sábado, 25 de abril de 2020

UNA PANDEMIA QUE CAMBIARÁ LA SOCIEDAD MUNDIAL


INICIACIÓN AL CONOCIMIENTO DE UN PARÁSITO

Antonio Campillo Ruiz


   Los seres humanos, en el momento actual, nos encontramos atacados por un agente parásito y patógeno, desconocido hasta hace unos meses, con un resultado que, posiblemente, cambiará el sistema social y a la propia sociedad en la que se asentará, cuando se pueda vencer al agente, un nuevo orden social mundial. Esto supone que, estudios muy complejos se generalicen en la totalidad de nuestro planeta. Sin embargo, la facilidad de manipulación de la compleja información con respecto a decisiones que pueden, solo pueden, ser controvertidas y dispares; el terrible e inusitado desconocimiento de ciertas peculiaridades del agente patógeno que nos diezma;  la falta de claridad y unificación entre los organismos mundiales con los países afectados por la epidemia gravemente; la dificultad para explicar procesos bioquímicos complicados a todas las personas que no han estudiado esta compleja ciencia y, sin acabar, por la estúpida transmisión de falsos datos; el reinicio de la actividad “seminormal” lentamente porque es una exigencia de personas a las que, posiblemente, les interesa más el dinero que la vida de sus conciudadanos, demostrando un egoísmo y falta de solidaridad inhumanos; debe impulsar a todos los seres humanos a un aprendizaje sereno y de sencillo nivel de comprensión, atención y preocupación, un estudio elemental de los procesos relevantes que puede suponer un beneficio personalizado hacia la totalidad de los seres humanos que compondrán la nueva estructura derivada de esta terrible pandemia.


   Debe considerarse imprescindible la explicación, con mucho tiento, lo más sencilla y asequible para todos los lectores, sobre quién es este mortal agente parásito patógeno, denominado con el nombre de “virus” y perteneciente a la subclasificación de “coronavirus”, que nos ataca. Para ello debemos conocer:


1 – Los virus son partículas de compuestos químicos clasificadas como seres sin metabolismo propio, es decir, no clasificadas como seres vivos animales o vegetales. En realidad se definen como partículas nucleoprotéicas capaces de atacar a todos los organismos vivos, desde el microplasma más pequeño, hasta complejos órganos de los seres humanos. Como no poseen metabolismo propio, “viven” cuando el ácido nucleico que poseen penetra en las célula vivas del ser atacado. Así pues, son parásitos químicos.

2 – No se reproducen por sí mismos, se replicanrobando los compuestos químicos de las células” y transformándolo en su propia materia.


3 – Como todos los parásitos, actúa sobre un huésped, en este caso sobre los seres humanos, y actúa de la siguiente forma:
a) Se posa sobre la membrana de las células de los tejidos seleccionados.
b) Inyecta en el interior de la célula su material genético, ácidos nucleicos RNA, DNA.
c) Su carcasa de lípidos y proteínas queda fuera de la célula.
d) Empieza su replicación a partir de los ácidos nucleicos de la célula, imprescindibles para su vida.


4 – El compuesto que roba a las células produce una deficiencia del mismo y la célula acaba por lisarse, se rompe, por tanto, muere.

5 – Cada célula, mucho mayor que el virus, posee material genético para poder replicar a cientos, miles, de nuevos virus. Por tanto, en poco tiempo la cantidad de parásitos es exponencial.

6 – Bien, con este tipo especial de replicación para expandirse, el virus va matando a las células del tejido, órgano o grupo de órganos a los que ataca.


7 – “La muerte del huésped no interesa al parásito” porque supone su propia muerte y, a pesar de no poseer, fundamentalmente, nada más que tres cadenas de compuestos químicos, un virus nuevo como el COVID-19 debe adaptarse a la fisiología de su huésped, debe conocerlo y escapar de los anticuerpos vigilantes, “procurando” que el humano infectado  no muera para poder vivir él. Es una constante en todos los parásitos con mayor desarrollo fisiológico: piojos, garrapatas e incluso animales vertebrados de mayor tamaño como los picabueyes, por ejemplo.


