viernes, 6 de mayo de 2011

DE LA MANO DE LA LUNA

POESÍA ARABIGOANDALUSÍ

María Luisa Arnaiz Sánchez

Odalisque, Rodolfo Amoedo

   Al-Ándalus desarrolló la poesía vertida en poemas sin número de versos fijos y monorrimos, las casidas. Al principio fue cultivada solo por emires y dignatarios que enloquecieron cuando las cantoras esclavas venidas de Bagdad entonaron los poemas tañendo el laúd. Cuenta Al Arqami que fue a escuchar a una y, al oírla, se puso una colcha en la cabeza mientras que Abu-l-Saib hizo otro tanto con una cesta de botellas de aceite. Él chillaba “como se pregonan las judías en la ciudad”, su amigo rompió los envases y el amo de la esclava gritaba “¡mis botenas!” (botellas). Abderramán I, que en 785 inició la mezquita de Córdoba, compró a la cantora y a partir de entonces el entusiasmo por la poesía se hizo popular. 

Odalisca, Ignace Spiridon

   1. Ben Hazm. Nació en Córdoba en 994 y su obra “El collar de la paloma” se considera la composición más bella sobre el amor de la literatura árabe. El título es un motivo poético de la doctrina sufí: el alma, paloma caída, es responsable de sus actos pero pertenece a un ser divino, collar, -contradicción entre libertad y predestinación- y se fundamenta en otra antítesis: entendimiento frente a lujuria. El que Asín creía el más cristiano de los musulmanes confiesa “nació en mí una intensa desconfianza contra las mujeres y la mala opinión que les tengo se ha hecho congénita en mi alma”. A continuación sigue un pasaje del libro mencionado y una breve antología.

Odalisca sobre el diván, Delacroix, 1827-28

   “Por ti tengo celos de que te alcance mi mirada y temo que hasta el tacto de mi mano te disuelva.
Por guardarme de esto, evito encontrarte y me propongo unirme contigo mientras duermo.
Así, mi espíritu, si sueño, está contigo, separado de los miembros corporales, escondido y oculto, pues para unirme contigo, la unión de las almas es mejor mil veces que la unión de los cuerpos.

Odalisque, Francois Edouard Picot, 1829

Me quedé con ella a solas, sin más tercero que el vino,
mientras el ala de la tiniebla nocturna se abría suavemente.
Era una muchacha sin cuya vecindad perdería la vida.
¡Ay de ti! ¿Es que es pecado este anhelo de vivir?
Yo, ella, la copa, el vino blanco y la oscuridad,
parecíamos tierra, lluvia, perla, oro y azabache.

Quisiera rajar mi corazón con un cuchillo,
meterte dentro de él y luego volver a cerrar mi pecho
para que estuvieras en él y no habitaras en otro,
hasta el día de la resurrección y del juicio;
para que moraras en él durante mi vida y, a mi muerte,
ocuparas las entretelas de mi corazón en la tiniebla del sepulcro.

 L’Odalisque à l’esclave, Ingres, 1840

Mis ojos no se paran sino donde estás tú.
Debes tener las propiedades que dicen del imán.
Los llevo adonde tú vas y conforme te mueves,
como en gramática el atributo sigue al nombre.

Cuando me voy de tu lado, mis pasos
son como los del prisionero a quien llevan al suplicio.
Al ir a ti, corro como la luna llena
cuando atraviesa los confines del cielo.
Pero al partir de ti, lo hago con la morosidad
con que se mueven las altas estrellas fijas.

Odalisque, François Leon Benouville, 1844

   2. WALLADA. Nació en Córdoba en 994 y Ben Hazm condujo sus pasos en poesía. Esta princesa, enamorada de Ben Zaydún, cultivó la poesía amorosa y la sátira. En los extremos del chal con que se cubría portaba sendos poemillas: “Yo, ¡por Dios! merezco la grandeza / y sigo orgullosa mi camino”; “Doy gustosa mi mejilla a mi enamorado / y doy mis besos a quien los quiera”.

Reclining Odalisque, Theodore Chasseriau, 1853

   Se conocen tres poemas suyos a Ben Zaydún:

Cuando caiga la tarde, espera mi visita
pues veo que la noche es quien mejor encubre los secretos.
Siento un amor por ti que si los astros lo sintiesen
no brillaría el sol
ni la luna saldría, y las estrellas no emprenderían su viaje nocturno.

Si hubieses sido justo en el amor que hay entre nosotros,
no amarías, ni hubieses preferido, a una esclava mía.
Has dejado la rama que fructifica en belleza
y has escogido rama que no da frutos.
Sabes que soy la luna de los cielos,
pero has elegido, para mi desgracia, sombrío planeta.

Tras la separación ¿habrá medio de unirnos?
¡Ay! Los amantes todos de sus penas se quejan.
Paso las horas de la cita en el invierno
sobre las ascuas ardientes del deseo,
y cómo no, si estamos separados.
¡Qué pronto me ha traído mi destino
lo que temía! Más las noches pasan
y la separación no se termina,
ni la paciencia me libera
de los grilletes de la añoranza.
¡Que Dios riegue la tierra que sea tu morada
con lluvias abundantes y copiosas!

