportunidad de responder. Acordaron que al día siguiente daría una contestación.

Anne Bachelier

   Los pequeños corrillos de hombres y mujeres se encontraban tan cerca unos de otros que se podían oír entre ellos y formaban un irregular semicírculo que partía y terminaba en el lugar de la reunión. Antes de acabar de aparecer el sol en el horizonte el forastero salió a la calle con cara preocupada y las manos en los bolsillos, se dirigió despacio al lugar de encuentro, entró cortando el inmenso silencio de las gentes y, dirigiéndose al portavoz del día anterior, dijo con solemnidad: “Sí, lo hizo”.

Antonio Campillo Ruiz

Anne Bachelier

1 comentario:

  1. A veces, cada vez más, querido amigo, yo mismmo me siento un forastero cuando asomo la inteligencia que me queda por la sociedad del poder social y político que me rodea, tanto que me pregunto: ¿Qué fue de todo aquello que hicimos? - Lo peor es que esa pregunta también se la oí decir a mi Padre hace muchos, muchos años.
    Un abrazo profesor.

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