domingo, 17 de diciembre de 2017

LA LARGA BÚSQUEDA

UN SENTIMIENTO COMPLEJO

Antonio Campillo Ruiz


   No, no se trata de la sensación que conlleva alguna de las acepciones que de ella derivan cuando se trata de explicar su suavidad, delicadeza, etc. Aparentemente, podríamos decir que la confluencia de sensaciones es la causante de un estado que, para muchos, resultaría, cuanto menos, extraño o quizás sorprendente. Es posible que sentir al mirar una obra bella no sea ni similar ni semejante a sentir cuando se mira un ser vivo a otro, pertenezca al reino que pertenezca. Y, ¿qué se siente? Difícil pregunta. Como siempre, las preguntas aparentemente más fáciles son las más complejas de explicar. Creo que falta en el diccionario una terminología específica que, a veces se suple con barbarismos, más expresivos por la amplitud de significados y que denotan aspectos de complejidad comunicativa sorprendentes.


   No deja de ser curioso el empecinamiento de la mente al ordenar percibir aquellas sensaciones extracorpóreas de extrema sensibilidad. Sí, es posible captar en todo el cuerpo pero especialmente en el pequeño escalofrío que existe al acariciar con la mirada, con la punta de los dedos, con la delicada e irreconocible percepción que produce, sutilmente, querer y decidir observarse y descubrir las causas, si es posible, del escalofrío antedicho. Al principio, no resulta fácil ser observador observado. En ocasiones, incluso la sensación no tiene efecto sino cuando se percibe que la posesión y lo sentido se entremezclan, sin ser poseedor de nada pero sí gran perceptor de emociones insospechadas. En ese instante todo se paraliza y comienza una observación atenta y minuciosa que, aparentemente, siempre se ha creído inexistente.


   La tarea de esclarecimiento de estas sensaciones es meticulosa y el análisis de las causas complejo. Con paciencia y siguiendo las enseñanzas de maestros que por el mundo han sido, comparamos los efectos de las sensaciones interiores con el escape de un constante fluir por los lugares más sensibles para que se produzca y se facilite el efecto: las zonas fisiológicamente propicias para el escape de las sensaciones físicas pertenecen a determinadas partes de la piel reiteradamente mencionadas o localizadas por expertos que, posiblemente, jamás han experimentado aquello que tratan de potenciar. Al utilizar el tacto para producir el efecto mencionado, pareciese que tocamos sin llegar al contacto, sentimos un pequeño calambre como si millones de partículas partiesen para un destino definido pero intangible. No se podría establecer si el fenómeno pertenece al pasado, a un recuerdo que se manifesta como preterible, vivido o no. Tampoco es posible establecer relación con el presente debido a que tal sutileza sería fácil de ser determinada por su proximidad espaciotemporal. No es posible que se trate de un hecho que se presenta en el futuro porque estaríamos maquinando un sueño inespecífico. Posiblemente, la causa de esta hiperpercepción tenga su origen en el pasado, se manifieste en el presente y deba continuar en el futuro.


   Posiblemente, ahí se encuentre la causa de la sensación sentida, en la continuidad temporal de captación de efectos previamente elevados a la categoría de inolvidables, debido a su gran estabilidad, su ansiedad por ser repetitivos y la potencia dispuesta para que la sensación se represente desde el pensamiento, que genera la distribución corporal de transformaciones hasta la zona de escape de la energía manifestada. Y esa energía es la que produce las sensaciones tan potentemente percibidas que anulan cualesquiera otras con capacidad para producir interferencias desafortunadas.


   Terminada la labor de observación, valorar los resultados obtenidos se presenta como un intrincado rompecabezas. En primer lugar se hace imprescindible en qué momento se realiza la valoración, cuándo se perciben las sensaciones placenteras o cuándo han desaparecido pero se recuerdan momentos desconocidos. Y este, este es el problema, son momentos desconocidos y por tanto sin antecedentes de valoraciones personales o ajenas. Valoraciones que se deben cuantificar porque los estudios cualitativos, en general, presentan aspectos subjetivos que cuasi siempre se trata de que figuren como objetivos y cuantificables sin serlo, por ello, por norma, se tratan de desvirtuar por considerarlos de menor calidad que los aspectos que se estudian como datos estadísticos numéricos. A pesar de ello, la comprensión de estos resultados debe realizarse teniendo en cuenta que los datos obtenidos son emotivos, algo que es contradictorio con la frialdad que puede aportar una estimación matemática.


