domingo, 19 de diciembre de 2010

CONTROL SEXUAL

CAPERUCITA ¿ROJA?

María Luisa Arnaiz Sánchez

Lady Orlando

   “Érase una vez una chiquilla de pueblo, la más bonita que se pueda imaginar; su madre estaba loca con ella y su abuela, más loca todavía. Esta buena mujer le mandó hacer una caperuza de color rojo y le sentaba tan bien que todos conocían a aquella niña por el nombre de Caperucita Roja.
   Un día su madre, que acababa de sacar del horno unas tortas, le dijo: Vete a ver cómo se encuentra la abuela, que me han dicho que está algo mala; llévale una torta y esta orza de manteca.
   Caperucita Roja se puso inmediatamente en camino para ir a visitar a su abuela, que vivía en otro pueblo. Al pasar por un bosque, se encontró con el compadre lobo, al cual le entraron muchas ganas de comérsela; pero no se atrevió, porque había algunos leñadores por allí cerca. Le preguntó dónde iba y la infeliz niña, que no sabía lo peligroso que es pararse a hablar con un lobo, le dijo: 

Mireia Coll

   - Voy a ver a mi abuela para llevarle una torta y una orza de manteca, de parte de mi madre.
   - ¿Vive muy lejos tu abuela? - preguntó el lobo.
   - Oh, sí – dijo Caperucita Roja – pasado el molino que véis allá en la primera casa del pueblo.
   - Pues bueno – dijo el lobo -, yo también la quiero ir a ver; yo tiro por este  camino y tú por aquel, a ver quién llega antes.
   El lobo echó a correr con todas sus fuerzas por el camino más corto, y la niña se internó por el más largo, entreteniéndose, además, en coger avellanas, en perseguir mariposas y en hacer ramilletes con las flores silvestres que iba encontrando.
   El lobo tardó poco en llegar a la casa de la abuela; llamó a la puerta: toc, toc.
-        ¿Quién es?
-        Soy tu nieta, Caperucita Roja - dijo el lobo fingiendo la voz -, que vengo a traerte una torta y una orza de manteca de parte de mi madre.
   La pobre abuela, que estaba en cama porque no se encontraba bien, le gritó:
-        Descorre el cerrojo…

 Gustave Doré. Joco

   El lobo descorrió el cerrojo y la puerta se abrió. Se abalanzó sobre la desventurada mujer y la devoró en un abrir y cerrar de ojos, porque hacía tres días que no comía nada. Luego cerró la puerta y fue a acostarse en la cama de la abuela, a esperar que llegara Caperucita Roja. Poco después llegó, efectivamente, y llamó a la puerta: toc, toc.
-        ¿Quién es?
   Caperucita Roja, al oír la oscura voz del lobo, tuvo al principio un poco de miedo, pero luego, acordándose de que su abuela estaba acatarrada, respondió:
   - Soy yo, tu nieta, Caperucita Roja, que vengo a traerte una torta y una orza de manteca de parte de mi madre.
- Descorre el cerrojo...

Fabián Negrín

   Caperucita Roja descorrió el cerrojo y la puerta se abrió. El lobo, al verla entrar, le dijo, escondiendo el morro debajo del embozo de la sábana:
-        Pon la torta y la orza de manteca encima de la artesa, y ven aquí a acostarte conmigo.
   Caperucita Roja se desnudó y metió en la cama. Una vez dentro, al darse cuenta de las hechuras tan raras que tenía su abuela desnuda, se quedó bastante sorprendida.
-        Abuela, qué brazos tan grandes tienes  - le dijo.
-        Son para abrazarte mejor, hija mía.
-        Abuela, qué piernas tan grandes tienes.
-        Para correr mejor, hija mía.
-        Abuela, qué orejas tan grandes tienes.
-        Para oír mejor, hija mía.
-        Abuela, qué ojos más grandes tienes.
-        Para ver mejor, hija mía.
-        Abuela, qué dientes tan grandes tienes.
-        Para comerte mejor.
   Y diciendo estas palabras, el lobo se abalanzó sobre Caperucita Roja y la devoró.”