8 – Esto implica que, con el tiempo, cuando se adaptan a la fisiología del huésped, su letalidad disminuye drásticamente, esta ha sido una constante en el desarrollo de los virus conocidos y muy estudiados pero… pero no desaparece de su huésped. Puede quedar en estado de “letargo” y el huésped no padece la enfermedad sino cuando se produce una alteración fisiológica en él. Producida por…¿? Aquí es donde se debe investigar con mucha intensidad. ¿Cuáles son las causas exactas que, mediante un cambio fisiológico o metabólico en el huésped, se favorece el ataque de las partículas parásitas químicas que se encuentran aletargadas? ¿Puede ser que diferentes enfermedades adquiridas de otra etiología, nuevas o crónicas, metabolismo alimentario en general, respiración de atmósfera contaminada, compuestos químicos tóxicos absorbidos, alteraciones metabólicas estacionales, alteraciones metabólicas debidas a la longevidad, alteraciones inmunológicas, alteraciones hormonales, alteraciones neuronales debidas a órdenes contradictorias o muy complejas del cerebro, etc., sean alguna o varias a la vez, la causa de la activación depredadora del parásito?  


9 – El huésped, a pesar de no padecer la enfermedad o ataque patógeno que genera, puede transmitir al parásito, con grave peligro para el resto de los seres humanos que no son “huéspedes sanos”. Esta contaminación, logra provocar la enfermedad, pudiendo llegar a ser letal para el infectado y quien lo contaminó seguirá siendo “huésped sano”.
  
10 – Y ahora, cuando todavía se están estudiando las características del virus, cuando ni siquiera se posee la síntesis de sus compuestos químicos, cuando se ha comprobado que posee cuatro trozos de cadena genética que pertenecen al VIH, cuando se “prueban posibles remedios curativos”, ahora, se decide la salida de un confinamiento que se ha producido como único remedio por el gravísimo desconocimiento por la Ciencia de las peculiaridades del virus.


11 – A modo de cuestión indispensable, falta investigar, muy detenidamente, muchas más preguntas de las ya formuladas, por ejemplo: ¿Cómo es posible que un país con una superficie de 377.962 Kms². y una población de 127.368.088 de habitantes, la densidad de población y hacinamiento, quizás, mayor del mundo, con el ataque de este parásito vírico en pleno auge, con más de un tercio de su población muy longeva, la infección haya producido 328 muertes y en España, con una superficie de 505.370 Kms², con solo 47.100.000 de habitantes y una Sanidad ejemplo mundial de eficacia, el número de muertes sea de 22.540 seres humanos? (Datos del Instituto Johns Hopking el día de la publicación de esta larga reflexión) El estudio de estos estragos deben ser valorados mediante un análisis profundo y muy, muy serio. ¿Cuál es la causa de esta mortandad? ¿Por qué el virus es más virulento y peligroso en nuestro País? ¿Qué condiciones de tal ataque producen esta disparidad? Sospecho que descubrir esta anomalía debe suponer un gran avance en el conocimiento del virus, su tratamiento curativo y posterior tratamiento preventivo de la terrible enfermedad que ocasiona. No se aportan más datos comparativos porque el lector puede reunir más información, simplemente, recogiendo las cifras que se publican periódicamente y consultando extensión, habitantes, datos que requiere para su estudio y compararlos para el análisis que realice.    


   Bien, por todo lo anterior y muchas otras peculiaridades, cuya especificidad queda para los científicos e investigadores, las prisas en la vuelta a la seminormalidad es muy peligrosa. Tanto que, seres humanos que han sido atacados por el parásito, han padecido sus consecuencias y las han superado, NO poseen las defensas que inicialmente se pensó que debían de haber adquirido y, por tanto, han podido o pueden enfermar nuevamente o transformarse en “huéspedes sanos”. Miles de otros humanos, que son portadores huéspedes sin conocerlo y que se encuentran entre personas sanas no portadoras, pueden igualmente, infectarlas y producir en ellas unos resultados impredecibles. Esto supone la posibilidad de retroceder en el control de la infección generalizada, con consecuencias que pueden ser inevitables y perniciosas, muy perniciosas.


   No es válido ni justificable con argumento alguno, ¡en absoluto!, que se anteponga a la vida la economía, las ganancias personales, el estraperlo, etc., que afecta a la seguridad de muchos millones de seres humanos. Es indecente, egoísta y patética la utilización de argumentos meramente políticos y de poder que, en los Parlamentos de todos los países del mundo, lugar de la representación de todos los habitantes humanos, algunos representantes de los mismos, traten de acelerar un proceso vivo, impredecible y desconocido, muy, muy, muy peligroso, por medio de una evaluación realizada con displicencia y sin conocimientos de los aspectos científicos que posee el problema social planteado.   

Antonio Campillo Ruiz



miércoles, 27 de noviembre de 2019

ABECEDARIO: Q


QUITERIA

Antonio Campillo Ruiz

 Helena Nelson-Reed

Después de haber escapado
alocadamente durante tantos
años huyendo delante del miedo,
por fin podía detenerse.

