REALIDAD Y PREDICCIÓN: DECOHERENCIA
Antonio
Campillo Ruiz
Fisiológicamente
la biología de nuestro cerebro influye en la toma de decisiones, así como el
entorno, cultural o sociológico y por ello, alcanzamos realizaciones que poseen
relevancia necesaria en lo cotidiano, en aspectos que nos afectan
decisivamente, en nuestras vidas. Sería curioso plantearnos dos preguntas que,
cuanto menos, nos han supuesto un gran trabajo responderlas o nos han
sorprendido nuestras propias respuestas: ¿Lo realizado en las etapas temporales
de nuestra existencia está ya decidido y cualquiera lo ha podido leer en el
libro de lo establecido desde el principio de los tiempos? ¿Existe el libre
albedrío? ¿A qué denominamos destino? Bien, dirijamos nuestra atención a la
base fundamental de la realidad y hagamos una posible correlación
realidad/emotividad.
Diferentes
e innumerables procesos físicos y químicos poseen “normas de comportamiento”
que llamamos propiedades, constantes e incluso rutinarias. Por ejemplo, el
recorrido del Sol en el espacio cercano se comporta siguiendo un patrón
“rutinario” que presagiamos como preestablecido. Las “normas” de nuestro
Universo, en su conjunto, parecen obedecer a sucesos, denominados patrones,
basados en hechos que pueden ser constatables previamente, por tanto, su
comportamiento obedece a lo que hemos denominado “lo establecido”. Podríamos
decir que hechos diferentes producidos en tiempos diferentes, aparentemente se
producen de igual forma. Pareciese que unas “instrucciones”, que cumple el
Universo, las hemos transformado en reglas básicas sobre las que basamos el
comportamiento predecible.
Asignemos
el nombre de “sistema” a nuestro propio cuerpo, formado a su vez por
innumerables “componentes” que poseen un comportamiento que afecta al sistema
completo. Podemos determinar, como generalidad, que el estado del sistema determinado
como tal, es conocido en un momento ya que podemos predecir con exactitud el
resultado que tendrán en él sus diferentes componentes en un instante dado. Estos
procesos, supuestamente preestablecidos,
se calculan mediante ecuaciones matemáticas que pueden determinar la evolución
temporal del sistema completo.
En
Física, estos hechos son definidos como Leyes Clásicas que pueden afectar a
cualquier elemento de un sistema y se establece que todos ellos poseen una
trayectoria existencial y se desarrollan en ella siguiendo unos procesos que
previamente se han establecido como básicos, lo que implica poder predecir
comportamientos futuros. Estos procesos no se refieren sólo a resultados
materiales de los componentes de cualquier sistema que se encuentre en nuestro
Universo, afecta directamente a la vida del objeto sobre el que se realizan
cambios de su pasado y la predicción de su futuro. La Física “garantiza” que si
en un instante detienes el flujo de hechos de un cuerpo, este se encontrará en
un espacio y ha empleado un tiempo idéntico al empleado en otras ocasiones para
el mismo proceso. Determinar el siguiente hecho que va a tener lugar depende
exclusivamente de los cálculos basados en hechos, aparentemente repetitivos con
anterioridad. A la Física Clásica podríamos denominarla “el destino físico
carente de libre albedrío”.
Sin
embargo, en Física Clásica, para predecir debemos conocer las variables que
intervienen en los procesos. ¿Podríamos, pues, tener en cuenta los miles, e
incluso miles de millones de posibilidades de que una causa poseyese un efecto
que no está predeterminado ni por fórmulas matemáticas ni por leyes físicas
basadas en ellas? ¿Todas? Sí, todas. Consideremos, por ejemplo, las variables
que tendríamos que tener en cuenta para predecir exactamente la trayectoria de
una pelota cuando repite un recorrido que ya ha realizado: peso, velocidad
inicial, velocidad del aire, momento de giro, impulso, etc., etc. Esa inmensa
cantidad de posibles variables hacen imposible, por simple que sea el fenómeno,
que podamos determinarlas en su totalidad. Ellas son las que motivarán las supuestas
predicciones porque, en la práctica, la reiteración de un proceso idéntico sólo
puede estar ligado a los sistemas caóticos en los que un infinitesimal cambio
determina una ampliación que desvirtúa, inmensa e impredeciblemente, los
resultados.

Los
cimientos del Universo se basan en la probabilidad y las Leyes Clásicas son una
excepción en las Leyes Cuánticas. Ambas deben “encajar”. Y este, este es el
punto en el que nos encontramos en el momento actual. Se planteó ya en la “Teoría del Todo” y los trabajos
científicos que se están realizando. Se puede estudiar la “decoherencia”, el privilegio
de un camino probable frente a otro en las partículas de las que todos estamos
formados. Es una explicación para compatibilizar ambas Leyes pero con la
certeza de poder equivocarse “probablemente”. Podríamos decir que en el mundo
de los objetos inmensos, el concepto de destino existe porque las normas se
cumplen y en el mundo de las partículas que conforman cualquier sistema y, de
entre ellos, nuestro propio cuerpo, la decoherencia es la norma. Así, nuestro
cerebro, del que parece surgir este interés por la predicción del futuro
mediante reglas, puede ser decoherente, es decir, un sistema caótico en el que
se amplía el azar en función del comportamiento de las partículas inmensamente
pequeñas. Podríamos determinar que desde el punto de vista físico, clásico o
cuántico, el libre albedrío, el azar
caótico personal, posee una existencia real pero no definida ni predecible.
Antonio Campillo Ruiz
Siempre aprendiendo contigo, Antonio. La física no es lo mío, ya lo sabes, pero de lo que puedo empaparme te doy las gracias, aunque no pueda evitar verlo desde un punto de vista filosófico, también.
ResponderEliminarEn cualquier caso, excusa perfecta `para venir a saludarte y mandarte mi cariño.
Un fuerte abrazo.
He tenido que leerte tres veces, amigo Antonio. Confieso que, después de leer tu bella y cruel descripción de lo que es, que yo soy creyente de el azar caótico personal y practicante de el libre albedrío ... ahora que puedo permitírmilo.
ResponderEliminarUn abrazo amigo y no dejes de escribir nunca.
Ah, se me olvidaba, como siempre, he tenido que "mangarte" el post, su esencia, para los viejitos de mi edad del Ateneo: http://etarrago.tumblr.com/post/173035182613/la-larga-b%C3%BAsqueda
ResponderEliminarHola Antonio, a medida que iba leyendo este interesante post me preguntaba que debería haber un resumen mas sencillo de entender, y efectivamente, el vídeo es lo que se entiende mucho mejor.
ResponderEliminarBona nit
¡Uff! Antonio.
ResponderEliminarCuántas veces habré pensado si todo está ya predestinado a suceder como sucede.
Si la idea del libre albedrío es sólo una entelequia y nuestras vidas tienen de antemano un camino tan previsible como la salida y puesta del sol. O como las burbujas que, seguro, se formarán en el cazo de agua puesto sobre fuego.
Dicho así, sobran las Humanidades, sobra la poesía, Y ya no digamos, la Filosofía, válida solo para hacer y contestarse preguntas a sí mismo, como descubrió el tal Tales..
Visto así, no sé por qué nos complicamos la vida con lo sencilla que es.
Como debió decir Buda, -Pa qué preocuparse por lo que no se puede enmendar…