miércoles, 10 de octubre de 2012

UN BUEN IDEAL LIADO

CORAZÓN ROTO

Antonio Campillo Ruiz
A mi padre, Antonio “El Bamboso”


   Pasó la punta de la lengua por la fina capa de pegamento que llevaba el papel de trigo. Quedó transparente y mojado en exceso. Presionó rotando el cigarrillo con una mano mientras que con la otra formaba una aguda punta de papel en uno de sus extremos. La picadura de tabaco quedó encerrada formando un cilindro irregular. Tenía la costumbre de liar toda la picadura que llevaba el Ideal blanco (Caldo de gallina) y todos le decían que liaba demasiado tabaco, que había para dos cigarrillos, pero a él le gustaba que fuese completo. Al encender el recién enrollado, el papel empezaba a quemarse irregularmente debido a lo mojado que se encontraba en toda la banda lateral. Chupaba con intensidad para tratar de igualar la brasa sin conseguirlo. Después tranquilamente fumaba con el cigarrillo colgando de la boca. Se apagaba, lo encendía. Se apagaba, lo encendía. Quien estaba pendiente de la larga ceniza que se formaba observaba, no sin cierta envidia, que tenía razón: el cigarrillo tardaba más tiempo en consumirse si llevaba más picadura.

   Sabía que las opiniones sobre su gusto por el tabaco eran muy dispares y que el médico amigo de la familia, censor de su incontinencia, trataba de minimizar los posibles efectos aconsejándole mezclas de picadura, tipos de papel -lo creía más pernicioso que el propio tabaco-, liar los cigarrillos... El sinfín de recomendaciones favoreció que Antonio adquiriese una máquina para liar tabaco muy bonita y que más parecía un juguete. Tenía una tolva donde se echaba la picadura y, colocando el papel en un soporte especial y girando una pequeña manivela, por una minicinta transportadora aparecía el cigarrillo perfectamente liado. Luego vino otro artilugio que evitaba la rotura del papel, comprado por “libros” muy bien doblados: se ponía primero el papel, después el tabaco, se mojaba el engrudo, se rotaba una persianilla de palitos entrelazados y voilà el flamante cigarrillo.  

   Antonio padecía una insuficiencia cardíaca y se hacía trampas para disfrutar de uno de sus placeres a pesar de las consecuencias, no muy bien especificadas en una época en que la medicina buscaba relacionar causas y efectos. Con el tiempo, Antonio dejó de respirar el humo y sólo degustaba en la boca un cúmulo de sabores fuertes y peculiares. No fue el tabaco la causa de la temprana muerte de Antonio pues su corazón se encontraba seriamente dañado desde hacía muchos años. Sabedor de su frágil salud, su trabajo era infatigable porque trataba de hacerlo deprisa, para que la muerte no le alcanzara sin haber llevado a cabo proyectos y tareas que eran necesarios para su familia, para sus amigos y para sus convecinos. La guadaña le alcanzó con un golpe seco, inesperado.

   La casa se llenó de cuantos sabían que su pérdida les supondría no poder encontrar un consejo acertado, un trabajo aun poco remunerado, una palabra de ánimo o una ayuda en los momentos difíciles. Un río de personas le llevaron en volandas hasta su destino final, adonde por primera vez las mujeres de la familia asistieron con discreción. Pasaron ante él durante largo tiempo todos sus acompañantes uno a uno. Cuando llegaron allí donde dicen que reposan en paz quienes en esta vida han sido personas de bien, hicieron que la luz se reflejara en su serena cara a pesar de que ya no podía verla.

Antonio Campillo Ruiz  

23 comentarios:

  1. Ay! está tan rico(sabroso)tu relato, que me llegó el aroma y el sabor y todo el ritual del protagonista, como mala exfumadora que soy, pues es tan sabroso fumar. Que no fumo más, desde hace año y medio, pero no deja de antojárseme en ocasiones como esta con tu relato, jajaja. Cuando fumamos, hay un momento en que decimos, un infarto y ya, qué buena muerte. Tristemente muy pocos gozan de esa suerte... La muerte llega casi siempre muy lentita, después de un periodo de mucho dolor. Pero bueno, eso no nos lo dijeron cuando nos creímos los mejores galanes o divas, al fumar, jajaja.
    Abrazo fuerte.
    ps. A mis amigos teatreros, les dará mucho gusto leer tu comentario, eres un hermoso!
    Estuve triste por la política estos días, me apena Venezuela, ustedes, nosotros. Bueno, la lista sería muy grande... por eso no había estado visible. ¿Cómo hacer con tanto traidor? duele!