                                                                    “La mujer adúltera”
                                                                                      Albert Camus

   Quiteria se contemplaba en los grandes espejos de su vestidor. Lo hacía con curiosidad y sorpresa. No era frecuente que rebuscase en su cuerpo las pequeñas cicatrices del tiempo. Sin embargo, desde hacía un tiempo, sin manifestar preocupación alguna, se escudriñaba de soslayo con frecuencia. Hoy, que se preparaba para una habitual reunión, tenía tiempo para percibirse y recabar información de sí misma. No le había interesado nunca el reconocimiento meticuloso de su fisonomía. Sabía que su pelo era castaño, sus ojos muy claros, azules, nariz recta y pómulos huesudos. Era una mujer atractiva, para muchas personas, guapa. Para ella, solo la posesión del epíteto de su nombre estaba relacionado con la belleza: Cytherea, morada sagrada de Venus. Tras el repaso a su cuerpo desnudo, se dirigió hacia la pared blanca de su habitación y contempló su sombra proyectada en ella. Ahora, escudriñaba su interior, ese que muchas veces no distinguimos de la carcasa del cuerpo. Se movía para poder distinguir un rasgo que identificara su yo íntimo. Quedó quieta un momento y miraba su silueta recortada. Nada se podía apreciar y esto era lo que alcanzaba a irritarla en muchas ocasiones. Desearía poder admirar sus pensamientos y los mecanismos para poder sentir. Los sentidos le resultaban tan complejos que, su transmisión a quien todo lo regía en su cuerpo era, como en todos los humanos, misteriosa y esquiva.

Helena Nelson-Reed

   Quiteria sabía que su independencia, para muchos soledad, era un tema perenne de interés generalizado entre sus amigos y, esa noche, lo volvería a ser. Le cansaba que comparasen su libertad con la soledad. Para eludir cualquier tipo de aclaración, siempre comparaba y explicaba lo que era la soledad querida y la impuesta. Nada. Era un tema nunca resuelto. Sin embargo, jamás expresó que, en muchas ocasiones, estar sola le provocaba una especie de miedo que se manifestaba como malestar y del que huía sin recato alguno. Sentía que siempre llegaba tarde a cualquier manifestación agradable de sus sentidos, siempre percibía la realidad con un tiempo que ya había pasado. Ahora, a estas alturas de su vida, esa sensación se iba agudizando y procuraba vibrar con cada sentido independientemente. No era fácil conseguirlo, excepto con un par de ellos. El resto se manifestaban a la vez y deglutía como podía la catarata de sensaciones que se volcaban sobre su mente. Siempre recordaba aquella etapa en la que algo muy similar a la atracción, paladeo satisfactorio o complacencia, la arrinconaba hasta sentirse vibrar como la cuerda de un violín. Era maravilloso que su cuerpo se expresase de esa forma. Hechos que ya casi no recordaba, por expreso deseo de ella misma, impedían que tratase de recuperar aquel bienestar. Sin embargo, hacía unos días que había percibido un calambre, una alteración que la trastornó y se dejó llevar por ella, contraviniendo su propia prohibición.

 Helena Nelson-Reed

   Quiteria deseaba, ahora con ilusión, que el espacio y el tiempo fuesen cómplices de sus sentidos para poder atrapar, nuevamente, la lejana sensación que renacía con una fuerza que la arrastraba, aún estando convencida de la inutilidad momentánea de su ilusión. Sus miedos, muy bien recogidos en pequeños compartimentos y guardados en el fondo de su mente, ya no existían, no se manifestaban por la prudencia de quien no quiere molestar. Su desinhibición ante la vida la había acostumbrado a poder estar cenando con las amigas, como estaba haciendo en ese momento y, a la vez, escrutar su pensamiento hasta sentir, sin desmayo ni decoro alguno, las miles de sensaciones que bullían descaradamente en su mente. Como era habitual, su peculiar soledad y los largos días de épocas del año  propicias para sentirla, fueron temas que, irreverentes, ocuparon parte de la velada. Nunca se enfadaba por ello pero tampoco explicaba detalles que eran requeridos, quizás con la sana intención de imitarla. No, estaba segura de que el miedo paralizaría a quién preguntase detalles y, además, creía que cualquier conato aparecido, ante cualquier evento personal, para imitarla, era tajantemente anulado por una u otra razón. Así que, con su bello vestido negro, su pelo castaño y ojos claros, azules, comía desenfadadamente a la vez que reía con las anécdotas, que nunca faltaban en cualquier reunión que realizaban, esperando que lo cotidiano se convirtiese en inesperado y lo puntual en asiduo.

