EN LA MADRUGADA
Antonio Campillo Ruiz
Bleeding Man, Max
Oppenheimer, 1911
La historia que más
me ha impresionado en mi vida, la más brutal y al mismo tiempo la más humana,
se la contaron a Ricardo Muñoz Suay, en 1947, cuando estaba preso en la cárcel
de Ocaña, provincia de Toledo, España. Es la historia real de un prisionero
republicano que fue fusilado en los primeros días de la guerra civil en la
prisión de Ávila. El pelotón de fusilamiento lo sacó de su celda en un amanecer
glacial, y todos tuvieron que atravesar a pie un campo nevado para llegar al
sitio de la ejecución. Los guardias civiles estaban bien protegidos del frío
con capas, guantes y tricornios, pero aun así tiritaban a través del yermo
helado. El pobre prisionero, que sólo llevaba una chaqueta de lana
deshilachada, no hacía más que frotarse el cuerpo casi petrificado, mientras
que se lamentaba en voz alta del frío mortal. A un cierto momento, el
comandante del pelotón, exasperado con los lamentos, le gritó:
-Coño, acaba ya de
hacerte el mártir con el cabrón frío. Piensa en nosotros, que tenemos que
regresar.
Gabriel García Márquez
Los posiblemente estaban condenados, quizás no en lo breve, pero sí de otra manera.
ResponderEliminarSaludos,Antonio.
Las penas. Cada un con la suya.
ResponderEliminarUn beso querido amigo
A militância política muitas vezes traz consequências ruins...
ResponderEliminarBom domingo, querido.
Beijo carinhoso.
Wenn man sich vorstellt wie grausam sowas ist, da möchte niemand dran denken...
ResponderEliminarHerbstlichen Gruß und sonnige Momente
Cloudy
El comentario del GC, vale por todo, amigo Campillo.
ResponderEliminarMB.
Gostei muito do seu blogue.
ResponderEliminarJá me registei.
Vou ver os vídeos e certamente
que também os colocarei nos
meus blogues.
Espero vir cá mais vezes.
Um abraço
Irene Alves
Nunca he entendido las ejecuciones. ¿Quién puede arrogarse poder de vida y muerte sobre otra persona?
ResponderEliminarBrutalidad de acciones y brutalidad de palabras.
ResponderEliminarNo sé exactamente qué temperatura sería más gélida, si la de la nieve de esa fría mañana, o la del corazón de ese comandante entre otros muchos que existieron en esas épocas tiranas.
En cualquier caso, el escalofrío está garantizado.
Buen fragmento, querido Antonio.
Un abrazo y feliz domingo.
Ésto si lo he entendido demasiado bien Antonio.
ResponderEliminarCreo que el condenado empezó a vivir,y quien lo condenó empezó a morir.
Un fuerte abrazo y muchas gracias
O seu blogue é muito cultural
ResponderEliminare eu gosto dele.Obrigada por
se ter registado no meu blogue.
Um abraço
Irene Alves
Pues sí, Alicia, las condenas por meras sospechas fueron innumerables con los traidores en el poder.
ResponderEliminarEl desgarrado desprecio por la vida era tan frecuente como cruento.
Un fuerte abrazo, querida Alicia.
Si, Gisa, lo que sucede es que unas eran penas de verdad y las otras eran meros acontecimientos sin importancia.
ResponderEliminar¿Quienes sufrieron las verdaderas penas? Los malos, los que no se rebelaron contra la bandera que juraron, los pobres ante los insultantes y soberbios poderosos.
Un fuerte abrazo, querida Gisa.
Así es, Teca. La ruindad de quienes ostentaron un poder por la fuerza de las armas, sin importarle su propia traición y los asesinatos que cometieron, ha sido inmensa.
ResponderEliminarEn realidad continúa siéndolo en el pensamiento de muchos de los denominados dirigentes políticos actuales.
Probablemente la historia se repita, como siempre.
Un fuerte abrazo, querida Teca.
