miércoles, 5 de junio de 2019

PERDURABILIDAD

LA LARGA BÚSQUEDA XVIII


Antonio Campillo Ruiz

Si no esperas lo inesperado
no lo reconocerás cuando llegue.

Heráclito de Ëfeso

 Gyuri Lohmuller

   El instante, esa porción mínima que determina una medida que no por ser repetida una y otra vez, conocemos su duración. Se le nombra con frecuencia y se aplica en muchos tipos de textos y con demasiada frecuencia, en el adoctrinamiento de un factor imperativo: el tiempo, difícilmente ponderable, de nuestra vida sobre el mundo que nos acoge. ¿Todos conocemos la sensación de tiempo y no solo su medida? Parece ser que sí. El conocimiento del tiempo, una unidad fundamental, unidimensional y unidireccional, es, ampliamente, conocida por quienes menos la han estudiado: hombres y mujeres que poseen una vida sin grandes problemas, con problemas, acompañados, solos, periodistas, contertulios, famosos e incluso personas que lo publicitan.  Es muy loable que se posea tal nivel de conocimientos y de introspección personal. Sin embargo, cuando cae la venda de unos ojos que no quieren ver, la desilusión se traduce en una especial congoja. El tiempo es un desconocido en todas sus posibles manifestaciones, si las posee.

Gyuri Lohmuller

   Los constantes y reiterativos aspectos que recogen la instantaneidad en los medios de comunicación no deben ser baladíes: CUI PRODEST. Hace pocos años, no tener preparado el futuro suponía una terrible dejadez que acarrearía consecuencias indeseables. El futuro era tan importante que trabajar o tender hacia él era requerido por una sociedad atenazada por el miedo a un presente cuasi inexistente y a un pasado de terror. Sin embargo, en la etapa actual, se borra o tergiversa el pasado obligando a doctos estudiosos a cambiar constantemente las opiniones que se poseen de él y se niega el futuro como etapa que no posee utilidad puesto que puede ser tan cambiante como indeterminado. Sólo queda la loa a un presente que se reduce cada vez más a lo que en realidad es, el instante. Podríamos decir que se trata de poseer una velocidad que se ha aprendido, precisamente, de quien ha inducido el pensamiento instantáneo: las máquinas tecnológicamente avanzadas. Ante estos hechos es importante detenerse y repasar el proceso de la velocidad.
¿La velocidad? Sí, cuanto más veloz se camine más instantes podremos llegar a tener en un tiempo llamado presente y que posee una duración tan pequeña que si lo perdemos, cometemos la torpeza de no saber vivir. Cuanto más rápidos son los mecanismos que nos enseñan, más valorados, cuanto más útiles más desconsideración a lo denominado banal. Hay que correr, hay que lanzarse, sin red, a un vacío que proporciona pocos momentos serenos pero sí muchos otros obtusamente adictivos, instantáneos e impredecibles. ¿Impredecibles? Un momento. Impredecible era el futuro, no el instante presente… “Bueno, sí, pero…” Pero ¿qué? ¡Ay, yayay…!  Sí, efectivamente, a un instante denominado presente le sigue otro que es futuro pero se convierte en presente, uno tras otro, sin descanso, sin principio ni fin. Un perfecto atropello de la incultura de lo fútil, de lo que despreciamos como inútil porque no ha llegado, un accidente hacia uno mismo por caer en la nada de lo mecánico, de la velocidad que no sabemos alcanzar y de un presente que debe ser más sereno y debe medirse en escalas más amplias, menos perturbadoras y más comprensibles, más humanas. 

Gyuri Lohmuller

   Claro que, ser un humano supone estar reglado, seguir unas normas que se activan en función de las necesidades que en cada instante, quienes esconden el pasado, ordenan el presente y proyectan el futuro, obligan a vivir sin que los instantes dejen poso para formar otro futuro que no sea el previamente regulado por ellos. Así, podríamos preguntarnos, ¿Se aprende sólo de momentos? ¿Lo instantáneo deja poso? Podríamos deducir que sí. Cualquier tiempo, por minúsculo que sea, genera una experiencia, que ya es pasado pero útil, muy útil para quien la ha vivido. Nos falta saber cuánto tiempo es un momento y un instante, con respecto a medidas inteligibles. Al considerar la perdurabilidad debemos considerar si la relación velocidad/instante es mayor o menor que cero porque, en el primer caso estaríamos ante el hecho de mayor valoración de la velocidad con respecto al tiempo y en el segundo, lo contrario. Además, la efectividad de la duración se debe tener en cuenta puesto que, a mayor duración la relación a la que se alude anteriormente sería, a su vez, menor de cero. Tendería a ser menor la velocidad que la perdurabilidad.

 Gyuri Lohmuller

   Así, cuando el tiempo se mide por medio de sensaciones y se establece como presente no un instante sino una sensación, la dependencia de la bondad o maldad de ésta es decidida y resuelta por quien la siente, sin dependencias regladas ni velocidad añadida. Es posible, solo posible, que ante este hecho, la insistencia en el adoctrinamiento de la necesidad de no medir tiempo alguno, de no poseer continuidad en hechos pasados o predicciones futuras, proviene de quien establece normas y dicta reglas de obligado cumplimiento. Por ello, el instante está provocando que posibles predicciones futuras e incluso, investigaciones a largo plazo, se minimicen ante el factor velocidad, que se traduce en un mundo incesantemente cambiante, sin rumbo, historia ni futuro.

Antonio Campillo Ruiz

 Gyuri Lohmuller

3 comentarios:

  1. Veo que te vas animando a escribir querido amigo. Bravo.

    ResponderEliminar
  2. Profunda reflexión sobre un tema de por sí profundo. El tiempo , su medida, su relatividad. Por qué a veces pasa tan lento, a veces fugaz? Y el tiempo que perdemos, como los amores del poeta, sabes dónde va?
    Bueno, yo no llego a tu altura de reflexión y dejo un pensamiento leve y ligero como el tiempo.
    "La vida no se mide por los momentos en que respiramos, sino por esos instantes que nos dejan sin respiración"
    Te deseo muchos de esos momentos.

    ResponderEliminar
  3. Enrique, yo también me alegro de que tú hayas vuelto. Cómo estás?

    ResponderEliminar