Ilustración para generar el efecto moebius

MORALEJA

      Aquí vemos cómo los jóvenes, / y sobre todo las jóvenes / de buen talle y amables, / hacen mal prestando oídos a cualquier clase de gente, / y que no tiene nada de raro, / si a tantas el lobo come. / Digo el lobo, porque no todos los lobos / son de la misma clase: / los hay de paciente humor, / sin escándalo, sin hiel y sin cólera, / que amaestrados, complacientes y dulces, / siguen a las señoritas / hasta sus casas y por las callejas; / Pero ¡ay!, ¿quién no sabe que estos lobos dulzones / son los más peligrosos de todos los lobos?

   En “Bruno Bettelheim presenta Los cuentos de Perrault”, editorial Crítica, 1987. Traducción al castellano de Carmen Martín Gaite.   Con el nombre de “Historias o cuentos del tiempo pasado” Charles Perrault fue publicando a partir de 1697 cuentos como: Caperucita Roja, La bella durmiente del bosque, El gato con botas, Barba Azul, La Cenicienta, Pulgarcito, etc.

Marta Anna Jollant

   Ignoro si esta es la versión que los lectores habrán conocido; a mí me la contaron con otro final menos inquietante, pues Caperucita y su abuela eran rescatadas de la barriga del lobo porque un cazador, que había acertado a pasar por el lugar en el momento del trance, lo mató. Nunca oí que el cuento tuviera moraleja fuera de la propia consecuencia que se seguía de él: había que obedecer y no hacer caso a desconocidos. ¿Qué hace Perrault? Elabora un significado y el cuento pierde su valor porque cada cuento es interpretado por los niños conforme a su edad y a su experiencia.

Violeta Lopiz

   El cuento habla de lo que aflora en la pubertad: las tendencias asociales y los deseos sexuales. El lobo es una metáfora y solo hay que llegar a cuando Caperucita se desviste, se mete en la cama con su desnuda abuela-lobo y esta le dice que los grandes brazos son para abrazarla mejor. En ese instante, aun inconscientemente, se intuye un peligro. Del contexto se deduce que Caperucita es tonta o quiere ser seducida, pero el autor francés deja clarísimo el propósito de la historia: si se infringe el orden establecido, el sistema engulle al transgresor. 

 Fabienne Cinquin

   ¿Por qué el lobo no se come a Caperucita en cuanto la ve?, ¿por acostarse antes con ella?, ¿por los testigos del entorno?; ¿por qué no huye Caperucita?  Doré en su conocido dibujo da la impresión de que intuyó, y acertó, con el conflicto que atenazaba a los personajes porque, así como el lobo parece sereno, complaciente, Caperucita transmite tensión e intriga. Se trata de la fascinación del sexo en la mente infantil, transparente tanto en el nombre de la niña como en su atuendo, pues el color rojo simboliza la violencia emocional y la capucha, en opinión de ciertos psicoanalistas, el clítoris.

Caperucita Roja, Gustave Doré

 Sacerdotisa huaxteca con tocado en forma de vulva. Méjico

   En la adolescencia el descubrimiento de la sexualidad se presenta como la excitación más imperativa del ser y, ante la disyuntiva de vivir de acuerdo con el principio del placer o el de la realidad, la decisión se torna difícil. Así pues, el mensaje implícito del cuento, que sigue cautivando con todas su adherencias, es que las normas sociales tienen sentido y no se deben vulnerar. Como es sabido, ciento quince años después de que Perrault ideara a sus criaturas, los Grimm ampliaron el relato con modificaciones que alteraban el esquema original. Su intención, la época y el país, eran otros. Ahora el seductor recibía un castigo.

Gabriel Machado

   Los cambios introducidos por los Grimm entrañaban un giro en la historia (si el héroe muere, se evidencia un fracaso), en consecuencia un cazador mató al lobo y recobró a las víctimas. De este modo, el “renacimiento” transmite la idea de que, pese a los obstáculos, se puede lograr una existencia mejor (psicológicamente los problemas hay que afrontarlos). ¿Cómo planificaron su relato los Grimm para llegar a este significado? Caperucita regañó al lobo: “¿aquí estás, viejo verde?, con el tiempo que llevaba buscándote”, la manteca se convirtió en vino… ¿Qué intenta controlar el cuento?

Caperucita Roja, Carl Offterdinger


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