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  2. Magnífico relato Antonio, me ha encantado. Y me ha enviado de lleno a la nostalgia...mi abuelo fumaba ideales; "caldo de gallina" le llamaban, creo. Le recuerdo siempre liando los cigarros de ese apestoso tabaco, con las yemas de los dedos amarilleando. Hace seis años que se murió, de cáncer de pulmón, por cierto, pero de vez en cuando todavía, cuando pienso en él, y lo hago muy a menudo, me asalta la nariz el olor fuerte y agreste de la picadura. Menos mal que yo no tengo ese vicio, quizá porque cultivo otros quizá peores. Un fuerte abrazo y mi agradecimiento por transportarme a una niñez cada vez más lejana.

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  3. Inhaltsvoll und tiefgründig, eine Geschichte aus dem Leben für das Leben...

    Herbstlichen Gruß und genieße den Tag
    Cloudy

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  4. Un relato maravilloso y triste. Pero esta bien recordar a los seres queridos. Besos

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  5. Buenas tardes señor Ruiz! He leído este relato emocionado. Y mi padre ha fumado mucho, cuando abandonó cigarrillos era demasiado tarde. Usted ha dicho muy bien y mi corazón latir con energía. Pensamos todo el tiempo a sus seres queridos, incluso si ya no están con nosotros. Pero guardamos en la memoria para siempre.
    Con respeto y buenos pensamientos.

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  6. Un precioso homenaje a tu padre, Antonio. Muchas veces aquellos objetos que tuvieron en sus manos las personas a quienes hemos querido mucho, nos remueven muchos sentimientos, hacen de los recuerdos algo presente y hermoso. Ay, aquellos cigarrillos, esa forma de liarlos de la que hablas, ¿a cuántas personas evocará? Me gusta saber que tu padre fue un hombre bueno, preocupado por los demás, querido. Eso es el mejor bálsamo para el recuerdo,. Un abrazo muy fuerte.

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  7. Has logrado "transportarme" a mi niñez, aquellos maravillosos años en los que abríamos los ojos al mundo y que absorbíamos y atesorábamos experiencias tan visuales y descriptivas como la narración que acabo de leer (pocas lecturas lo han conseguido).
    Las pequeñas cosas son las que nos hace recordar a nuestros seres queridos que ya no nos acompañan y ésto es el mejor homenaje que podemos hacerles. Abrazos de tu amigo Raúl

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  8. Recordar es hermoso Antonio,el relato me a recordado a mi padre que también liaba sus cigarrillos y yo cigarrera de profesión hacíamos un gran dúo pero peligroso para la salud.

    Un fuerte abrazo!!

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  9. Tu Antonio, me recuerda a tantos otros anónimos Antonios que tanto hacen, han hecho y harán por toda la gente que les rodea y que tan aprisa aprendemos a olvidarnos de ellos en vida y, hasta, en muerte.
    Precioso relato, amigo Campillo.

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  10. Ah, amigo Antonio, se me olvidaba decirte que yo también tuve un querido Agustín que me enseño casi todo lo que se. Nunca los olvidaremos ¿Verdad?

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  11. Imágenes de tiempos pasados, fotos en blanco y negro y tardes de radio novelas que oíamos los por aquel entonces niños.
    El recuerdo está tan vivo como tu padre en tu memoria, querido Antonio.
    Un fuerte abrazo.

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  12. Antonio, querida amiga Sara, no murió a causa del tabaco pero le gustaba mucho poder oler su fuerte aroma y quizás más el sabor de su picadura.
    Como buena fumadora sabes la importancia de estos dos sentidos para quienes aborean y no fuman compulsivamente.
    En la época en la que murió Antonio ni se había hablado una palabra del posible efecto del tabaco contra la salud. Además, se potenciaba el acto de fumar y se empezó a esclavizar también a la mujer que nunca había sido fumadora. Las tabaqueras ganaron mucho dinero.
    Me agradaría mucho poder ver a tus amigos teatreros, como les llamas. Salúdales de mi parte.

    Un fuerte abrazo, querida Sara.

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    1. Claro, hoy iré. Anoche tuvimos a Juan Luis Guerra en un escenario al aire libre, bailamos y gritamos como poseídos, todos los asistentes, jajaja. Nos divertimos muchísimo, a mi me encantan todos esos ritmos que el toca, pura alegría. Es que ayer fue aniversario de la fundación de Chihuahua y ya sabes, al pueblo "pan y circo", así que ya sabes, de repente caigo en las trampas.

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  13. Sí, Mabel, para recordar a alguien basta describir un solo aspecto de su vida: una manía, una virtud o un vicio.
    Cuando leíste este relato era impersonal porque así lo quise. Pero tras leer tu comentario pensé que no tenía por qué ser así, que necesitaba lo que después corregí: un nombre, un título, un recuerdo personalizado.
    Te agradezco tu recuerdo que es muy parecido al mío pero con la diferencia de unos tiempos que no han sido igual de extensos: mi padre murió cuando tenía unos pocos años más de cuarenta. Su corazón se resintió cuando era muy joven a causa de una enfermedad que en aquella época ni se sabía como se llamaba y ahora se cura con unas pastillas.
    Los dos nos hemos transportado a una niñez que ha quedado grabada a fuego en la mente.

