viernes, 8 de julio de 2011

POESÍA HISPANOÁRABE I

PETICIÓN

María Luisa Arnaiz Sánchez

Joaquim Sunyer

   El preceptista árabe Ibn Rasiq, muerto en 1070, escribió: “Entre los árabes es costumbre que sea el poeta el que galantee y se finja muerto de amor, mientras que entre los no árabes la costumbre es que hagan a la mujer solicitar y desear con sus declaraciones (a su amante), diferencia que constituye un indicio de la noble condición de los árabes y del celo con que guardan a sus mujeres”. Si bien es cierto que la mayor parte de las moaxajas están dedicadas a efebos y que gran parte de la poesía árabe medieval es homoerótica, hubo voces femeninas requiriendo a los amantes en las jarchas. En ellas, siguiendo la misma temática que en la poesía griega arcaica, la mujer expresa su deseo carnal y amoroso. Probablemente los cantos relacionados con la primavera y el amor, dedicados a Inanna-Ishtar-Astarté-Afrodita-Venus, fueron el origen de esta corriente que perduró durante toda la Edad Media y de la que se tienen vestigios en los “Carmina burana” del XII:  “doncellas juegan bellamente sobre las hierbas con cantos nuevos que resuenan con hermosa voz”, y en poetas hispanoárabes como Ibn al-Labbana también del XII: “Si aún tuviese el vigor de mis años mozos, no dejaría pasar el día de Nayruz (equinoccio de primavera) sin beber al amanecer…en él juegan todas las muchachas…”. La Iglesia católica los vituperó en todo momento, “¡Cuántos rústicos y rústicas mujeres cantan de viva voz las canciones diabólicas, eróticas y obscenas!” dice san Cesáreo de Arlés, y, al no poder eliminarlos, instituyó en su lugar en el siglo XII el culto a la Virgen, del que ya hablé, con el fin de reprimir el eros.

   Hoy comienzo a reproducir algunos poemas hispanoárabes que han sido de mi agrado:


Si os vais, oh señor,
antes quiero besaros la boca roja,
bermeja como cúrcuma.

Si me quieres como bueno,
bésame este collar de perlas,
boquita de cereza.

Si de noche vienes,
cuando te he citado,
te daré los bucles y las trenzas de mi pelo.

Dulce morenito,
¡qué suerte la del amante
que duerma contigo!

¡Merced, oh mi amigo,
abandonada no me dejes!
Bien besa mi boquita.
¡Yo sé que no te irás!

¿Por qué, amigo mío,
has dejado de visitarme
con tus ojos hechiceros!

Encanto, encanto, entrad aquí
cuando el marido sea herido.

¡Dulce saliva!
¡Déjame, por el profeta!,
¡déjame besarle!

Ahmad, amado mío,
¡por el profeta!,
vendrás, ven a mí, ¡por Dios!,
                                         ven amigo, ven.

4 comentarios:

  1. Gracias Antonio por compartir este poema hispanoárabe, me ha gustado mucho tanto la entrada como el poema, y a la vez me ha inspirado.

    Cubrir de besos
    las bocas sedientas
    llenándolas de perlas
    besar sus ojos
    envolviendo las miradas
    cálidas de luz y de vida.

    Besos.

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  2. La inspiración ha sido excelente. Tu poema es magnífico.

    En cualquier caso, se lo debes agradecer a María Luisa ya que ha sido ella la que ha seleccionado este texto hispanoárabe.

    Gracias por tus palabras, Carla.

    Un fuerte abrazo.

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  3. ¡Precioso! Leyendo tu entrada y los poemas dan ganas enormes de rejuvenecer y cantar esas jarchas con la propia boca. ¿Hay algo más hermoso que reclamar amor o declararlo? Ay, cuando encuentre mi libro con los poemas de Ibn Jafacha de Alcira, te pondré alguno.
    Abrazos.

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  4. Para iniciar la etapa estival he elegido solo a mujeres andalusíes versificadoras, pero bienvenido el poeta del que me hablas pues no lo conozco.
    Besos.

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