Antonio Campillo Ruiz

Helena Nelson-Reed


viernes, 15 de noviembre de 2019

UN PLAN PARTICULAR


UNA VIDA DE RECUERDOS

Antonio Campillo Ruiz

 ©George Grie / Джордж Грие

   Les vio venir cuando escuchaba una música que derramaba un torrente de imágenes. Volvía a mirar con asombro aquellas imágenes que su recuerdo mantenía tan imborrables como el día que pudo escuchar y ver, a la vez, la magia de un relato. Lamentaba tener que cortar en cualquier lugar la música. Después, tendría que volver a empezar desde el principio. En fin, era domingo y la visita era obligada, aunque, siempre pensaba que no querida. La familia llegó a su lado y, cogiendo algunas sillas se sentaron a su alrededor. Su silla de ruedas era cómoda y se propuso manifestar su estado tal y como quería la familia. Su hijo mayor fue el primero en preguntar cómo se encontraba y él, con lentitud, repasó su figura de cabeza a pies con una mirada perdida. No contestó y su hijo, como cada domingo, realizó un gesto de impaciencia. Los demás callaban y miraban el entorno bellamente ajardinado. Empezaron a hablar entre ellos y poco a poco su conversación dejó de lado el lugar en el que se encontraban y el interés por su persona. Continuaba escuchando todo lo que decían y escrutaba de reojo a cada uno, tratando de analizar y recordar cada una de sus expresiones que, casi en todas las visitas, se repetían.

 ©George Grie / Джордж Грие

   Hacía ya dos años que estuvo, durante una semana, pensando serenamente en lo que iba a hacer, ahora, que su vida había cambiado tanto. Se había quedado solo y tenía que organizar su nueva vida. Muchas posibilidades se agolpaban en su mente y, una tras otra, por distintas razones, fueron descartadas. El tercer día de aquella semana, cansado, salió a dar un paseo y encontró a un amigo que le relató, inquieto y preocupado, que había tenido que internar a un familiar porque su mente estaba afectada por un mal irreversible. Su turbación le preocupó y con un gesto de amistad le palmeó la espalda. En ese momento, un pensamiento empezó a buscar un lugar en él. Encontró su perenne sueño, aquel que, con reiteración repetía que en un bosque intrincado existía la belleza, la paz, la serenidad y la posibilidad de apreciar una Naturaleza virgen. Debía aproximarse lo máximo a este sueño.

©George Grie / Джордж Грие

   Su familia esperaba de él una renuncia de todo su patrimonio, en favor de ellos, prometiendo que cada mes, una de las tres familias se haría cargo de él, de por vida. ¡Con lo que había trabajado por y para ellos! Era un insulto a su inteligencia. El encuentro con su amigo le había abierto su capacidad de reorganización. Sentado frente a la ventana y mirando al horizonte de un mar encrespado por un viento persistente, se ensimismó en un plan que empezaba a gestarse. Debía ser cauto, muy buen actor y no era ni una ni otra cosa. El problema era autoconvencerse de poder llevarlo a cabo. Lo primero que hizo fue acumular bibliografía sobre el mal que su amigo le había contado que padecía su familiar. Estudió mucho material de diferentes fuentes bibliográficas. La semana que se había marcado como única para decidir su futuro, se convirtió en un mes de estudio. Posteriormente, trató de abrirse camino con la acción dramática. Otro mes.

©George Grie / Джордж Грие

   Aprobadas, según su criterio, ambas, adquirió aparatos de alta tecnología y empezó a seleccionar sus recuerdos, algo que le resultó mucho más difícil que todo el trabajo anterior. Empezó por archivar en los aparatos, cuasi miniaturizados, todo aquello que para él había sido imperecedero. Lentamente, clasificando todo con meticulosidad, almacenó trabajos propios y ajenos, textos, música e imágenes que habían influido con potencia en el devenir de su vida anterior, cuando se sentía feliz y en compañía. Era un trabajo agotador y complejo porque no quería dejar atrás nada, aun sabiendo que muchos recuerdos quedarían en un olvido no deseado. Más de otro mes tardó en recopilar y ordenar todo lo que creyó o recordó como importante. Ahora empezaba lo verdaderamente difícil. Primero redactó un testamento notarial en el que cláusulas, aconsejadas por expertos, cerraban absolutamente el acceso, en cualquier circunstancia, a sus bienes hasta que no muriese. La segunda parte fue solicitar visitas médicas, a ser posible con amigos en los que podía confiar. No tardó mucho en hacer comprender a dos de ellos, en ayudarle con su plan. Lo explicó pormenorizadamente a los dos y, tras los titubeos y consejos contrarios normales, prepararon todo un dosier médico que diagnosticaba una grave enfermedad mental irrecuperable.

