María Luisa Arnaiz Sánchez
Bien tirada está,
Goya. Capricho nº 17
1. No puede haber cosa más
tirada por los suelos que una ramera. Bien sabe la tía Curra lo que conviene
estirar las medias.
2.
¡Oh!, la tía Curra no es tonta. Bien sabe ella lo que
conviene que las medias vayan estiraditas.
La “madre”, la
encargada de una casa de lenocinio (si hombre, “padre”), contempla a la joven
que se viste, apoyando su pie en un brasero. El doble sentido de “tirada” juega
su papel en el título, pues alude tanto a la mujer como a la media. Baudelaire se
refirió a esta lámina en “Las flores del mal”: “Goya, cauchemar plein de
chose inconnues, / de foetus qu’on fait cuire aun milieu des sabbats, / de
vieilles au miroir et d’enfants toutes nues, / pour tenter les démons ajustant
bien leurs bas”.
Y se le quema la casa,
Goya. Capricho nº 18
1. No acierta a ponerse ni
quitarse los calzones un viejo que se arde todo de lascivia.
2.
Ni acertará a quitarse los calzones ni dejar de hablar con el
candil hasta que las bombas de la villa le refresquen. ¡Tanto puede el vino!
Resulta llamativa la
diferencia entre los comentarios de Ayala y de Carderera. El hombre, sin duda,
parece obnubilado y no se percata de que el candil colgado en la silla acaba de
prenderle fuego. Pero, si se atiende al comentario del dibujo preparatorio de
este capricho, donde se lee: “Espartero borracho que no acierta a desnudarse y dando
buenos consejos a un candil incendia la casa”, se comprende que se trata simplemente de un
borracho. La relación entre lascivia
y fuego solo ocurre en la mente de
Ayala.
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