sábado, 1 de diciembre de 2018

EL FUTURO QUE PASÓ II


LA LARGA BÚSQUEDA  XV            

Antonio Campillo Ruiz


   A lo largo de la historia de la evolución, el hombre, con el devenir de acontecimientos que en todo momento lo han superado en general,  como ser decidido a enfrentarse con un futuro que ha estado mezclado con el presente y que jamás ha dado paso a un pasado inexistente, ha procurado adaptarse a hechos o casuísticas que han estado íntimamente asociadas a los largos procesos de formación y cambio del lugar que ha habitado, bien por ser fenómenos a los que no ha podido hacer frente, como han podido ser los procesos meteorológicos, físicos o bien los acontecimientos sociales que no ha podido superar debido a la naturaleza humana en sí misma. ¿No ha querido enfrentarse a ellos? No siempre, es de suponer que casi nunca. A pesr de ello, siempre ha habido quien ha obtenido beneficios. ¿Cómo? Pues previendo o teniendo una capacidad de previsión tan inmediata como el propio suceso.


   En el momento actual, tan difícil como cualquier otro, los acontecimientos que influyen en los aspectos sociales de los que depende el hombre, poseen una característica no conocida anteriormente. Esto siempre ha sucedido así, aunque el estudio del pasado nos impide apreciar, en toda su extensión, las causa o efectos que han influido en las etapas a estudiar. Así pues, en la actualidad, los sucesos por llegar ejercen, como ha sucedido siempre, repito, un estado de ansiedad por conocer: a) Cuáles pueden ser las transformaciones, y, b) Qué va a suceder cuando se produzcan. Bien, cuáles pueden ser, suelen predecirse. Qué va a suceder, depende de nosotros. Como siempre que se establece un paradigma complejo con relación al tiempo o espacio, aparecen preguntas mal formuladas. La cuestión no es ¿qué va a suceder? La pregunta correcta a un hecho incontrovertible será: ¿qué vamos a hacer cuando se produzca puesto que el suceso en sí mismo no podemos evitarlo?


   Y ahí, ahí reside el futuro que está pasando a una velocidad de vértigo. Quedar quieto esperando comprender los sucesos que vendrán es una niñatería que muchos gritan con gran alharaca y convencen a quienes no poseen capacidad para poder discernir ni lo que son ni para qué están en esta sociedad, creada por el hombre para el hombre. Cuando llegue el suceso, que ya pertenecerá al pasado, los medios que se dispongan para superarlo serán tan obsoletos como el tiempo: el futuro ya pasó por él y es otro presente en evolución constante.


   Pues, ¿qué se tendría que hacer ante un presente que no existe y un futuro que avanza creando pasados irrepetibles y de nula operatividad? Compleja pregunta. Compleja pero, posiblemente, con varias soluciones. Una de ellas podría tratarse de la gran importancia que posee y ha poseído a lo largo del tiempo para el hombre el saber. La capacidad para comprender y dilucidar soluciones teóricas puede ser más o menos certera pero, es una solución. La formación es un proceso lento, demasiado lento para el veloz avance de acontecimientos que se producen alrededor de quien está adquiriendo conocimientos. Sin embargo, cuando el saber se cimenta con fortaleza sobre un estrato de formación, por lo general, el saber se construye posteriormente con facilidad y velocidad. Así pues, poseemos ya uno de los factores esenciales para adquirir, precisamente, los aspectos inequívocamente necesarios para poder enfrentarse a un cuasi pasado que acaba de ser futuro: la formación. Como en un edificio, los cimientos son esenciales pero no son visibles, nadie se preocupa demasiado por ellos excepto quien los ha diseñado y ese diseño es la base fundamental para que la totalidad de lo construido permanezca y perdure en el tiempo.