©George Grie / Джордж Грие

   El tercer paso fue encontrar una residencia en la que la atención y bienestar fuesen muy buenas. No era barata pero se lo podía permitir. Desde ese momento su práctica de actor novel empezó a hacer estragos entre sus familiares. A las pocas semanas, él mismo los reunió y les comunicó que había decidido ir a vivir sus últimos días en una residencia que ya habían contratado sus amigos médicos.   De esta forma nadie tendría que cuidarle en unos instantes tan duros y le podrían visitar con la frecuencia que ellos quisieran. Creyó escuchar un largo suspiro de satisfacción multiplicado por todos. Con la premura de quien desea descargar un camión de basura maloliente, decidieron que lo mejor era que al día siguiente se trasladase a su nuevo hogar. Y allí estaba. Tenía una habitación grande y cómoda en la que fue ordenando todo lo que había acumulado de su pasado, libros y aparatos electrónicos repletos de todo tipo de materiales. Orientada al sureste, una gran ventana se iluminaba al amanecer y desde ella un extenso jardín con miles de plantas se extendía hasta un monte cercano. Sus cuidadores le trataban como a un huésped de hotel y, a los pocos días, ya poseía unas rutinas que serían las que realizase durante los años que estuviese en aquel lugar. Su camaradería con los cuidadores, gimnasta y personal de la cocina era día a día más estrecha y agradable. Pero, los mejores momentos del día los pasaba escuchando su música a la que ponía imagen si era la banda sonora de una película o el recuerdo de las personas que llenaban el auditorio donde la había escuchado. El visionado de las imágenes estáticas o dinámicas de miles de momentos mágicos siempre las escrutaba con mucho interés porque, alguna de ellas, era compleja de recordar o distinguir de otras muy similares. Se sentía satisfecho de su pequeña idea y el exitoso desarrollo de la misma.

©George Grie / Джордж Грие

   Las primeras semanas de su estancia, la familia trató, por todos los medios, de saber si podían desahuciarlo por incapacidad mental y él, en cada visita, se comportaba más ausente de todo lo que le rodeaba. Supieron de su testamento y solicitaron una copia que llevaron ante profesionales para estudiar la posibilidad de hacerse con su herencia. Todo fue en vano. Hasta su muerte nada podrían tener. Mientras, su vida se desenvolvía entre amigos y conocidos durante el tiempo que tenía libre, porque su trabajo de revivir era lo más importante.

Antonio Campillo Ruiz

©George Grie / Джордж Грие




miércoles, 16 de octubre de 2019

GIOVANNI BOLDINI


EL ESPÍRITU DE UNA ÉPOCA

Antonio Campillo Ruiz


   Marcel Prouts, en el último volumen de “En busca del tiempo perdido”, “El tiempo recobrado”, expresa con seguridad que “… el pasado no es un tiempo perdido, es un tiempo que puede ser recobrado a través de la Literatura y el Arte.” Así lo sentimos cuando contemplamos las pinturas de Giovanni Boldini (Ferrara, 1842-París, 1931), y las de una larga lista de autores, entre los que se encuentran Mariano Fortuny, Eduardo Zamacois, Raimundo de Madrazo, Ramón Casas, Joaquín Sorolla o Ignacio Zuloaga, entre otros grandes pintores de la época. En sus obras, todos ellos expresan un tiempo “que fue” pero que su existencia nos resulta familiar porque su espíritu ha quedado suspendido, atrapado, en las obras de este amplio grupo de pintores. Retuvieron en sus pinturas todos los cambios técnicos que se producían en una ciudad moderna y viva donde coincidieron en uno u otro momento, París. Renovaron la concepción del retrato, las escenas de carácter dieciochesco, sucesos amables  y anecdóticos sobre el discurrir del tiempo, del paisaje que sorprendía a sus retinas día a día, a la vez que les sorprendió el precipitado cambio de siglo, requiriendo de su pintura un proceso de renovación sin descanso, que no se produjo.


   Boldini, al igual que muchos pintores españoles, retrata el paisaje pero un paisaje urbano del París cambiante en todo su esplendor, a la vez que se convierte en uno de los retratistas supremos, irresistible y arrebatadoramente ingenuo, correcto y púdico. Aspectos que comparten, en gran medida, los artistas que se especializaron en el llamado “retrato elegante”. Largas y precisas pinceladas, sin mirarlas, pendiente del instante en el que lo real le atrapa, un juego sin fin pues quedará reflejado en la tela. Una tela fresca, de precisión milimétrica plasmando una realidad compleja pero viva, vibrante de un color delicado que impregna, incluso, los contraluces que apagan parte de la luz. La gran precisión con la que dotaba a sus escenas, retratos o paisajes, parecen inexistentes en la Naturaleza, hasta el punto de falsear pátinas de color que cubren algunos retratos para realzar el momento captado.