   Y pensando en este proceso, que es tan preocupante como el hecho en sí de haberse presentado este cúmulo de sensaciones extrañas, pasan una tras otra y cambian. Cambian para mayor infortunio y desequilibrio que provoca una nula atención hacia el análisis de posibles resultados y no así la búsqueda de la reiteración de los procesos placenteros, diferentes y que suponen una ruptura con la monotonía y la pesadumbre de quienes, paseando cerca, mirando sin percibir o escuchando sin entender, se manifiestan como anormalmente normales y no como seres con vivencias que conducen hacia un infinito utópico pero sentido. El resultado de todo este posible estudio posee un nombre que, en muchas ocasiones es incomprendido. Este nombre es ternura.

Antonio Campillo Ruiz

    
Es aconsejable visionar el vídeo a plena pantalla.


4 comentarios:

  1. Pues así, los sentimientos son muy complejos y tu análisis muy complejo también. En realidad creo entender que estás refiriéndote a la Inteligencia Emocional. Una corriente moderna que la considera como el conocimiento de nuestras propias emociones y sentimientos y cómo pueden influir en el autocontrol personal para permitirnos reflexionar y dominar nuestros sentimientos y no dejarnos llevar por ellos. La verdad es que me interesa bastante este tema. Hasta qué punto la Inteligencia Emocional puede influir en nuestras decisiones y "dominar" a la Inteligencia Racional? Y hay test para medirla? y se puede educar?
    Lo que no entiendo, la verdad, es que todas tus reflexiones las resumas en la palabra TERNURA. Yo creo que ésta es otra cosa.
    El vídeo es realmente hipnótico. Crea una sensación de bienestar increíble después de tan complejas disquisiciones. Gracias.

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    1. Bien, Tía Conchi, en “La larga búsqueda” trato de que lo tratado en esta sección no se sujete a corrientes o teorías más o menos asumidas por unos y despreciadas por otros. Consciente de que esto es cuasi imposible, dejo vahar la mente por el título de la etiqueta y la dejo que bucee, busque y encuentre o no por sí sola aquello que es bastante complejo de desentrañar: la relación emoción/razonamiento. No, no es fácil que se puedan comprender con facilidad los, llamémosle “intereses” que suscita esta preocupación vital. A pesar de ello, el lector puede echar mano de movimientos o teorías que siempre son importantes para desentrañar el problema que, sinceramente creo, nos atenaza y nos agobia en muchas ocasiones. Un gran abrazo, mi querida amiga.

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  2. Hablas del imperceptible, gigantesco mundo de la sensibilidad. Inexistente en unos, desbordante para quienes tengan el don de captarla. Síndrome de Stendhal tan oculto en lo más profundo del interior del individuo que nadie sospechará su existencia.
    Hoy, para hablar de la dulce ternura o los sentimientos se precisa coraje. Ambos son términos que la intelligentzia repudia y su maquinaria cultural raramente los utiliza a no ser que se refieran a sus propias percepciones. En caso de tratar emociones ajenas, para los tiempos caníbales que vivimos la voz políticamente correcta sería otra que, de paso, rebaje su valor; ¿Cursi?

    Para el próximo 2018 van mis deseos de felicidad, amigo Antonio.

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    1. ¡Touché!, como probablemente diría algún vecino nuestro. Es posible que tu apreciación sea cierta y entonces pasamos a aspectos que se mezclan en costumbres, educación, entorno… Quizás, Anamaría, pretendo que esta preocupación que trato, sólo trato, de desentrañar en mí mismo y en todos aquellos lectores que se sientan identificados con el título de la etiqueta, aspectos personales que se separen de los “condicionantes” referidos a consideraciones que se encuentran lejos de nuestro interior. Sí, puede ser “cursi” cuando lo tratado se mira con el prisma de la sociedad. No, este no es el caso. Un gran abrazo, querida amiga.

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