   Esta es la segunda gran cuestión: ¿Lo aprendido, va a perdurar? Pues lo aprendido, posiblemente no. Lo “aprehendido” tiene muchas posibilidades de permanecer inalterable por tiempo suficiente como para poder alcanzar, no al futuro pero, posiblemente, sí al presente, sin tener que pervivir con el pasado que ya es inútil y permanece inane derruyéndose constantemente. Por tanto, la cimentación es fundamental para que, la adaptación a un proceso en curso veloz de cambio se produzca con algunas garantías de eficacia y eficiencia. Si a este proceso añadimos unas gotas de proyectos a realizar para que la readaptación, constante en el ser humano, sea de la índole que sea, es decir, lo que nos hemos planteado hacer ante un acontecimiento como el que se produce a nuestro alrededor sin previo aviso, es posible, sólo posible que podamos superar tanto la velocidad con la que se producen los acontecimientos como los cambios, impredecibles y complejos, que se derivan de ella.



   De no ser así, el estancamiento, la imprevisibilidad, el fracaso y posiblemente la desaparición de muchos de los procesos en marcha en un futuro que, basado en el pasado, jamás puede avanzar, es un hecho tan irremediable como inmediato. Debemos construir nuestro edificio con unos cimientos que sean dúctiles y maleables pero duros y eficaces porque, en ellos recae la responsabilidad de la suerte de todo lo que aparece en el presente y que ha sido futuro hace escaso tiempo. Nuestra capacidad para dilucidar el posible futuro ha superado la prueba de fuego de la adaptación.

Antonio Campillo Ruiz



5 comentarios:

  1. Buen artículo, Antonio, con material propicio para ejercitar el pensamiento. En él hay unas cuantas frases que me gustan, que me invitan a la reflexión, como las dos que siguen:

    «Cuando llegue el suceso, que ya pertenecerá al pasado, los medios que se dispongan para superarlo serán tan obsoletos como el tiempo: el futuro ya pasó por él y es otro presente en evolución constante.»

    […]

    «La formación es un proceso lento, demasiado lento para el veloz avance de acontecimientos que se producen alrededor de quien está adquiriendo conocimientos.»

    Un abrazo fuerte.

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  2. magnífico, Antonio, como siempre. Te tengo que robar el vídeo, como Dios manda.
    Feliz sábado

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  3. Con permiso, hice manifiesto de mi "robo" aquí: http://etarrago.tumblr.com/post/180681530438/el-universo-elegante-de-antonio-campillo

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  4. Querido amigo.
    La ansiedad ante el peligro que se le avecina a la persona que trata de llegar por su cuenta a cualquier núcleo, puede provenir de intereses ocultos en los razonamientos de quienes presagian la catástrofe. Por lo que más le valdrá al individuo obviar esa muerte anunciada y, sin complejos, elaborar por sí mismo su propio interrogante.
    Como bien dices aludiendo a la arquitectura, al ser invisible lo que ocultan los cimientos pocos se preocupan de revisarlos. Pero antes de tomar una decisión importante, para apartar la hojarasca e ir al fondo del asunto, las preguntas ambivalentes que lo mismo valgan para temas sociales que científicos, podrían ser: ¿Qué puedo conocer? ¿Qué debo hacer? ¿Qué puedo esperar? Porque si interesante es el saber, el aprehender, aún lo será más el abrir de par en par la mente y analizar sus dudas.
    De qué le servirá leer las “Críticas” de Kant, si el individuo lo hace asintiendo a lo largo de los tres libros sin que su lectura le suscite la más mínima objeción. Señal inequívoca de que no ha captado nada de la intención del autor.
    Saludos, Antonio

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  5. Uno de los "vacíos" de la evolución de nuestra especie es que el conocimiento adquirido no sea transmisible, como lo son algunos rasgos físicos(color de los ojos, cabello, etc) o conductas innatas en algunos animales. La adquisición del conocimiento comienza de nuevo a cada generación con el riesgo palpable de la mixtificación y/o el engaño. Y así nos va, pero esto es lo que hay!

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