   Un inexistente vidrio translúcido protege a su pintura y caracteriza su especial estilo, denotando, la decadente pintura de su época y atrapa. Encarcela con la maestría de captar solamente la atención de los sentidos del espectador, la serena contemplación de sus grandes dotes y cualidades, doblegadas ante lo fácil y sutil de la belleza. Transmite alegría por y para la vida pero su nula progresión hacia nuevas corrientes le hace caer en objeto de interés para marchantes y vividores de los que, naturalmente, trata de aprovecharse. Incluso, cuando pinta delgadas señoras de una adinerada sociedad, vestidas a la moda de la alta costura, sus retratos expresan la elegancia frente a la furtiva aparición de ambiguas modistas en muy diferentes poses y lugares que, a pesar de todo, poseen un digno atractivo y encanto. La tradición e innovación, enmarcan a Boldini en un recinto del que no logra salir pero que transmite el espíritu de una sociedad cambiante, de un mundo decadente que inicia su camino durante la primera década del siglo XX.      

Antonio Campillo Ruiz



domingo, 6 de octubre de 2019

PREGUNTAS SENCILLAS


EL UNIVERSO SIMULADO

Antonio Campìllo Ruiz


"Sólo mediante la búsqueda racional de teorías,
incluso las que nos introducen en dominios
extraños y poco familiares, tenemos una oportunidad
de revelar la extensión de la realidad."

Brian Greene

   Es frecuente que los seres humanos busquemos un sentido a la realidad y nos planteemos preguntas sencillas. Sí, aparentemente muy sencillas pero de una intensidad y complejidad enorme. ¿Por qué pienso? Puede ser una de ellas. Y, otras muchas igual de sencillas, ¿Quién soy? ¿Qué hago yo en un planeta como este? ¿Por qué siento?, y un largo etcétera. Las respuestas, no son tan sencillas como las preguntas y, casi con toda seguridad, requieren un extenso paseo por esos guarismos negros, llamados letras, que conforman palabras garabateadas sobre un medio y puede ser que encontremos en ellas la solución a nuestras dudas. Pero, el ser humano es inquieto. No solo se pregunta cuestiones trascendentales para él que pueden o no estar basadas en experiencias previas, trata de demostrar que los elementos complejos puedan ser elevados a la categoría de hipótesis y sucesivamente, tesis experimentales y constatables. En muchas ocasiones el recorrido que se realiza para conseguirlo escora hacia contaminantes que le llevan por caminos no deseados y otras, más frecuentes, consigue que, efectivamente, se logre el objetivo que ha sido su preocupación en cualquiera de las materias del saber.


   Plantear nuestra propia existencia y el sentido que posee en este maravilloso planeta, alejado de otros muchos de los que, en el momento actual, no sabemos nada en absoluto, puede, en muchos casos y en función de la formulación de la pregunta, desvirtuar la indagación que se realiza pues, nuestros pasos nos dirigen a pseudomaterias que no poseen fundamentos racionales ni lógicos. En otras ocasiones, si logramos relacionar nuestros anhelos por saber la solución a nuestras preguntas, podemos tener la sorpresa de que muchos estudios avalan, no en su totalidad pero sí en una o varias parcelas de su respuesta, teorías ya experimentadas o experiencias en curso que no poseen en el momento requerido resultados experimentales.


   Así, una de las grandes preocupaciones de muchos seres humanos es algo que definimos como una sensación: el tiempo. Para los seres humanos de este planeta Tierra, más allá de la medida, en el sistema sexagesimal, poco comprendido y muchas veces incorrectamente utilizado, el tiempo es una sensación compleja y difícil de explicar. Ante esta peculiaridad, miles de teorías, especulaciones y charlatanerías, circulan sin cesar por el entramado pseudocientífico que dicta sentencias inconexas, indemostrables e, incluso, paranoicas. Gracias a los serios avances en el campo de su estudio y la enorme transformación que ha supuesto, desde mediados del siglo pasado, el estudio, demostración y aplicación de teorías de cumplimiento universal, la transformación en la comprensión de las propiedades materiales y unidades fundamentales en Física, ha favorecido un serio cambio científico y un revés muy importante a la dialéctica especulativa. Así, la estrecha unión espacio/tiempo, su relación con la posibilidad de dependencia de uno sobre el otro, la demostrada teoría de la deformación del tejido espacial a causa de la masa, la estabilidad armónica del movimiento a causa, precisamente, de esta última propiedad y otros muchos estudios, han generado unas vías de investigación que, aún estando en fase experimental, algunas de ellas, pueden suponer un cambio en la concepción de nuestro mundo, pudiendo explicar realidades consideradas hasta hoy fantasías y sueños ficticios.


