viernes, 8 de febrero de 2019

ENGAÑO Y PRIMOR DE LA PINTURA


EL BODEGÓN EN EL ARTE

Antonio Campillo Ruiz

El arte no es un espejo
para reflejar la realidad, sino
un martillo para darle forma.

Bertorl  Brecht

“Bodegón con salmón”, Anónimo Flamenco

   Desde la antigua civilización egipcia, el arte de la pintura de objetos cotidianos, incluyendo la comida habitual, se extendió durante todas las etapas y corrientes artísticas hasta nuestra era actual. La naturaleza muerta ha despertado la atención y estudio al representar objetos, animales o plantas sin ánima, esperando posiblemente otro fin diferente al que el artista representa, atraído durante un instante de inspiración por la belleza que poseen. Sin embargo, el bodegón, con los elementos y conocimientos que lo caracterizan en la actualidad, emprende su importancia, como una temática nueva e independiente, en el siglo XVII, en Los Países Bajos, empezando a tener relevancia y apreciación en la pintura e incluso en la escultura, a pesar de estar considerado en un segundo plano y subordinado a otros géneros artísticos.

“La pipe sur le livre”, Juan Gris

Silbabas un nocturno, resbalabas,
bodegones, guitarras escondidas
reverencias de pipa y mandolina,
abismos entre la cara y la cara.

En los ojos de una mujer sentada
sueñas París en su monocromía,
música, pintores y poesía,
y sus moradas grises segmentadas

Descomponías desde las ventanas
el gris y el ocre en papel recortado,
dabas volumen plegando bisagras.

Cuidabas versos de Manuel Machado,
que nadie los despojase de su “Alma”.
Tú hiciste una guerra de hombre escapado.

Juan Gris, “Soneto cubista"

“La gourmandise”, María Blanchard

   En general, en el resto de países europeos, las obras artísticas se realizaban por encargo oficial, retratos, arte sacro, etc., mientras que la especialización de los pintores de Los Países Bajos en temas que se vendían directamente al público, como paisajes, bodegones, escenas sociales, etc., se empezaron a considerar obras de importancia y desde entonces, el bodegón barroco e, incluso, las escenas de cocina, la comida o mercados de venta de alimentos, se desarrollaron con fuerza y aumentó el número de artistas que representaron múltiples variedades de frutas, alimentos en general, flores y objetos cotidianos pintados con gran naturalismo, sin dejar de modelar bronces y platas que complementaban el género artístico. Con el tiempo, las nuevas corrientes artísticas acogieron al bodegón y la abstracción representa, en la actualidad, con interés y éxito este género.   
“Homenaje a Velázquez”, Ramón Gaya

Vaso de agua

No es mi sed, no son mis labios
quienes se placen en esa
presencia, ni con resabios
de museos se embelesa
mi visión de tal aplomo:
líquido volumen como
cristal que fuese aún más terso.
Vista y fe son a la vez
quienes te ven, sencillez
última del universo.

Jorge Guillen.
“Homenaje a la pintura
admirable de Ramón Gaya”

Antonio Campillo Ruiz

“La cena”, Antonio López


3 comentarios:

  1. Eres un libro abierto querido amigo.
    Un abrazo muy fuerte

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  2. Es verdad que el tema bodegón fue siempre poco apreciado, y fue Velázquez el que lo elevó a una categoría que nunca había tenido antes. Por eso me extraña que no lo hayas citado en tu trabajo, aunque sí hayas puesto el homenaje de Gaya. Admiro muchísimo esta faceta de la pintura de Velázquez.
    A mí me pasa una cosa con los bodegones; que tengo rechazo a los que representan piezas de caza, esos inertes animalillos siempre atadicas sus patas.
    Un saludo desde aquí a Enrique. No tengo otro medio de comunicación con él. Espero que se encuentre con la energía y optimismo que siempre mostraba en su Blog. Lo echamos de menos. Un abrazo

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  3. Debo a los impresionistas el haber mirado por primera vez con interés un bodegón, género que nunca antes me interesó. A partir de entonces, en zigzag, de Roma al Renacimiento y de ahí a los cubistas, he ido topándome con obras singulares a las que no niego su mérito. Hoy compruebo en tu entrada que no es nada fácil hacer creíble un bodegón. Pero los genios son capaces de todo, tanto de provocar la lírica como de conseguir que algo tan inane nos revuelva. Ahí tenemos a Goya.

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