 Odalisca, Mariano Fortuny, 1862

   De sus sátiras se conservan tres contra Ben Zaydún:

Ciertamente que Ibn Zaydūn, a pesar de su prestigio,
me calumnia injustamente, sin que tenga culpa alguna.
Cada vez que a él me acerco, me mira con rencor,
como si viniese yo para castrar a Alí.

 Tu apodo es el hexágono, un epíteto
que no se apartará de ti
ni siquiera después de que te deje la vida:
pederasta, puto, adúltero,
cabrón, cornudo y ladrón.

A pesar de sus méritos, Ibn Zaydūn ama
las vergas que se guardan en los calzones;
si hubiera visto el pijo en las palmeras,
se habría convertido en pájaro abābil.

Odalisque, Jules Joseph Lefebvre, 1874

   3. BEN ZAYDÚN. Nació en Córdoba en 1003 y representa uno de los ejemplos más puros de la tradición lírica árabe. Relegó el “amor udrí”, precedente del “amor cortés”, y pasó a cantar el abandono y la soledad, sobre todo cuando fue dejado por Wallada.

Cuando me ofrece jazmines en la palma de la mano
recojo estrellas brillantes de la mano de la luna.

Esclava blanca, Jean Jules de Antoine Lecomte, 1888

Desde Al Zahra te recuerdo con pasión. El horizonte está claro y la tierra nos muestra su faz serena.
La brisa desmaya con el crepúsculo: parece que se apiada de mí y languidece, llena de ternura.
Los arriates me sonríen con sus aguas de plata, que parecen collares desprendidos de las gargantas.
Así fueron los días deliciosos que ya pasaron, cuando, aprovechando el sueño del Destino, fuimos ladrones de placer.
Hoy sólo me distraigo con las flores, imán de los ojos, en las que la escarcha juega vivaz; inclinando sus tallos,
son como pupilas que, al ver mi insomnio, lloran por mí, y por eso el irisado llanto resbala por su cáliz.
En los soleados rosales brillan los rojos capullos, aumentando la luminosidad de la mañana.
Aromáticas bocanadas se transmiten el pomo del nenúfar, dormilón cuyas pupilas entreabrió el alba.
Todo excita el recuerdo de mi pasión por ti, que nunca abandona mi pecho, por mucha que sea su estrechura.
Si la unión contigo, por la que suspiro, se lograse, ese día sería el más noble entre todos.
¡No conceda Allah la calma al corazón que desista de recordarte y que no vuelve a tu lado con las alas trémulas del deseo!
Si el Céfiro, cuando sopla, consintiera en llevarme, depositaría a tus pies un doncel extenuado por la pena.
¡Oh mi más precioso joyel, el más sublime, el preferido de mi alma, cuando los amantes compran joyeles!
Pedirnos uno al otro deudas de puro amor era en otros tiempos, la pradera feliz donde corríamos como libres corceles.
Pero ahora yo soy el único que puede jactarse de leal. Tú me dejaste, y yo me he quedado, triste, amándote.

L'Odalisque, Henri Adrien Tanoux, 1913

Mis días, tan hermosos cuando estábamos juntos,
han cambiado desde que se alejó tu bello rostro.

¡Despréciame!, he de sufrirlo;
¡ríñeme!, tienes razón;
¡huye!, te sigo; ¡habla!, te escucho;
¡ordena!, tu esclavo soy.

Me censuráis que él me suceda
en los afectos de aquella a la que amo;
mas no hay en eso infamia:
era un manjar apetitoso
y la mejor parte me tocó a mí,
el resto se lo dejé a esa rata.

La belle odalisque, Mario Cherubini

A LOS LECTORES.- “The color of pomegranates” de Sergei Parajanov, 1968, según los críticos: "Esta película no intenta contar la vida de Sayat-Nova. El cineasta ha intentado recrear el mundo interior del poeta a través de las aprehensiones de su alma, sus pasiones y tormentos, usando ampliamente el simbolismo y las alegorías propias de la tradición de los poetas-trovadores de la Armenia medieval (Asough)". 


3 comentarios:

  1. Cuánto debe la Literatura occidental a la oriental, y no solo en el género poético, en todos. Sus fuentes siempre son referencia para lo que posteriormente se creó o recreó.

    Son preciosas las composiciones que expones, MªLuisa, de esa lírica arábigoandalusí, donde las jarchas tendrían también un lugar destacado, a pesar de su brevedad que no le resta intensidad.
    La sátira que has seleccionado es punzante sin duda, me ha divertido; huella exquisita de ese orgullo no ajeno a princesas cuando el amor está en juego.

    Las ilustraciones, magníficas. Bellísima entrada, MªLuisa. Gracias por hacernos partícipes de ella.

    Un abrazo.

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  2. Las palabras que arrebatan las han dicho todos los poetas. No es cuestión de originalidad, díganlo las odaliscas, sino de decir.

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  3. No había visto esta entrada tuya, es verdaderamente hermosa, maravillosos poemas, explicaciones e imágenes....todo un lujo. Te felicito aunque sea tan tarde..

    Muchos besosss

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