miércoles, 6 de enero de 2010

QUERIDA MADO.


HA MUERTO MADO. 
HA MUERTO UNA CHICA BUENA.

  Ha muerto Mado. El dolor de mi hija es inenarrable e inconsolable, el mío inmenso, el de mi familia impresionante.




  Acabo de enterarme de su muerte. María Dolores ha sido la mejor, y yo diría que única amiga de mi hija Laura. Tenía la misma edad. Fue la primera niña que Laura conoció en el colegio su primer día. Desde entonces han sido inseparables, excepto por las circunstancias de la vida de cada una.

  Hace una semana, María Dolores estuvo sentada frente a Marisa y junto a mí, desgranando su vivaracha y alegre actividad cuando hablaba con nosotros. Esperó un ratito, demasiado corto, a Laura para ir a cenar juntas. Acababa de llegar de Rotterdam, donde ha estado viviendo desde que se caso con Joaquín, un chico tan bueno como ella. Formaban una pareja tan feliz como envidiable.




  María Dolores ha sido la chica más buena, agradable, simpática, inteligente, animosa, vivaracha, generosa y trabajadora que he conocido. Es la opinión más acertada que se puede tener de ella.

  Hoy, tan temprano, tan injustamente, ya no puede reír con la inocencia y fuerza con que lo hacía. Y lo más injusto es que no podrá enseñar a su hijo, de solo dos meses de gestación, a vivir con la misma alegría y pasión por la vida con la que ella vivió. Han muerto dos personas en una y esto no es justo, no es comprensible, no es digno de esta esquizofrenia que llamamos vida. Es un horror.

  Querida María Dolores, querida niña buena, creo que tu muerte ha sido tan viva para que tu espíritu permanezca en el Cosmos repartiendo sus infinitas partículas entre todos los seres para que, al respirar, al amar, al vivir… se introduzca en ellos tu pasión por la vida, tu generosidad, tu limpieza de corazón.

  María Dolores, querida Mado, me cambiaría por ti. No puedo, pero te voy a sentir todos los días cuando vea el sol, cuando mire un árbol, cuando note el viento y la lluvia, cuando huela una flor…, cuando viva… y te lo voy a contar en silencio toda mi vida.     




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