   No todos los seres humanos tienen oportunidad de estudiar en profundidad estas teorías ni pueden acceder a ellas con facilidad. Son los científicos que trabajan en ellas los encargados de transmitir los avances o fracasos con el devenir del tiempo. Sin embargo, personas que han querido realizar un avance sobre las investigaciones que se suponen actuales en este campo, han utilizado medios de comunicación que favorecen la transmisión de las grandes líneas que la investigación sigue para conseguir, si ello es posible, la solución de las miles de “preguntas sencillas” que se plantea el ser humano moderno. Así, en el año 1995, un director de cine, Terry Gilliam, basándose en un relato de Chris Marker sobre un futuro apocalíptico de ciencia ficción, de intriga fantástica, distopía, pandemias y viajes en el tiempo, con guion de  David Peoples y Janet Peoples, rodó “TWELVE MONKEYS”, “DOCE MONOS”, interpretada por un elenco de actores que dieron vida a personajes como James Cole y Jeffrey Goines.


   Esta original aventura, se inspiró y tomó varios conceptos del cortometraje de ciencia ficción francés “LA JETÉE”, “EL MUELLE”, de Chris Marker, 1962, en el que se relata un experimento de viaje en el tiempo que rompió con las técnicas narrativas tradicionales, logrando un efecto deslumbrante que mezcla documental, ficción y fantasía. Así, “DOCE MONOS” posee un sorprendente e intenso guion futurista que se desliza entre la lucidez y la locura, entre los sueños y la realidad, entre la ficción y la ciencia.  No pocas interpretaciones recorrieron revistas y otros medios, generando un enorme dilema en los espectadores que, asombrados con hechos representados cuya complejidad, conceptos e, incluso, un pequeño desliz de continuidad temporal, fueron motivo de extensos estudios de su significado dramático, estético y diagrama espacio/temporal. Sin embargo, existe en esta película una secuencia que puede ser un ejemplo de los nuevos estudios derivados de la Mecánica Cuántica que no ha sido ni resaltada ni estudiada hasta este momento: el concepto de la simulación.

   El diagrama espacio/temporal de la película, representando el tiempo en continuidad de la acción en horizontales y el transcurrir del mismo, en el espacio señalado en líneas, se puede representar de la siguiente forma:


   Para su comprensión, consideraremos que las líneas de distintos colores pertenecen a los acontecimientos que suceden, en los tiempos que transcurren para cada personaje, durante los diferentes años representados. Las líneas punteadas representan la continuidad de la acción, que sólo se produce en las líneas no punteadas y, simplemente son los enlaces de un espacio/tiempo a otro. La lectura del diagrama siempre se debe realizar de izquierda a derecha del mismo, volviendo, de un espacio/tiempo a otro mediante las líneas punteadas. Existe un viajero principal (color rojo) y tres secundarios: José, el mendigo y la científica (resto de colores). Realizan viajes mediante una máquina del tiempo no precisa porque se cometen errores de llegada al pasado. El viaje debe transcurrir de forma instantánea en un universo aparentemente inalterable. El espectador debe tener en cuenta que, los viajes en el tiempo no deben ser los que produzcan en él alteración sorprendente o no admitida. Tras la demostración de la Teoría de la Relatividad, un viaje en el tiempo puede realizarse “fácilmente” mediante la posibilidad de una “arruga en el tejido espaciotemporal”. Una “doblez” en el tejido espacial, facilitaría un recorrido extremadamente largo en un tiempo cuasi infinitamente pequeño. Por último, el lector debe recorrer las líneas del diagrama espaciotemporal señalado, a la vez que lee el camino de cada uno de los actores, tal como se expresa a continuación.


