jueves, 5 de enero de 2012

HOMOSEXUALIDAD: TASSO

A UN LEGGIADRO GIOVINETTO

María Luisa Arnaiz Sánchez

San Sebastián, Joanna Chrobak, 2008

   Durante mucho tiempo cayó el silencio sobre la homosexualidad de Torcuato Tasso aunque su contemporáneo Giambatista Manso en “Vita di Torcuato Tasso” habló de su repulsión hacia las mujeres. Su elección sexual está documentada en dos cartas que escribió en 1576 a monseñor Luca Scalabrino, enamorado de él. Tasso supo por Orazio Ariosto, descendiente del autor de “Orlando furioso”, que Luca le había revelado el amor que sentía por él y le envió esta carta en mayo reprochándole su indiscreción:

    “(Deberíais) usar mejor el extraordinario secreto de…vuestros cariños o afectos…no (fuera que) me despreciarais si alguna parte de esos comentarios se transmitieran al azar, no habiéndolo yo buscado ni referidoSu Señoría en la última suya me pide perdón por no haberme revelado su concupiscente amor…yo que (tengo) a su Señoría por querido y cordial amigo, el más querido…sepa que no me ofendí porque…no me descubrierais vuestro amor, sino (porque escribierais ofendido a Ariosto) y luego me escribierais una carta llena de desprecio y nada más…el dolor me ha obligado a callar mis propios secretos…El amigo tiene que esconder y aceptar los defectos del amigo y yo, que soy el más, así lo hago” recoge Cesare Guasti en “Le lettere di Torquato Tasso”. 

San Sebastián nº 1, Oscar Magnan, 2008

   El 14 de diciembre Torcuato le desveló que estaba enamorado de otro. Según Angelo Solerti, que publicó la carta en “Anche Torquato Tasso?”, se trataba del propio Orazio:

   “Él me trata de mal modo…no se cuida de dejarme satisfecho…se jacta ante otros de que me ofende. Yo le amo y ansío amarlo…en principio yo no era prudente y no me cuidaba, porque no logró despertar en mí nadie aquellos apetitos que suele llevar el amor, ni siquiera en la cama, donde hemos estado juntos. Ahora…siento un gran dolor, no solo por lo poco que me corresponde…sino también por no poder hablar con él con aquella libertad que teníamos, y su ausencia me aflige enormemente. Por la noche…su imagen (es) la primera en presentárseme, y (pienso) cuánto lo he querido y honrado, y cuánto (me) ha escarnecido y ofendido…pareciéndome demasiado rígido en las resoluciones de no quererme, yo me aflijo mucho, e incluso dos o tres veces he llorado amargamente y pienso en esos momentos que Dios no se acuerda de mí.

   Con el título de una de sus Rime he intitulado la página.

San Sebastián nº 2, Oscar Magnan, 2008

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