jueves, 29 de enero de 2015

VOLVER A TENER DERECHOS

NINGÚN PUEBLO ES MEJOR QUE OTRO

Antonio Campillo Ruiz

    Makuxis con vestimentas tradicionales paisharas
© 1996 Fiona Watson/Survival

   Los pueblos makuxí, wapixana, ingarikó, taurepang y patamona viven en una tierra llamada Raposa-Serra do Sol (Tierra del Zorro y la Montaña del Sol) al norte de Brasil, en la frontera con Venezuela y Guyana. Es una región espectacularmente bella de montañas, selvas tropicales, sabana, ríos y cascadas. Ocupa un territorio de cerca de 1,7 millones de hectáreas y es el hogar de entre 18.000 y 20.000 indígenas. Los indígenas conservan sus lenguajes y costumbres , a pesar de haber mantenido contacto con foráneos desde hace más de dos siglos. Muchas comunidades dirigen sus propios programas educativos y sanitarios, y han creado varias organizaciones para defender sus derechos y ayudarles a desarrollar sus proyectos.

Niños makuxi en Uiramuã, Raposa-Serra do Sol, Brasil
© 1996 Fiona Watson/Survival

   Después de años de campañas dirigidas por el Consejo Indígena de Roraima (CIR), Survival y muchas ONGs de Brasil y de otros lugares, Raposa-Serra do Sol fue reconocida legalmente por el presidente Luis Inácio Lula da Silva el 15 de abril de 2005. Dicho reconocimiento supuso un hito que se celebró con gran alegría, ya que el territorio había sido objeto de una violenta y continuada campaña por parte de los ganaderos y colonos locales, para evitar que los indígenas lo recuperasen. En las tres últimas décadas, más de veinte indígenas fueron asesinados y cientos de ellos resultaron heridos durante su incansable lucha para recuperar su tierra ancestral. Un grupo de arroceros, apoyados por políticos locales, se movilizaron contra los indígenas, utilizando tácticas cada vez más violentas: dispararon e hirieron al menos a diez indígenas, quemaron puentes para evitar que los indígenas entraran o salieran de su tierra y lanzaron una bomba a una de las comunidades.

  Techando con ramas de buriti, Serra do Sol, Brasil
© 1994 William Milliken/Survival

   En respuesta al reconocimiento oficial de Raposa-Serra do Sol por parte del Gobierno Federal, el gobierno del estado de Roraima interpuso una demanda ante el Supremo Tribunal Federal de Brasil en la que solicitaba la reducción de su tamaño.  A pesar de ello, los 6 terratenientes agrícolas y políticos locales sostienen que son un obstáculo para el desarrollo del estado de Roraima. Finalmente, el 19 de marzo de 2009, en una sentencia histórica, la mayoría de los jueces del Tribunal Supremo defendió el derecho de los indígenas a su tierra, y dijeron que había sido demarcada según la constitución y que su tamaño y límites deben mantenerse. Los jueces también confirmaron la importancia de que los territorios indígenas se mantengan como áreas continuas y únicas y expresaron que estos territorios en la frontera de Brasil no suponen un riesgo para la soberanía nacional. El líder makuxi Jacir José de Souza del Consejo Indígena de Roraima (CIR) declaró: “La Tierra es nuestra Madre. Estamos contentos de haberla recuperado y de que el Supremo Tribunal haya defendido a los pueblos indígenasAhora volvemos a tener el derecho de pescar en nuestros ríos sin miedo a ser disparados por los pistoleros de los arroceros”, declaró otro líder makuxi.

Makuxi con máscara rittual tradicional paishara
© 1996 Fiona Watson/Survival

    A pesar de todo, los ganaderos ocuparon su tierra en el siglo XX. Establecieron grandes haciendas vigiladas por hombres armados que sometían a los indígenas a mucha violencia: al menos 20 indígenas fueron asesinados en los años 80 y 90. Los buscadores furtivos de oro y diamantes también invadieron su territorio, contaminando los ríos y generando tensiones con las comunidades. Más recientemente, a pesar de las protestas de los indígenas, los colonos han establecido varios asentamientos en la zona y los militares han construido barracones al lado de la comunidad indígena de Uiramutã.

Es importante visionar el reportaje a plena pantalla.

Dos indígenas de Raposa-Serra do Sol, Jacir José de Sousa y Pierlangela Nascimento da Cunha, hablan con Survival de sus tierras y sus vidas.

6 comentarios:

  1. Lamentablemente estas minorías indígenas solo las defienden con la boca pequeña, ojala triunfen pero no lo creo, estan en las miras de los codiciosos.

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  2. Querido amigo, leo con avidez tus textos sobre culturas desconocidas para mí. Oír hablar a sus protagonistas con ese amor por la defensa de su tierra, reconforta. Que ninguna cultura es mejor que otra y que ningún pueblo vive mejor que otro, es conclusión propia de una limpieza de alma que para sí la quisieran algunos filósofos.
    Aquí haces referencia a Lula, una de esas personalidades que aparecen raramente para devolvernos la confianza en el hombre.

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  3. Siempre con ellos, maestro Campillo. No obstante ... que lejos y que poco importantes se hacen los problemas que ellos puedan tener en tan larga distancia. La distancia, que cruel es ¿Verdad? Qué crueles somos ¿Verdad? ¿O es solo la distancia?

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  4. Mis mejores deseos de que consigan sus propósitos.

    El mundo es injusto.

    Un abrazo grande.

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  5. Claro que ninguna cultura es más que otra, pero para vergüenza nuestra debemos reconocer que en la práctica utilizamos diferentes varas de medir. Para reflexionar.
    Un abrazo Antonio y feliz fin de semana.

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  6. Antonio, te has convertido en el defensor de los pueblos "a extinguir", te felicito por ello, es tu pequeño aporte a la causa de todas estas gentes sencillas que quieren vivir en paz, aunque hay muchos peros a sus reivindicaciones, no deja de ser una lucha por la supervivencia por lo que todos los pueblos pasan, han pasado o les falta por pasar
    Un abrazo tocayo

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