    Un fuerte abrazo, querida Mabel.

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  14. Así es, amigo Cloudy. Fue una lucha constante por arañar momentos de vida que se sabían perdidos.

    Un abrazo, amigo Cloudy.

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  15. Eso pienso, Alicia. Cuando el día sale de una forma especial la mente no para hasta conseguir un estado emocional que debe salir por algún sitio. El mío fue escribir esta anécdota de mi padre.

    Un fuerte abrazo, querida Alicia.

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  16. Amigo Cristian, la similitud de las vidas con un rango de edad como el nuestro es muy semejante.
    Nuestros abuelos, nuestros padres, han vivido unas épocas muy duras y han sufrido mucho para que podamos vivir mejor que ellos, deseo y trabajo que nosotros cumplimos con nuestros hijos.
    Pero, los adelantos en medicina y en ciencia no eran como los que disfrutamos ahora. Sus muertes tempranas o tardías siempre serán un recuerdo imperecedero.

    Un abrazo, amigo Cristian.

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  17. Así es, Isabel. El más leve recuerdo, la mínima anécdota, es suficiente para evocar lo entrañable que resultaba poder distinguir de los demás a un ser querido.
    Sí, fue un hombre bueno y sigue siéndolo en el recuerdo de todo los hombre y mujeres que le conocieron.
    Me siento orgulloso de ser nombrado con el apodo de mi abuelo y mi padre.

    Un fuerte abrazo, querida Isabel.

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  18. Querido amigo Raúl, los dos nos hemos transportado a aquellos años en los que una pequeña anécdota, como dices, era suficiente para ser absorbida y recordada toda nuestra vida.
    En esas etapas tan tempranas, una nimiedad se convertía en una historia que se contaba y recordaba en reuniones familiares o con los amigos.
    Recordar es lo que nos queda pero ese recuerdo es nuestro ser porque de él bebimos para aprender a pensar y distinguir virtudes y maldades.
    Siempre pienso que estarían orgullosos de vernos en el lugar que nos encontramos y además, recordándoles.

    Un fuerte abrazo para Montse y para ti, Raúl.

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  19. ¡JAMÁS!, amigo Enrique. Los Agustines y los Antonios que ha habido y hay en este mundo jamás pueden ser olvidados porque ellos fueron nuestro faro e iluminaron el camino por el que hemos recorrido solos un gran número de años.
    El bien que han hecho y seguirán haciendo esos anónimos seres buenos, debe tener una recompensa en el noble entendimiento entre todos y la comprensión hacia quienes te necesitan en momentos difíciles.

    Un fuerte abrazo, Enrique.

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  20. Bueno, Fantasía, eso de tener a una profesional al lado debe ser una delicia para quien es aficionado a saborear ese humo acre y pernicioso.
    Dejé de fumar hace muchos años en el primer viaje que realicé a Cuba.
    Fidel Castro tuvo la culpa por darme personalmente un espléndido Cohiba de su cigarrera. Me partió el pecho y me dije: jamás me volverá a suceder este ahogo... y, hasta hoy.
    Así que por el mismo motivo quien se encuentre cerca de ti puede ser el hijo díscolo del placer del tabaco.

    Un fuerte abrazo, querida Fantasía.

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  21. Así es, Ohma. ¿Sabes qué serie escuché completa? "Los episodios nacionales" de D. Benito Pérez Galdós. Fue una pasada. Matilde Conesa y Enrique Villariño, y otros muchos de los que no recuerdo el nombre, a pleno pulmón. Cuando lo digo, siempre me preguntan, como Julio César a sus emisarios cuando vuelven del poblado de Asterix, ¿TODOS?, a lo que respondo: SÍ, TODOS "LOS EPISODIOS NACIONALES".
    Me ayudaron e incitaron a leer desde muy temprana edad.
    Pero, sí, todo era en negro, todo triste pero afortunadamente recordado hoy como si estuviese en aquel momento.

    Un fuerte abrazo, querida Ohma.

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  22. ¡Que de recuerdos! Tu padre debió de ser una gran persona. Es natural que 'te sientas orgulloso de el , que aunque no llego a viejo, supo aprovechar su vida.

    ¡Como recuerdo esos 'Ideales' , el Caldo de gallina, ¿era azul? ¡no recuerdo bien! y la picadura, que poco antes de morir (43 años) mi padre, se la liaba yo, a escondidas el ya no podía, con una maquinita de madera que se había hecho el mismo.

    Me ha emocionado esta entrada, gracias.

    Te dejo mi cariño.

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