No sólo lo imaginas, Cloudy, lo sabes fehacientemente. La cuestión es que a quien ha querido buscar la verdad lo han aniquilado: el juez Baltasar Garzón ha sido destruido y echado de la judicatura. Esto es algo inconcebible en un país democrático pero ahí está, es una realidad.
ResponderEliminarBuscar la verdad de la mentira está prohibido en España.
Un abrazo, amigo Cloudy.
Sí, Enrique, tú, mucha gente y yo, sabemos que estos comentarios tan ruines eran usuales en el "cuerpo".
ResponderEliminarPersonalmente tuve que ir a buscar los expedientes que teníamos las cinco personas que habíamos estudiado carreras universitarias en mi pueblo en la época oscura. Entre ellas se encontraba también mi hermana a pesar de haber estudiado en Valencia.
La ruindad de varios "sargentos-comandantes de puesto" la he vivido en más de una ocasión.
La que describe García Márquez es horrorosa.
Un abrazo, amigo Enrique.
Obrigado, Irene, por tu visita y tu interés. Puedes coger lo que creas importante para ti. Si algo no lo puedes tener dímelo en el correo que se encuentra en mi perfil y te enviaré los códigos de inserción.
ResponderEliminarPosees tres blogs excelentes. Dame tiempo y los leeré completos.
Un abrazo, amiga Irene.
Mabel, una ejecución define al país que la realiza. Si no has visto "El verdugo" de Luis García Berlanga, dímelo y la podrás ver. En esta película se entiende pero no justifica el horror de la pena de muerte.
ResponderEliminarLa frase que le dice el comandante al reo es tan ruin que. esa sí te deja helado.
Un fuerte abrazo, querida Mabel.
Posiblemente. la entrañas de ese ser estaban tan enmarañadas que no se distinguía el corazón, Marisa.
ResponderEliminarCon la justificación entre los dientes diciendo que cumple órdenes, ya tenemos todo solucionado en un acto de barbarie suma y de una sangre tan gélida como el hielo que les rodeaba.
Cumplir órdenes de inmorales traidores... ¡La mala sangre que tienen quienes deprecian hasta la vida!
Un fuerte abrazo, querida Marisa.
Así es, Fantasía. Empezó a vivir en un mundo de verdad y donde sus principios los podía defender sin miedo.
ResponderEliminarLos verdugos, a pesar de vivir y refocilarse en el fango del poder, interiormente siempre han estado muertos para consigo mismos y los demás.
Un fuerte abrazo, querida Fantasía.
Irene, eres una mujer increíble. Me alegro mucho de que te hayas quedado por el blog dando vueltas.
ResponderEliminarComo habrás podido observar prefiero que los diversos aspectos del saber aparezcan, bien como series o bien inopinadamente, cuando el tema es interesante.
Me interesa todo y me gusta leer a amigos que me abren caminos novedosos.
Siento que las películas no se encuentren traducidas al portugués.
Un abrazo, amiga Irena.
Qué inhumanos!
ResponderEliminarBesos, querido Antonio.
Esta es una perfecta definición, Ohma. La inhumanidad con la que trataron a quienes, según ellos, eran los enemigos fue inmensa.
ResponderEliminarAdemás, creo que su soberbia superior era despreciable.
Tus breves palabras definen perfectamente a estos desalmados.
Un fuerte abrazo, querida Ohma.
La miseria moral no tiene límites, sobre todo cuando alguien se convierte en verdugo; porque el verdugo no ve al condenado como un ser humano, sino como un ser inferior.
ResponderEliminarGarcía Márquez es uno de mis escritores favoritos...
ResponderEliminarY sí, a veces los que se quedan en este mundo envidian a los que lo abandonan.
Un beso
A mi sí que me ha dejado helada la historia...creo que con el frío nadie era consciente de lo que estaban haciendo.Yo creo que el ser humano a veces es cruel sin darse cuenta...es un trabajo atroz el que tenían que hacer...
ResponderEliminarUn beso.
Una historia terrible. Una muerte trágica. Besos Antonio
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