   Bien. El objetivo del viaje espaciotemporal es encontrar al llamado “Ejército de los Doce Monos” para su destrucción. Los hechos se inician en el año 2035, justo en la flecha negra señalada en el diagrama, correspondiente al primer viajero. Al enviarle al pasado se comete el error de llegada a 1990. En este año, suceden acontecimientos que no dan fruto en su búsqueda y regresa a 2035, donde continúa la narración. Le vuelven a enviar al pasado y cometen el mismo error pero, esta vez, aparece en 1917, durante la Primera Guerra Mundial, en la que es herido. Se comete otro error de regreso y aparece en el año 1996, año al que tenía que haber llegado la primera vez. Regresa y, con la seguridad de que este era el año al que deberían enviarle, regresa nuevamente a 1996 y descubre la anomalía que ha provocado la catástrofe en la Humanidad por la cual, se busca a quien la produjo para eliminarle y cambiar el futuro (2035), mediante la intervención en el pasado (1996). En este periplo de idas y regresos, desde el futuro al pasado, James Cole encuentra, en distintos momentos de 1996, a dos compañeros enviados desde 2035 a buscarle (José y el mendigo). En el transcurso de la narración en 1996, se produce una singularidad espaciotemporal porque la científica que maneja la máquina del tiempo se encuentra en este año, siendo, que a la vez debe de estar en 2035. En este año, 1996, representado por el cuadrado negro del diagrama temporal de la película, momento en el que se encuentran pasado y futuro, es cuando aparece la discrepancia con otras interpretaciones que explican los sucesos narrados en la película: sí existen universos paralelos, según la escena que se adjunta y por tanto, se origina la singularidad de la simulación. Veamos. Futuro y pasado no podrían encontrarse en un espacio/tiempo del mismo universo. Sería físicamente imposible que este hecho tuviese lugar si no fuese a causa de la existencia de universos paralelos en los que uno, crea la simulación de un hecho en el otro y, en función de esta simulación, podría intervenir en él para restaurar cualquier alteración que se hubiese producido. La pregunta sencilla que podemos hacernos es: ¿Vivimos en una simulación? ¿Es real nuestra existencia o es una simulación de diferentes estados, en diferentes universos, en los que, desde uno de ellos, el que se encuentra en simulación, puede ser corregido o restaurado, cambiándose en él procesos vitales inadecuados o no admitidos por  otro universo no simulado?


   En este momento, la Mecánica Cuántica estudia la existencia de multiuniversos diferentes, los multiversos de Brian Greene ("La realidad oculta") y que empezaba a estudiar Stephen Hawking, planteando, la existencia de que un universo, el nuestro, puede ser una simulación que aporta a otros, de los que puede depender, datos suficientes para la corrección de sucesos acaecidos, con el objetivo de poder ser alterados antes de que se vayan a producir. Podríamos considerar que uno o varios universos serían los potenciales visionadores del pasado de uno de ellos y se encontrarían en el futuro de este. Esta es la situación que se produce cuando James Cole, en la película, a una edad aproximada de 45 años y encontrándose en el pasado, se ve a sí mismo cuando es un niño, 40 años antes, siendo, que él proviene del futuro en un universo paralelo. La singularidad da lugar a una simulación en universos diferentes: el universo que se encuentra en un futuro cercano (el de James Cole adulto), descubre, en el pasado, el universo simulado (el de James Cole niño), el presente en el que se encuentran ambos. Es ahí, en esta compleja situación, cuando una anomalía pasada se puede restaurar.


   Es probable, solo probable, que se puedan considerar complejos varios de los aspectos de lo expuesto pero, tengamos en cuenta que, si en esta película, dirigida a todos los espectadores, con la diversidad que poseen, es comprensible su estructura y las llamadas “especulaciones científicas”, se deben comprender, igualmente, las modernas teorías acerca de nosotros mismos. Y, de entre ellas, la pregunta fácil:

¿Es posible que estemos viviendo una simulación?

Experiencias de laboratorio, inexplicables pero visualizables, demuestran que podría ser cierta la existencia de la simulación del universo conocido.


   Los guionistas, consciente o inconscientemente, introdujeron un concepto que, en el momento de la realización, no estaba en estudio ni se podía sospechar la posibilidad de su existencia, la simulación en universos paralelos. En realizaciones similares, como la trilogía de “Regreso al futuro”, de Robert Zemeckis, 1985-1990, sólo se plantea la existencia de un universo y, por ello, se reitera, en todas ellas, la imposibilidad de la presencia del futuro en el pasado y viceversa, porque, según Emmett Brown, el científico creador de la máquina del tiempo, se generaría una singularidad de imposibilidad existencial. Sin embargo, en el momento actual, los avances científicos y las experiencias cuánticas han dado paso a teorías que se encuentran, a la vez, en el complejo mundo de la Filosofía y la Ciencia, respondiendo a “preguntas sencillas” que, reiteradamente, se hace el ser humano.   

Antonio Campillo Ruiz